Las 11 cosas que tu hijo adolescente quiere que sepas

Las 11 cosas que tu hijo adolescente quiere que sepas
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La adolescencia es una etapa llena de cambios y retos para todos. En primer lugar para el propio adolescente, que atraviesa una etapa transformadora en la que comienza a definir su identidad, y en segundo lugar para el resto de la familia, que deberá acompañarlo de la mejor forma posible en esta nueva fase de la vida.

Ser padre de un adolescente puede no ser fácil, pues desgraciadamente nadie nace sabiendo cómo educar correctamente a un hijo, y todos procuramos hacerlo lo mejor posible en cada etapa de su vida. Pero hay ciertas cosas que nuestros hijos adolescentes quieren que tengamos en cuenta a la hora de relacionarnos con ellos...

"Por favor, confía en mí"

confianza

Nos pasamos la infancia de nuestros hijos alentándolos, animándoles a tomar sus propias decisiones y confiando plenamente en ellos. Sabemos que hacerlo les ayuda a desarrollar una sana autoestima y les preparara para la vida. Pero, ¿qué ocurre cuándo llegan a la adolescencia?

Como padres, esta etapa completamente nueva para nosotros puede llegar a desbordarnos: sus primeras salidas con amigos, sus primeras relaciones amorosas, los peligros del alcohol y las drogas, el acceso a Internet...¿Es posible "seguir confiando" cuando los acontecimientos a los que nos enfrentamos adquieren tales dimensiones?

Ahora, más que nunca, nuestros hijos necesitan saber que confiamos y creemos en ellos, y que nuestra relación continua basándose en la sinceridad mutua.

Nadie nos enseña a ser padres de adolescentes, y es algo que debemos aprender sobre la marcha con el devenir de los acontecimientos. Y para ello es importante confiar en nosotros mismos y en ellos, no querer controlarlo todo, enfrentarnos a nuestros propios miedos e inseguridades y aprender juntos de los errores.

"Dame más independencia... pero no me sueltes"

Alcanzar la independencia es una de las principales metas del adolescente. Quiere tomar sus propias decisiones y actuar en consecuencia y, por ello, comienza a alejarse de sus figuras de referencia: sus padres. Para los padres puede suponer un duro golpe, pues aquel niño que se abalanzaba a nuestros brazos hace tan solo unos años, de pronto parece haberse convertido en una persona huraña y distante.

Sin embargo, y pese a que nos duela en ocasiones verle reaccionar así, es importante tener muy presente que nuestro hijo nos sigue necesitando -¡quizá incluso más que nunca! - aunque no nos lo diga. ¿Pero cómo darles más independencia sin soltarles todavía la mano?

Pues simplemente permaneciendo a su lado, ayudándoles cuando lo necesiten, aconsejándoles cuando nos lo pidan, y evitando caer en juicios, reproches y sermones cuando se equivoquen. Porque así crecerán libres, confiados, independientes y autónomos, y estarán preparados para afrontar la vida cuando nosotros no estemos a su lado.

"No me remarques continuamente mis fallos"

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Y al hilo de lo anterior, si fomentamos la independencia de nuestros hijos y la toma de sus propias decisiones, también hemos de estar preparados para los errores que puedan cometer. Porque los cometerán, al igual que los cometemos los adultos, y nadie se merece que le remarquen continuamente sus fallos.

Aunque como padres nos duela que nuestros hijos se equivoquen o se disgusten pudiendo haberlo evitado, es importante que dejemos que sean ellos mismos quienes dirijan su propia vida y tomen sus propias decisiones, aunque marcando bien los límites, pues aún no son adultos y necesitan de nuestra ayuda.

No olvidemos que los errores son maravillosas oportunidades de aprendizaje, y que al igual que les animábamos cuando eran pequeños a aprender de ellos y buscar soluciones, ahora también debemos hacerlo, desde el respeto, el amor y la calma; dejando a un lado nuestro tono acusatorio y disponiéndonos a escucharle de manera activa y sin juicios.

"No me compares"

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"Yo a tu edad estudiaba y trabajaba para ganarme un sueldo", "¿Por qué no puedes fijarte un poco en tu hermano y aprender de cómo hace las cosas?", "Tu amigo Luis me parece un chico muy responsable, ya podrías aprender de él"... Las comparaciones son odiosas, y durante la adolescencia lo son mucho más.

Vivimos en una sociedad cargada de ideales de belleza y éxito que marcan nuestra autopercepción desde la infancia. Por eso, es esencial que los padres fortalezcamos la autoestima de nuestros hijos desde que son muy pequeños, con el objetivo de ayudarles a convertirse en personas autónomas, fuertes emocionalmente y preparadas para enfrentarse a los retos que les deparará la vida.

No olvidemos nunca que nuestros adolescentes necesitan encontrar su propio camino, su sentido de la vida y su seña de identidad, y difícilmente lo conseguirán con la autoestima mermada por culpa de las comparaciones y las etiquetas.

"No me etiquetes"

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"Vagos", "descarados", "asociales", "conflictivos", "caprichosos", "rebeldes"... las etiquetas y prejuicios que pesan sobre los adolescente y jóvenes son extensas, y nadie merece ser etiquetado de esa forma. Porque, pensemos por un segundo, ¿cómo creemos que se sentirán los preadolescentes si antes de entrar en esta nueva etapa de la vida son conscientes de la cantidad de estereotipos que van a pesar sobre ellos?

Las etiquetas son dañinas, merman la autoestima del adolescente y le obligan a actuar en base a ese calificativo o a lo que los demás esperan de él. Por eso, cuando hablamos de adolescencia es importante no generalizar ni pensar que "todos son iguales", porque como en cualquier etapa de la vida, cada persona es única y se merece todo el respeto y la confianza posibles.

"Escúchame"

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A veces podemos caer en el error de hablar demasiado pero no escuchar lo suficiente a nuestros hijos. Y es que es habitual caer en sermones, juicios, críticas y discusiones sin ni siquiera dejarles expresar sus sentimientos.

Esto no significa que debamos estar de acuerdo en todo lo que dicen o hacen, pero sí conversar desde el respeto mutuo, dando ejemplo con nuestros actos, y haciéndole ver que estemos ahí para escucharle, para guiarle, para recogerle cuando se caiga y orientarle cuando lo necesite... a pesar de lo difícil que a veces lo ponga.

"Pasa tiempo conmigo"

El hecho de fomentar la autonomía y la independencia de nuestros hijos adolescentes no significa "desconectarnos" de ellos. Al revés: cuanto más tiempo de calidad pasemos juntos, más disfrutemos los unos de los otros y más intereses comunes encontremos, mejor será nuestra comunicación y relación de confianza.

Porque el hecho de que ahora ellos tengan su propia parcela social y disfruten haciendo cosas de manera independiente, no significa que la relación padres-hijos tengan que sufrir un distanciamiento. ¡Hagamos lo posible por encontrar ese punto de conexión y diversión!

"Involúcrame. Yo también soy importante"

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Cuando nuestros hijos son pequeños queremos educarles para que sean autónomos, involucrándoles en las tareas del hogar con actividades sencillas y acordes a su edad, y reconociendo y valorando su esfuerzo.

Pero cuando llegan a la adolescencia, muchos padres olvidan que sus hijos deben seguir aprendiendo con el mismo amor y respeto con el que les guiaban en su niñez, e incluso les llegan a exigir demasiado. En el extremo opuesto se encuentran aquellos que dudan de las capacidades de sus hijos adolescentes, que pasan a no ser tenidos en cuenta en las dinámicas familiares.

Los adolescentes no quieren ser meros espectadores de lo que ocurre en sus casas, y al igual que los niños, necesitan sentirse valorados, escuchados y tenidos en cuenta. Así pues, preguntemos a nuestros hijos por su opinión, involucremosles en la toma de decisiones de la familia y escuchemos lo que tengan que decir.

"Interésate por mis gustos y aficiones, aunque no lo compartas"

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La adolescencia es una etapa experimental en la que los jóvenes van definiendo sus gustos (por la moda, por la música, por sus aficiones...), por lo que es normal que de la noche a la mañana nos sorprendan con ciertas preferencias que nunca antes habían mostrado.

Es posible que esos nuevos gustos o intereses nos parezcan ridículos, pero eso no nos da derecho a burlarnos o reírnos de ellos. Siempre y cuando sea seguro, hemos de permitir a nuestros hijos experimentar y decidir lo que les gusta y buscar sus propias señas de identidad.

Pero además de respetar esta nueva parcela de su vida, nuestros hijos nos agradecerán el hecho de que nos interesemos por sus hobbies. Con esto no queremos decir que debamos convertirnos en los presidentes del club de fans de su cantante favorito, o conocer todos los trucos del videojuego de moda, sino simplemente entender por qué es tan importante para ellos y respetarlo.

"Ni yo mismo se lo que quiero. Ten paciencia"

La adolescencia es una etapa llena de grandes cambios físicos y psicológicos. Los adolescentes están descubriéndose a sí mismos y tratando de comprender la transformación por la que están pasando... y puede no ser fácil para ellos.

A todos esos cambios externos se suman otros como la presión social o la necesidad de encajar en su grupo de iguales, lo que puede acabar generándoles una gran desconfianza e inseguridad.

Por eso es tan importante que los padres seamos pacientes con ellos, y cultivemos ese espacio de confianza del que hablábamos antes, con el fin de que nuestros hijos sepan que pueden contarnos sus cosas, que les vamos a escuchar sin enjuiciar, sin criticar, sin cuestionar, y que siempre vamos a estar ahí.

"Abrázame... lo necesito"

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Y si esa confianza es real y transparente, y si sabemos comunicarnos de manera positiva sin juicios ni reproches, a veces solo hará falta un abrazo para recordarles que estamos ahí cuando más lo necesiten. Porque aunque nos pueda la curiosidad o estemos deseando que nos cuenten aquello que tanto les preocupa, debemos tener paciencia y esperar a que sean ellos quienes elijan el momento para hablar con nosotros.

Fotos | iStock

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