"A quienes estáis usando tanta energía en que no explote la burbuja": la reflexión de una psicóloga sobre la carga mental de los padres

"A quienes estáis usando tanta energía en que no explote la burbuja": la reflexión de una psicóloga sobre la carga mental de los padres
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Desde que comenzara la pandemia, la psicoterapeuta y formadora, Beatriz Cazurro, ha manifestado abiertamente su opinión sobre el trato que está recibiendo la infancia. Así, a través de sus preciosas viñetas y sus reflexiones llenas de sensibilidad y empatía, ha mostrado su rechazo a cargar sobre los hombros de los niños la etiqueta de 'héroe', y su completo desacuerdo ante una vuelta al cole con medidas tan restrictivas.

Ayer nos sorprendió con otra ilustración que ha tocado directamente el corazón de muchos padres y madres; especialmente en estos días en los que los acontecimientos derivados de la pandemia parecen haberse descontrolado a las puertas de la Navidad.

La psicóloga ha querido poner el foco esta vez en el trabajo invisible que estamos haciendo las familias por mantener a nuestros hijos protegidos de todo lo que está sucediendo fuera: confrontaciones, confinamientos masivos, aumento de los contagios, cancelación de planes infantiles...

Todo esto ha hecho que poco a poco se haya ido formando una enorme burbuja que, por el bien de los niños los padres estamos intentando evitar que estalle, haciendo lo que cada uno de nosotros consideramos que es lo mejor para ellos. Este esfuerzo está derivando en una gran tensión emocional, mucha tristeza, frustración e incluso sensación de soledad.

Para todas las familias que se encuentran actualmente en este punto, Beatriz Cazurro lanza un mensaje reconfortante y sumamente necesario en estos momentos en los que muchos padres sentimos que no podemos más: "solo quería deciros que es un trabajo invisible el que estáis haciendo, pero tiene un valor incalculable. Gracias".

Otra vez los niños...

navidad

Esta última semana de colegio prometía ser especial, mágica y sorprendente para los niños. Muchos coles tenían previsto celebrar sus festivales de Navidad, visita de los Reyes Magos, almuerzos navideños, talleres, fiestas... Sin embargo, debido al cariz que han tomado los acontecimientos, gran parte de los planes previstos se han cancelado, en mayor o menor medida.

Personalmente, decidí no llevar a mis hijos al colegio esta semana debido al aumento de casos positivos que han estado sucediéndose a nuestro alrededor. Me consta que muchas familias han hecho lo mismo, otras querían haberlo hecho pero no han podido (el eterno problema de la conciliación) y otras muchas han decido seguir la rutina habitual para tratar de dar a sus hijos la máxima normalidad.

Todos los padres hemos hecho lo que hemos podido o hemos considerado mejor para nuestros hijos, pues a todos nos une el mismo sentimiento: protegerlos en la medida de lo posible y mantener intacta la ilusión y felicidad propia de estas fechas.

Sin embargo, es irremediable evitar que los fantasmas afloren de nuevo. Fantasmas en forma de miedo, dudas, incertidumbre y frustración, mucha frustración.

Mis hijos se despidieron de sus compañeros y profesores el viernes por la tarde, como cualquier viernes más, sin saber que el lunes ya no regresarían a las aulas, pues la decisión la tomamos a lo largo del fin de semana. Cuando el lunes fui a recoger sus libros, boletín de notas y material del primer trimestre, tuve un déjà vu, e irremediablemente me trasladé a marzo de 2020, cuando de forma atropellada los padres nos agolpábamos en las puertas de los centros educativos para recibir las instrucciones de los profesores ante el cierre precipitado de los colegios.

Por otro lado, y tomando siempre las máximas precauciones, estas Navidades albergaba la esperanza que que fueran distintas a las del año pasado. Pero de la noche a la mañana todo se ha puesto patas arriba y por precaución, en nuestra familia hemos decidido no reunirnos en estas fechas.

Con el fin de combatir la frustración y tristeza que me provoca todo lo que está sucediendo, pero sobre todo para evitar que la crispación y el hartazgo que se respira fuera salpique nuestra burbuja familiar, llevo días "desviviéndome" por hacer planes con mis hijos que ayuden a recordar estas fiestas de forma especial. Son planes sencillos en casa (un baño de espuma, una fiesta de pijamas, un concurso de baile, una tarde de repostería...), pero en los que tanto mi marido como yo estamos poniendo todo nuestro corazón e ilusión.

Este "trabajo invisible", como lo denomina la psicóloga Beatriz Cazurro, está siendo ahora mismo la tabla de salvación de muchos niños que por segundo año consecutivo están viendo truncados muchos de los planes y actividades infantiles propias de esas fechas.

Sin duda es un trabajo duro y agotador el que estamos haciendo las familias, pero muy necesario para preservar la salud mental de los niños y crear recuerdos bonitos que les acompañen toda la vida, a pesar del chaparrón que está cayendo fuera.

Fotos | Beatriz Cazurro

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