Cuando el bebé no te deja hacer nada y sientes que ya no tienes el control ni de tu propia rutina
Recién nacido

Cuando el bebé no te deja hacer nada y sientes que ya no tienes el control ni de tu propia rutina

Quienes hemos sido madres, seguro que recordamos esos días que se hacían interminables, cuando nuestros bebés eran muy pequeños y habían días que casi no podíamos ni ducharnos. Yo ahora los recuerdo con nostalgia, aunque en su momento fueron de todo menos idílicos y fueron una pequeña muestra de lo dura que puede llegar a ser la crianza y la soledad que se puede llegar a sentir en esa época de tu vida.

En mi caso, hay un día en particular que recuerdo como si fuese ayer, y aunque ahora es una anécdota más de mi historia como madre, aún siento algo del agobio que sentí. Yo era madre primeriza, mi bebé aún no había cumplido ni un mes y su padre ya se había reincorporado al trabajo. Ese día llegó en la tarde y nos encontró en el sofá, a ella llorando y a mi sin duchar y agobiada porque no entendía cómo se me había ido el día de esa manera, acunando y dando el pecho en bucle casi desde la noche sin parar. En ese momento sentí que no tenía el control de nada y que la situación me estaba superando.

Tu rutina desaparece, pero llega una nueva: la de aprender a ser mamá

Newborn Baby

El cambio que se produce en tu vida al tener un bebé es tan grande, que seguramente si te pilla sin familia en la que apoyarte, con una cesárea que no termina de sanar y con un permiso de paternidad de risa (como fue nuestro caso), puedes llegar a sentir que te ha pasado un huracán por encima.

Tengo claro que hay situaciones mucho peores a las que yo viví, pero ahora que lo puedo hablar con normalidad con otras madres (porque al parecer cuando estás recién parida debes lucir radiante de felicidad, aunque por dentro tengas ganas de llorar durante tres horas seguidas), me doy cuenta que este sentimiento es más común de lo que pensamos. El estar así, solas con nuestros retoños, con el cansancio en su máxima expresión, las ojeras a flor de piel y la sensación de que ya no tienes el control de nada, es algo que a muchas nos ha pasado, aunque poco se hable de ello.

Sin embargo todo pasa. Al principio parece que no tiene fin, pero con el transcurrir de los días te darás cuenta que poco a poco te harás con la situación, y que aunque de momento dejes de ser la dueña de tu tiempo, te sentirás más diestra en tu rol.

¿Qué hacer si estoy en esa situación?

Bebe Irritable

Obviamente de todas estas experiencias se aprende y con mi segunda hija lo comprobé. En esta segunda ocasión decidí disfrutar más de ella y de sus primeras veces, relajarme más e intentar ser más práctica para que la rutina se reorganizara de una forma rápida y efectiva (lo necesitaba, porque cuando llega un segundo bebé, el primero exige aún más atención):

Prioriza

Cuando somos madres recientes, faltan manos y el trabajo se acumula. Si no das a basto, debes ordenar todos tus "pendientes" según el nivel de importancia: el bebé debe estar bien atendido y tu debes haber descansado y haber comido. Eso es lo básico. Si el cesto de la ropa sucia está a punto de reventar o no se han podido hacer las camas, respira y trata de no agobiarte y piensa que cuidarse es fundamental para poder cuidar.

Habla con tu pareja. De todo.

Es imposible que tu pareja lea todos y cada uno de tus pensamientos, temores e incluso el motivo de tus enfados solo con verte. Desahogarte es muy importante... de lo contrario todo se irá acumulando en tu cabeza y al final lo que sucederá es que explotarás con alguna tontería y te sentirás muy sola e incomprendida. No disimules que todo está bien si en realidad no es así.

Empieza el día con una ducha

Puede que para muchas este consejo sea ridículo, pero cuando has pasado una (o dos, o tres, o las que sean), horribles, a veces no tienes ganas ni de eso. Sin embargo quitarte el pijama, meterte en la ducha, ponerte ropa limpia y peinarte, te cambia el ánimo. Puede que a las dos horas estés nuevamente cansada, pero creedme: el día se empieza de otra manera cuando te mira en el espejo y al menos te reconoces.

Sal a pasear con tu bebé

Creo que una de las mejores soluciones que tenemos cundo estamos agobiadas, es salir a pasear con tu bebé. Siéntate en una terraza, tómate algo y deja que te de el aire. A los dos os vendrá bien.

Aprovecha los buenos días y prepárate para los malos

Todos tenemos días buenos y malos y los bebés no son la excepción. Hay algunos que pueden estar nerviosos e irritables sin motivo aparente, pero en otros pueden parecer niños "de manual" (comen genial, se entretienen con sus manos un buen rato y rematan con una siesta monumental). Si tienes una de esas jornadas casi perfectas, aprovecha para recoger un poco, hacer algún tupper, darte una ducha tranquila y dormir. Ya sabemos que eso de "duerme cuando el bebé duerma" es una utopía, pero algún día sí que se puede hacer.

Si puedes, pide ayuda

En estos momentos un poco de ayuda puede obrar maravillas en nuestro estado de ánimo y en la forma en como vemos la situación. Si definitivamente es imposible hacerlo, reorganiza los quehaceres con tu pareja para que puedas disponer de algo de tiempo para ti. Es fundamental para el cuerpo y la mente mantener el autocuidado.

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