Reparar el duelo y la soledad por la muerte de un hijo con la llegada de otro: mi opinión como psicóloga

Reparar el duelo y la soledad por la muerte de un hijo con la llegada de otro: mi opinión como psicóloga
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Ayer nos despertamos con la inesperada noticia de que Ana Obregón había recurrido a la gestación subrogada para tener un bebé, a sus 68 años. Una noticia que ha generado mucha polémica, no solamente por la edad de Ana, sino también por el método al que ha recurrido y por el vacío que parece tratar de llenar con la llegada de esta bebé.

Esto nos hace reflexionar sobre el proceso de duelo tras la pérdida de un hijo y sobre la necesidad de reparar la soledad demoledora que llega ante una circunstancia vital así, cuestión en la que nos centraremos únicamente, más allá de la edad y el método.

En el caso de Ana, ella misma ha confesado sentirse muy sola tras la muerte de su hijo Aless y sus padres. Y ahora, con la llegada de esta bebé, Ana publicaba en su instagram: "Ya nunca volveré a estar sola".

El duelo por la muerte de un hijo

El duelo por la muerte de un hijo es un proceso tremendamente doloroso, como atravesar un río helado sin saber cuándo acabará la travesía. Los expertos aseguran que sobrevivir a un hijo es una de las experiencias más traumáticas que existen, que además se vive como antinatural.

Y por supuesto, es una experiencia que requiere elaborar un duelo. Un duelo en el que Ana aún sigue inmersa, tal y cómo ha ido relatando en sus numerosas publicaciones de instagram, donde ha afirmado incluso desear reunirse pronto con su hijo.

Cuando estamos en un proceso de este tipo, podemos tomar decisiones acertadas o no, pero muchas veces son decisiones que acaban generando más problemas, porque estamos decidiendo desde un estado de mucha fragilidad emocional.

El tema aquí no es volver a ser madre tras la pérdida de un hijo, algo totalmente lícito e injuzgable, sino, reflexionar sobre desde qué lugar se toma esta decisión y con qué propósito, en un proceso de duelo.

La soledad y el vacío en el duelo

Lógicamente, la llegada de un nuevo hijo jamás sustituye la pérdida de otro. En relación a ello, José Antonio Galliani, psicólogo experto en duelo, afirma "no se sustituye un hijo por otro, se restituye la función materna".

Pero, en todo caso, relegar (aunque sea de forma inconsciente) esa responsabilidad de llenar un vacío a una nueva criatura que llega, es demasiado peso. Ningún bebé debería llegar al mundo para llenar el vacío de nadie, y menos, para reemplazar una pérdida.

Este acto implica depositar unas expectativas muy altas a un bebé que acaba de nacer y que pueden condicionarle la vida. Claro que le podemos dar todo el amor del mundo, y nadie pone en duda eso en el caso de Ana Obregón, pero la soledad sentida jamás debería determinar (o al menos, no únicamente) una decisión que cambiará la vida a un nuevo ser.

Así, esta soledad y este vacío que se experimentan ante la muerte de un hijo, forman parte de un proceso de duelo normal, que requieren ir elaborándolo. Es un duelo tan complejo que, seguramente nunca se supere, sino que se aprende, en cierta forma, a vivir con dicha pérdida.

El dolor y la necesidad de seguir viviendo

Sin embargo, todo esto que decimos no quita que podamos comprender el dolor de Ana y el "por qué" de su decisión.

Y volviendo al sentimiento de soledad, seguramente éste no se restaure nunca del todo, pero lógicamente trataremos de sanarlo a través de los vínculos, y también es natural que lo hagamos, que busquemos compañía y amor para no ahogarnos en esa soledad. ¿Quién puede juzgar a una persona tratando de sobrevivir?

Así que no pretendemos juzgar la decisión de Ana, pero sí reflexionar sobre sus consecuencias. La cuestión es, ¿qué implica decidir desde ese lugar de sufrimiento? Porque esta decisión va más allá de uno mismo. Si empatizamos, podemos entender que, ante tal sufrimiento, muchas personas necesitan volver a encontrar motivos para vivir

Y lo cierto es que un nuevo hijo puede traer mucha felicidad, y la fuerza necesaria para seguir viviendo y elaborar el duelo, pero no confundamos eso con atribuirle a ese bebé esa función, porque esa es una responsabilidad que no le pertenece. La responsabilidad de encargarnos de nuestra salud mental, nos pertenece exclusivamente a nosotros.

La llegada de un nuevo hijo: ¿puede ayudar?

Así, la llegada de un nuevo hijo puede ayudarnos a seguir viviendo y a encontrarle un nuevo sentido a la vida, siempre y cuando hagamos un trabajo psicológico importante que nos permita separar ambas cosas, seguir elaborando el duelo a través de herramientas y ser muy conscientes de que ese bebé no sustituirá a ningún otro hijo. 

De no hacerlo, corremos el riesgo de "tapar" ese duelo, y de comparar a un niño con otro, algo muy peligroso para su salud mental y la nuestra. De esta forma, los niños deben poder venir a este mundo para ser felices, nada más, no para suplir ningún vacío.

La mochila emocional de los padres hacia los hijos

En realidad, todos los bebés nacen con una mochila emocional de los padres, que puede ser más o menos pesada, más o menos grande. Sería poco realista pensar que los padres no depositan expectativas en los hijos, o que los padres no tienen ya historias de vida complejas cargadas de traumas, vivencias complicadas o heridas.

Pero, ¿hasta qué punto puede pesar esa mochila? Indudablemente, es importante poder hacer un trabajo emocional previo antes de decidir tener hijos, como hablábamos en un anterior artículo sobre hacer las paces con nuestro niño interior.

Elaborar el duelo y tener otro hijo: dos realidades complejas

Lógicamente, la vida sigue su curso a pesar de todo, aunque vivamos una pérdida tan significativa como la de un hijo (u otro ser querido) y el mundo se pare de golpe. Y esto significa que seguimos vivos, seguimos tomando decisiones y buscando la felicidad.

Y a veces esa felicidad pasa por tener otro hijo. Sería muy idílico pensar que todas las personas que deciden tener un hijo tras la muerte de otro, ya han superado esta pérdida (una pérdida que seguramente nunca se supere del todo), o que al menos, la han integrado como parte de su historia -han sanado ciertas heridas-.

La realidad es que muchas veces no es así, y hay mujeres que, atravesando el duelo, vuelven a ser mamás, con frecuencia fruto de la necesidad de volver a encontrar un sentido para vivir.

Y entender esta realidad no quita que tenga consecuencias, tanto para la mamá como para la criatura que llega. Por eso es tan importante seguir trabajando para elaborar ese duelo que ya forma parte de nosotros, para que esa criatura, que ha llegado con tanta ilusión, pueda tener el bienestar y la estabilidad que merece.

Foto | Portada (Freepik)

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