Pregorexia: cuando estar delgada en el embarazo se convierte en una obsesión

Pregorexia: cuando estar delgada en el embarazo se convierte en una obsesión
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Se calcula que un aumento de peso saludable durante el embarazo está en torno a los 11-16 kilos, dependiendo siempre de cada mujer. Hay mujeres que engordan poco durante el embarazo y eso no supone ningún problema si se lleva una alimentación saludable, pero si lo es cuando estar delgada en el embarazo se convierte en una obsesión.

La pregorexia, también conocida como la anorexia del embarazo, sucede cuando no engordar es lo único que importa, aún a costa de llevar una dieta insuficiente que pueda poner en riesgo la salud del bebé e incluso causar su muerte.

La presión social por el culto al cuerpo (influenciado por algunas mujeres famosas) ha llegado a las embarazadas hasta tal punto que algunas no pueden asumir la transformación de su imagen durante la gestación y tienen auténtico terror a engordar.

Según estudios realizados en el Reino Unido, un 7,6 por ciento de las mujeres embarazadas tenía síntomas compatibles con trastornos de la conducta alimentaria y el 23,4 por ciento estaba muy preocupada por su peso y su figura.

Hacer dieta en el embarazo está contraindicado, porque cuando se come poco se queman grasas y se generan los llamados cuerpos cetónicos, que pueden llegar al feto, siendo tóxicos, y dañar el sistema nervioso del bebé.

Está claro que la embarazada no necesita comer por dos, gracias a que su propio metabolismo le permite extraer más calorías de los alimentos y conservar esa energía adicional sin tener que ingerir más, pero tampoco pasar hambre durante el embarazo. Lo que debe hacer es llevar una dieta saludable y equilibrada, seguir las recomendaciones del médico y tomar los suplementos vitamínicos indicados.

Graves consecuencias de una mala alimentación

La pregorexia tiene graves consecuencias para la embarazada y, sobre todo, nefastas para el bebé. La madre puede desarrollar anemia, descalcificación ósea, baja producción de leche durante el postparto y caída de cabello, entre otros.

Las consecuencias en el feto también pueden ser muy graves. Durante el primer trimestre si la paciente no toma suplementos vitamínicos, aumenta el riesgo de alteraciones del tubo neural como la espina bífida. También aumenta la tasa de aborto espontáneo.

Durante el segundo y el tercer trimestre aumenta el riesgo de parto prematuro, retraso de crecimiento intrauterino, retraso mental o parálisis cerebral, malformaciones óseas, digestivas o cardiovasculares. En casos muy graves se puede llegar a la muerte intrauterina.

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