¿Te has encontrado alguna vez en una situación en la que tu hijo o hija estalla en risas justo cuando todo el mundo guarda silencio? ¿Ese momento solemne, quizá una despedida, una reprimenda o incluso un momento triste, y ahí está ese estallido de risa que nadie entiende?
No te preocupes, este fenómeno es más común de lo que parece y tiene mucho que ver con cómo los niños están conociendo y entendiendo el complejo mundo de las normas sociales.
Índice de Contenidos (9)
- Por qué los niños se ríen en momentos “inapropiados”
- Claves para enseñar normas sociales sin apagar la espontaneidad
- 1) Comprender antes que castigar
- 2) Convertir la experiencia en aprendizaje
- 3) Practicar en un ambiente seguro y divertido
- 4) Reconocer y reforzar la espontaneidad positiva
- Un ejemplo: así puedes aplicar estas claves
- La importancia de la paciencia y la coherencia
- Enseñar normas sociales a niños que ríen en momentos inesperados
Por qué los niños se ríen en momentos “inapropiados”
Para un niño pequeño, las normas sociales no vienen con manual de instrucciones. Las emociones y las reglas sociales son un territorio nuevo, confuso y, a menudo, contradictorio.
La risa, en esos momentos “menos oportunos”, no siempre es una falta de respeto o una provocación, sino una forma de expresión natural que refleja cómo el cerebro infantil está intentando entender una situación que le genera tensión, incomodidad o incluso sorpresa. Además, que muchas veces no la pueden controlar ¡es normal! La tarea será poder enseñarles y acompañarles.
Un ejemplo: imagina una reunión familiar en la que alguien cuenta una anécdota triste. Mientras los adultos escuchan con seriedad, el niño ríe. ¿Por qué? Porque la mezcla de emociones intensas, los rostros serios y la falta de claridad sobre cómo actuar generan en su cerebro una especie de desconcierto nervioso. La risa es, en realidad, un mecanismo para aliviar esa tensión.
Claves para enseñar normas sociales sin apagar la espontaneidad
1) Comprender antes que castigar
Lo primero es entender que esa risa no es una “mala conducta” a castigar, sino una señal de que el niño está procesando algo complicado. En vez de reprender, lo más efectivo es acercarse y hablar con empatía. Por ejemplo, “Veo que te ha dado ganas de reír, ¿quieres contarme qué te pasa?”
2) Convertir la experiencia en aprendizaje
Una vez validada la emoción, podemos ayudarles a nombrar y comprender lo que sienten y lo que se espera en cada situación. Por ejemplo, “Cuando alguien está triste, es mejor escuchar en silencio, porque así le mostramos que le respetamos”. Así, las normas se vuelven menos abstractas y más vinculadas a emociones reales.
3) Practicar en un ambiente seguro y divertido
Los niños aprenden haciendo y repitiendo. Podemos crear juegos o situaciones ficticias donde se practiquen las normas sociales de forma lúdica. Por ejemplo, “Vamos a hacer un teatro donde algunos estamos tristes y otros felices, y ensayamos cómo reaccionamos para respetar a cada uno”. Esto baja la presión y hace que el aprendizaje sea orgánico.
4) Reconocer y reforzar la espontaneidad positiva
Es vital que no vean las normas como una jaula que les impide expresarse, sino como una guía para relacionarse mejor con los demás. La espontaneidad no debe ser eliminada, sino canalizada. Si un niño hace un comentario gracioso en un momento serio, se puede redirigir suavemente sin apagar su alegría.
Un ejemplo: así puedes aplicar estas claves
María tiene cinco años y en la escuela sus profesores notan que se ríe en momentos en que la mayoría guarda silencio, por ejemplo, durante un minuto de silencio o cuando alguien se pone serio.
En lugar de regañarla, decidieron hablar con ella y decirle: “María, a veces cuando alguien está triste o serio, podemos mostrarle que lo entendemos con silencio o con palabras suaves”. María no entendía bien el porqué, pero a través de un juego en clase donde simularon diferentes emociones, empezó a comprender mejor qué se espera y cuándo.
Su risa no desapareció, pero aprendió a elegir cuándo es momento para ella y cuándo para el grupo. La clave estuvo en respetar su naturaleza y acompañarla en el aprendizaje.
La importancia de la paciencia y la coherencia
La enseñanza de normas sociales no es un proceso inmediato, ni una lista de “haz esto, no hagas aquello”. Se trata de acompañar al niño en el descubrimiento de su mundo emocional y social, siendo conscientes de que su cerebro está madurando y necesita tiempo para integrar estas complejas reglas.
Los adultos tenemos la tarea de guiar con paciencia, dando ejemplos, explicando el “por qué” detrás de cada norma, y creando un entorno donde los niños se sientan seguros para expresarse, aunque no siempre lo hagan de la manera “perfecta”.
Enseñar normas sociales a niños que ríen en momentos inesperados
En definitiva:
- La risa puede ser una respuesta emocional a la incertidumbre o tensión.
- Antes de corregir, comprende qué siente y piensa el niño.
- Convierte cada situación en una oportunidad para aprender emociones y normas.
- Usa el juego para practicar y reforzar comportamientos sociales.
- Fomenta la espontaneidad positiva, no la reprimas.
- Sé paciente y coherente, cada niño tiene su ritmo.
Si alguna vez te has sentido frustrado por estas risas inesperadas, recuerda que son señales de un cerebro trabajando, aprendiendo a decodificar un mundo social complejo. Con empatía, creatividad y tiempo, esos momentos serán la base para desarrollar una inteligencia emocional y social auténtica y sana.
Foto | Portada (Freepik)
Ver 0 comentarios