Trastorno de conducta en los niños, más allá de “portarse mal”: qué implicaciones tiene y cómo podemos actuar

Trastorno de conducta en los niños, más allá de “portarse mal”: qué implicaciones tiene y cómo podemos actuar
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Es perfectamente normal que los niños tengas comportamientos que no son adecuados en algunas ocasiones en la vida, mostrándose desafiantes, desobedientes e incluso mostrando ciertos niveles de agresividad.

Esto puede ser explicado por las etapas madurativas del desarrollo evolutivo del niño, en el que hay algunos puntos críticos en los que la conducta inadecuada se puede presentar, y esto no significa la existencia de ninguna patología.

También puede haber cambios conductuales ante la presencia de modificaciones en la dinámica diaria, por ejemplo, cuando los padres se separan, hay cambios de casa o incluso con la llegada de los hermanos menores.

Pero es importante saber que no es lo mismo tener ciertos comportamientos considerados inadecuados que padecer un trastorno de conducta. ¿De qué hablamos exactamente entonces? ¿Qué es un trastorno de conducta y cómo actuar como padres?

Trastorno de conducta en los niños: ¿de qué hablamos realmente?

Según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastorno mentales), el trastorno de conducta se define como "un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad".

Este patrón debe manifestarse por la presencia en los 12 últimos meses de una serie de síntomas (y al menos uno de estos síntomas debe haber aparecido en los últimos seis meses):

  • Agresión a personas y animales.
  • Destrucción de la propiedad.
  • Engaño o robo.
  • Incumplimiento grave de las normas.

Así, hablamos de un trastorno clínico, que requiere ser diagnosticado por un profesional capacitado para ello, y no del mero hecho de desobedecer en ciertas ocasiones o de mostrar rabietas.

Un trastorno de conducta es un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad.

¿Cómo se diagnostica el trastorno de conducta?

Como decíamos, el trastorno de conducta debe ser diagnosticado única y exclusivamente por parte de personal de salud mental calificado para este fin, bien sea que se trate de un psiquiatra o un psicólogo, quien debe realizar entrevistas valorativas que se complementen con la aplicación de diversos test proyectivos y/o psicométricos.

Para esto el profesional se vale del mencionado Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), que determina cuáles son los criterios que debe cumplir el niño para poder considerar la existencia de un trastorno conductual.

El cumplimiento de una serie de requisitos

Entre estos criterios se encuentran diversos patrones de conducta que persisten en el tiempo, con una temporalidad no menor a los seis meses y que se caracteriza por el irrespeto a los derechos que tienen otras personas e incluso animales, llegando a vulnerar a otros seres u objetos.

Se toma en cuenta además, la presencia de amenazas constantes, ejercicio de crueldad a otros seres vivos, si se involucra frecuentemente en peleas, robos, incendios, violencia (física, verbal, sexual), daño a propiedades y/o uso de armas. Incluye también faltas a clase, escapar de casa, salir sin permiso de los padres, etc.

¿Qué hago si mi hijo tiene trastorno de conducta?

Lo primero que hay que hacer es acudir a un profesional para una valoración exhaustiva del niño, a fin de poder tener un diagnóstico real.

Es importante asegurarte de que sea atendido por profesionales de la salud mental y no simplemente quedarnos con un diagnóstico a la ligera de terceras personas.

La importancia del diagnóstico y de un tratamiento adecuado

Una vez que se cuenta con un diagnóstico de trastorno de conducta, el psicoterapeuta podrá iniciar el abordaje del caso, planteando diferentes tipos de terapia según sea su especialidad.

Sin embargo, cabe especificar que la terapia cognitivo conductual (centrada en modificar pensamientos y conductas) suele tener muy buenos resultados en estos casos.

Una vez que se cuenta con un diagnóstico de trastorno de conducta, el psicoterapeuta podrá iniciar el abordaje del caso, planteando diferentes tipos de terapia según sea su especialidad.

También puede necesitar el apoyo de psicofármacos para controlar los desequilibrios que pueda haber en la química cerebral, y esto es un trabajo que le corresponde hacer solamente a un psiquiatra.

Es importante hacer lo necesario para recibir tratamiento lo más pronto posible, pues las personas con trastorno de conducta suelen generar mucho malestar en los ambientes en los que están. Son niños que pueden generar rechazo en los compañeros de clase, que los acaban evitando.

Además pueden ser un verdadero reto para los padres, y si no es tratado a tiempo y el niño cumple 18 años, deja de ser considerado un trastorno de conducta para dar paso al trastorno de la personalidad antisocial.

Un trabajo conjunto entre escuela, padres y profesionales

El tratamiento e intervención de un niño con trastorno de conducta es un trabajo que requiere la coordinación de los especialistas junto con la familia y el colegio.

El autoconocimiento

Por una parte se debe hacer un tratamiento terapéutico individual que le permita al niño conocerse mejor a sí mismo, reconocer sus conductas, pensamientos y emociones y generar nuevas maneras de afrontar las situaciones.

El papel de la familia

Pero esto no tendría efectos positivos si la familia no se involucra, por lo que se recomienda que a la par se haga un abordaje psicoterapéutico con la familia entera o por lo menos con los más cercanos a los niños, los cuales están involucrados en su crianza.

La familia tiene un papel primoridal en la mejora de este tipo de trastornos, por ello es tan importante su implicación y su coordinación con la escuela y con los profesionales que traten al menor.

Un diagnóstico: un punto de salida

Finalmente, cabe decir que el hecho de que un niño sea diagnosticado con un trastorno de la conducta no es una sentencia de que todo irá mal, ni es una señal de que has hecho un mal trabajo como padre o madre.

Es más, tener un diagnóstico os ayudará a tomar las medidas necesarias para evitar que esta situación siga escalando, y sobre todo, potenciará el bienestar del pequeño y su adaptación social y escolar, además de favorecer un mejor clima familiar.

Fotos | Portada (Freepik)

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