Amistades tóxicas en la adolescencia: cómo detectarlas antes de que hagan daño

Amistades tóxicas en la adolescencia: cómo detectarlas antes de que hagan daño
Sin comentarios

El otro día una paciente de catorce años me contaba en consulta que su mejor amiga le decía: “Tú sin mí no sabrías con quién ir.” Hablamos de cómo esa frase la hizo sentir: pequeña, atada, confundida. Ella al principio lo normalizó, pero trabajando el tema se dio cuenta de que eso, probablemente no era amistad.

Si estás leyendo esto, tal vez algo dentro de ti también lleva un tiempo diciéndote: “Aquí pasa algo raro.” En la adolescencia, la amistad lo es todo. A veces más que la familia, más que el amor, más que uno mismo.

Por eso cuesta tanto ver cuando una de esas relaciones empieza a doler. Porque nadie nos enseña a mirar las grietas en lo que parece incondicional. ¿Qué son en realidad las amistades tóxicas en la adolescencia?

¿Cuándo una amistad empieza a hacer daño?

No hay un checklist universal. Pero sí hay señales. Algunas son muy pequeñas, como una piedra dentro del zapato: no te impide caminar, pero después de un rato, no puedes pensar en otra cosa, ¿verdad?

Puede ser que esa persona te invalide, que minimice tus emociones, que te dé 'plantones' frecuentes', que solo quiera hablar de ella misma, que te mienta, que te traiciona, que te 'chupe la energía', que te incite a hacer cosas que realmente no quieres... y una gran lista de motivos personales.

Lo importante es sentir que esa amistad no nos hace bien, ya sea por lo que nos dice nuestra intuición o porque así lo sentimos, sin más.

Un estudio realizado por Dryburgh et al. (2025) en el Journal of Interpersonal Violence encontró que la victimización en amistades está asociada con síntomas depresivos y otros problemas psicológicos y destacaron la importancia de identificar y abordar estas dinámicas tóxicas.

La victimización se refiere al acto o proceso de convertir a una persona en víctima por medio de la violación de derechos con actos deliberados, o involuntarios, que son dañosos.

Otro estudio de Ye (2022) analizó la relación entre la autoestima, la inteligencia emocional y la calidad de las amistades en adolescentes. Los resultados indicaron que niveles bajos de autoestima e inteligencia emocional están relacionados con amistades de menor calidad, caracterizadas por conflictos y traiciones.

Niveles bajos de autoestima e inteligencia emocional están relacionados con amistades de menor calidad, caracterizadas por conflictos y traiciones.

Estas investigaciones subrayan que las relaciones negativas, además de afectar el ánimo, modelan quién crees que eres (la identidad en la adolescencia).

Razones por las que una amistad puede volverse tóxica

Aunque es algo muy personal, hay algunas razones por las que una amistad puede volverse tóxica. No todas se dan de golpe. A veces solo hay una. ¿Te sientes reflejado?

1) Siempre tienes que demostrar que mereces estar ahí

Si sientes que necesitas ganarte su atención, su cariño o su aprobación con favores, secretos, regalos, sumisión o incluso humillándote, no es amistad: es una relación de poder. Y tú estás en desventaja.

2) Dudas de ti constantemente

Cuando cada decisión que tomas es cuestionada, cada logro minimizado o ridiculizado, y cada cambio en ti es visto como “una traición” a lo que fuiste… algo no va bien.

3) Lo tuyo nunca importa tanto

Tu dolor siempre es menos que el suyo. Tus emociones, menos válidas. Tus días malos, una exageración. En cambio, tú estás obligado a escuchar, cuidar, animar. Y si un día no puedes, eres “egoísta”.

4) Hay chantaje emocional disfrazado de cariño

“Si no me lo cuentas todo, entonces no somos tan amigas.”

“Si sales con otras personas, ya no te importo.”

Esto no es amor. Es control. Aunque venga con emojis, promesas o lágrimas.

5) Te absorbe hasta quedarte sin energía

Hay amistades que te dejan como una batería vacía o sin pilas. No por lo que dicen, sino por cómo te hacen sentir: agotada, insegura, vigilada... Como si vivir con libertad implicara traicionarlas.

¿Y si la amistad también es adicción?

Las investigaciones mencionadas de Dryburgh et al. (2025) sugieren que las dinámicas tóxicas en la amistad generan un ciclo muy parecido al de las relaciones de dependencia emocional: cuando estás lejos, te sientes culpable. Cuando estás cerca, te sientes mal.

Pero no puedes soltarla porque hay también momentos buenos, intensos, emocionantes... Ese es el problema. Que no todo es malo. Por eso cuesta tanto romper el vínculo. Pero eso no significa que no debas hacerlo.

Lo que nadie te dice: no hace falta un final dramático

Si te sientes así con una amistad (o así le ocurre a tu hijo adolescente), valida cómo te estás sintiendo, no lo minimices. No tienes que gritarle nada. Ni escribir un discurso. A veces basta con empezar a alejarte.

Con decir más veces “no”. Con volver a ti, poco a poco y sin culpa. Porque tú no estás para arreglar a nadie. Y aunque duela, lo más valiente no siempre es quedarse. A veces lo más valiente es marcharse antes de romperte tú también.

Foto | Portada (Freepik)

Temas
Inicio