Prevenir el consumo de drogas en la adolescencia desde que son pequeños es posible: te damos las claves

Prevenir el consumo de drogas en la adolescencia desde que son pequeños es posible: te damos las claves
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Habitualmente asociamos la prevención del consumo de drogas con adolescencia, pero la realidad es que debemos empezar a trabajarlo antes, mucho antes. Cuanto más preparados estén nuestros hijos, más herramientas van a tener para hacerle frente a esta situación llegado el momento. Pero, ¿no son demasiado pequeños en edad preescolar para hablar de ello?

No, no son demasiado pequeños para abordar el tema. En estas edades es precisamente cuando los niños están preparados para ir aprendiendo las habilidades necesarias que en el futuro les posibilitará asumir la responsabilidad de su conducta, que les ayudará a resistir ante la presión de su entorno (los amigos, etc.), a manejar los problemas de manera consciente y a respetarse como individuos, es decir, a tener una buena y sana autoestima.

Una relación de confianza con una buena comunicación

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De la misma manera que les ayudamos a instaurar hábitos saludables en materias como nutrición, ejercicio o higiene podemos hacerlo con respecto a las drogas. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?

Si pretendemos que en el futuro nuestros hijos nos cuenten qué hacen, qué temen, qué quieren (o qué presiones está recibiendo de su grupo de iguales) no podemos esperar a que llegue ese momento para demostrarles que pueden confiar en nosotros.

La confianza y la buena comunicación es algo que debemos trabajar desde bien pequeños, y no solo para abordar el tema de las drogas, también de cara a la prevención de abusos sexuales o para garantizar un apego seguro.

  • Escucha lo que te cuente, ha de saber que estamos siempre disponibles para él/ella.
  • Habla con tu hijo todos los días: cuéntale qué tal te ha ido el día, de esta manera será más fácil que él/ella te cuente cómo ha sido el suyo.
  • Si le haces preguntas procura que sean abiertas, es decir, que no se puedan responder con un “sí” o con un “no”. Esto facilita que nos proporcionen más información y que se sientan escuchados (mi padre/madre me pregunta porque se interesa por mi y por mis cosas).
  • Contesta a sus preguntas, sean las que sean y sean sobre lo que sean. Si los niños perciben que hay temas que son tabú aprenderán que hay cosas de las que “es mejor no hablar”, y eso va en contra de lo que buscamos, ¿no es cierto?
  • Pregúntale por su opinión. Que sean pequeños no quiere decir que no la tengan (y bien clarita). Con esto hacemos que se sientan valorados, con lo cual favoreceremos una mejor autoestima. Estudios demuestran que, por ejemplo, una baja autoestima con 11 años correlaciona con más riesgo de consumo de drogas con 20 años.
  • Transmítele la importancia de cuidar su cuerpo, de comer bien, hacer ejercicio, dormir… De esta forma comenzamos a instaurar hábitos saludables (contrarios al consumo de drogas). ¿Cómo? Resalta los momentos en que hacéis algo saludable y las consecuencias que tiene. ¡Mira cuánto rato vamos a poder jugar porque tenemos un montón de energía gracias a haber descansado bien! o Mira cuánto puedo correr gracias a lo bien que he comido hoy.
  • Favorece que tome decisiones por sí mismo. A veces vamos con tanta prisa que no nos damos cuenta de que al decidir por ellos no le estamos permitiendo desarrollar sus habilidades de toma de decisiones. Por ejemplo déjale que elija qué ponerse para ir al cole (si te atormenta que vaya como un fantoche prepárale varios conjuntos y que elija entre ellos: tendrá la sensación de que ha sido su elección).
  • Explícale las cosas, aunque te parezca pequeño si adaptas el lenguaje lo entenderá. A parte de, obviamente, mantener lejos de su alcance los productos tóxicos que hay en casa, podemos perfectamente explicarle por qué no debe tocarlos o tomarlos. De la misma manera podemos aprovechar las visitas al médico, cuando le recetan alguna medicina, para hablar de sustancias que nos ayudan a ponernos bien, cuándo debemos tomarlas, cuándo no…

Somos su ejemplo, su modelo

Los niños aprenden no solo de lo que les decimos, aprenden (y mucho) de lo que ven que hacemos. Dado que somos su modelo conviene que empecemos a reflexionar acerca de nuestra conducta, de qué le estamos enseñando con ella.

  • ¿Nuestro ocio está siempre ligado al consumo de alcohol o drogas? ¿Consumimos alcohol o drogas para “resolver problemas” o reducir nuestro estrés?
  • Ahora intentemos utilizarla de manera consciente para proporcionarles un modelo saludable.

Nunca es demasiado pronto para ir sembrando la semilla que permitirá a nuestros hijos enfrentarse a los retos del futuro o estar preparados para cuidar de sí mismos. Hablemos con ellos, demostrémosles nuestra confianza y vayamos con ellos de la mano en este camino, a veces arriesgado, que es crecer.

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