Mi hijo no se arrepiente cuando hace algo mal: así puedes ayudarlo a conectar con sus emociones y cuándo supone un problema

Mi hijo no se arrepiente cuando hace algo mal: así puedes ayudarlo a conectar con sus emociones y cuándo supone un problema
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El arrepentimiento es un sentimiento que surge cuando tomamos consciencia de ciertas acciones que hemos llevado a cabo, las cuales han producido unas consecuencias indeseadas. Está muy ligado al sentimiento de culpa; cuando nos sentimos culpables, puede aparecer el arrepentimiento (aunque no siempre).

¿Para qué es útil esta emoción? Evidentemente, no para cambiar el pasado ni regodearnos en el daño o aumentar nuestro sentimiento de culpa, pero sí para aprender, mejorar, pedir perdón... Sin embargo, a algunos niños, cuando hacen algo mal (por ejemplo; contestar mal, agredir a otro niño, mentir...), parece que les da igual el daño que han causado. Pueden incluso restarle importancia o verbalizarlo; "me da igual". Pero, ¿qué hay realmente detrás de todo esto?

Niños que no muestran arrepentimiento: posibles causas

En la mayoría de los casos, que los niños no se muestren arrepentidos, no significa que realmente no lo estén. Tras esta conducta de "todo me da igual", puede haber una gran dificultad para conectar con las emociones, y esto incluye identificarlas, ponerles nombre, saberlas gestionar...

Si yo no sé cómo me siento, ¿cómo me voy a arrepentir de lo que he hecho? También puede mostrar una dificultad para empatizar; si no puedo entender que he causado daño a alguien, ¿cómo me voy a arrepentir?

En otros casos, es una baja tolerancia a la frustración lo que hay detrás, que genera enfado y orgullo. También, la vergüenza de reconocer que no se han portado bien. Y en otras ocasiones, lo que hay es una falta de habilidades sociales; no saber cómo pedir perdón, cómo responder a un conflicto, etc.

Como vemos, en todos estos casos, no hay una falta real de arrepentimiento, sino una falta de habilidades sociales y emocionales. Y en casos más extremos (que son minoritarios), la falta de remordimiento esconde, en realidad, una psicopatía. Eso sí, ésta debe ir acompañada de otras señales o síntomas, como:

¿Cuándo puede suponer un problema?

Más allá de la psicopatía infantil, que evidentemente es un problema (tema que no vamos a desarrollar ahora), vamos a ver los casos en los que la aparente falta de remordimiento, supone un problema para los niños.

Esto lo indicará la frecuencia e intensidad del síntoma, así como la interferencia de éste en el día a día del niño. Así, puede suponer un problema cuando:

  • El niño es incapaz de reconocer sus errores, aún después de haber reflexionado con él sobre estos (es decir, existe rigidez).
  • La falta de remordimiento aparece siempre, no de forma puntual.
  • Le genera problemas con otros niños, en la escuela o a nivel familiar.
  • Le genera malestar y sufrimiento.
  • Le impide conectar realmente con sus emociones.

Cómo podemos actuar como padres

Si tu hijo muestra esta falta de arrepentimiento, ayúdale a indagar qué hay detrás; ¿falta de tolerancia a la frustración? ¿Vergüenza? ¿Falta de habilidades sociales? O tal vez, una incapacidad de conectar con sus emociones. Poniendo luz a su causa, estaremos más cerca de poder ayudarles. Algunas pautas que os pueden servir son:

  1. Ayudarle a identificar el daño que ha causado.
  2. Fomentar su reflexión sobre ese daño: ¿crees que está bien lo que has hecho? ¿Por qué?
  3. Ayudarle a empatizar; ¿cómo te sentirías tú si te hubieran hecho lo mismo?
  4. Ayudarle a poner nombre a lo que siente. Para esto, podemos ayudarnos de algunas estrategias como la técnica del semáforo, la rueda de las emociones...
  5. Señalar las funciones del arrepentimiento; no se trata de que se regodeen en lo que han hecho mal, sino de que esta emoción sea útil para ellos; que les acerque al perdón, a empatizar, a identificar qué cosas es mejor evitar en el futuro, qué cosas podrían hacer diferente...
  6. Buscar con ellos alternativas más sanas: ¿de qué otra forma podrías haber actuado?
  7. Evitar conductas como; obligarle a pedir perdón, chantajearle ("si no pides perdón, no iremos más al parque"), forzarle, etc. Esto solo empeora la situación.

Y es que, obligar a los niños a pedir perdón cuando no lo sienten es algo que viven como antinatural; además, tampoco aprenden nada con ello. Es mejor darles espacio y tiempo para que su emoción baje de intensidad, validándoles y acompañándoles sin forzarles, y después animarles a empatizar con la otra persona, reflexionando sobre sus emociones y sobre lo que pueden aprender gracias al arrepentimiento.

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