Lo que no debería pasar en una escuela infantil. Entrevista a la maestra Verónica de la Iglesia

Lo que no debería pasar en una escuela infantil. Entrevista a la maestra Verónica de la Iglesia
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Ha comenzado el curso y es habitual empezar a escuchar y leer quejas y preocupaciones de los padres sobre como se atiende a los niños en las escuelas infantiles, pues no siempre es esta incorporación al sistema escolar una experiencia feliz. Hoy hablaremos con la maestra Verónica de la Iglesia sobre esta situación: lo que no debería pasar en una escuela infantil.

Y es que, en mi opinión y la de muchos profesionales, hay serios defectos en la manera que se estructuran y organizan algunas escuelas infantiles y eso, lógicamente, hace infelices a los niños. Les hace sufrir y les hace tener que pasar por situaciones que empobrecen su aprendizaje y perjudican su equilibrio emocional.

Por supuesto en otras muchas escuelas las cosas se organizan pensando en los niños y sus verdaderas necesidades, pero de esas hablaremos otro día. Hoy nuestra entrevista trata sobre lo que no debe pasar en las escuelas infantiles y es a Verónica de la Iglesia: madre de un niño maravilloso de 2 años y medio y otro en camino y titulada como Técnico Superior en Educación Infantil e Integración Social. Ejerce como educadora infantil de primer ciclo en una escuela infantil pública desde 2006 y actualmente continúa formándome con la Pedagogía Blanca y como Asesora de Lactancia.

¿Cómo debería ser la relación familia-escuela infantil?

Debería ser una relación cercana, sincera y abierta, donde haya una comunicación fluida que sirva para retroalimentarse en beneficio del niño.

La educación infantil abarca un tramo de edad muy sensible en el que es imposible pensar en trabajar con los niños sin contar con sus familias, o limitando su participación a ser meros espectadores en festivales navideños, de fin de curso, reuniones trimestrales y notas de agenda.

Yo abogo por la comunicación diaria, no limitar el tiempo de permanencia de los padres en las aulas y crear talleres y actividades que fomenten lazos entre ambos mundos.

¿Qué cosas crees que no deberían preguntar en una entrevista inicial o, si se preguntan, para qué pueden usar esa información?

He visto entrevistas de todo tipo a lo largo de mis años de experiencia laboral... cuántas horas duerme, si tiene una habitación para él sólo... generalmente se limitan a datos personales y cuestiones de higiene, alimentación y sueño.

Las preguntas deberían, primero, adaptarse a la edad del niño y segundo, aportar datos que la educadora necesite realmente. Considero más importante que la entrevista inicial la haga la educadora con la familia y el niño presentes, en un ambiente relajado sin tantas notas ni preguntas estereotipadas, para conocer un poco más al pequeño , sus costumbres y el estilo de crianza de la familia.

¿Es necesario hacer filas?

Rotundamente no, a no ser que se trate de una parte de una sesión psicomotriz, o que estés trabajando la fila y quieras mostrársela desde la vivencia antes que sobre el papel.

Las filas como forma de trasladar al grupo de una estancia a otra me resultan antinaturales y limitan la autonomía del niño. ¿Es qué los adultos vamos en fila de a uno y en silencio por la oficina, al centro comercial, a la playa...? ¿verdad que no?

Son una forma más de limitar los actos de los niños, de anular su voluntad para tenerlos controlados.

¿Cómo definirías una mala política de adaptación escolar?

Es una mala política aquella que no respete el ritmo individual del niño.

No es buena política tampoco la que elija su método en función de las necesidades de la escuela y no de las del niño. Hay que pensar primero en el niño, la adaptación es para todos sí, pero la familia y la escuela deben amoldarse al niño y no a la inversa, lo cual suele ser bastante habitual.

Es una mala política aquella que estipule horarios rígidos de permanencia en el centro, la que se ponga límites para dar por finalizada la adaptación, la que ignora o anula la opinión o participación de las familias. Por ejemplo: el niño que en un mes no esté adaptado pasa a hacer jornada completa sí o sí.

¿Por qué es inadecuado obligar a que el niño vaya sin pañales a la escuela a determinadad edad como los tres años?

Para empezar porque no es natural. Cada niño tiene su propio ritmo madurativo, no hay ninguna ley natural por la que se regule el esfínter al cumplir los tres años o los dos o a los cuatro, por tanto no se puede forzar a la naturaleza.

Las consecuencias son mucho más negativas y mucho más importantes de lo que nos pueda parecer pues, cuando el niño no está preparado para ello, el aprendizaje se vuelve agresivo, imperativo, para nada respetuoso.

Es más, según los pediatras, la falta de control de esfínteres no se considera un problema hasta que sobrepasa los cinco años de edad, así que no tiene ningún sentido que se pretenda que los niños lo dejen antes obligados.

Hasta aqui por hoy. El viernes que viene seguiremos entrevistando a la maestra Verónica de la Iglesia sobre lo que no debería pasar en una escuela infantil y seguiré trabajando, porque en las próximas semanas hablaremos con más profesionales de la educación que nos contarán lo que deberia suceder en la escuela infantil ideal.

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