Hugo tiene 14 años, sale del instituto y se sienta en el coche de su padre, apenas habla. Pero nada más llegar a casa, el teléfono vibra: “¡Necesito contarte lo del examen!” exclama con alivio al reenviar un mensaje a su mejor amigo.
Ese instante encierra una verdad: los chicos y chicas de esa edad sienten una conexión especial con sus iguales. ¿Pero esto es malo? Al contrario: es señal de crecimiento. ¿Qué dice la ciencia?
Por qué buscan a sus amigos antes que a sus padres
En la adolescencia, el cerebro vive un cambio radical. El sistema emocional “se acelera”, mientras que el control ejecutivo — el que frena las emociones— aún está en construcción. Esta disparidad sensibiliza a los adolescentes a la aceptación social y al juicio de sus iguales. Según un estudio de Steinberg (2008), este desequilibrio motiva la conexión intensa con los iguales.
Además, Fuligni y Eccles (1993) demostraron en Developmental Psychology que cuando los jóvenes perciben una buena relación con sus padres, miran con más seguridad hacia sus amigos —no para sustituir, sino para complementar ese vínculo—. Es decir, confiar en sus amigos es parte natural del desarrollo.
La amistad como 'ensayo' general para la vida
Un estudio de Brown y Larson (2009) de Handbook of Adolescent Psychology resalta que las relaciones entre iguales no solo son íntimas, sino que también enseñan habilidades clave: empatía, negociación, apoyo emocional y resolución de conflictos . Están probando “cómo funciona una red de apoyo” fuera del núcleo familiar.
- Ejemplo: Marta, 17 años, mantiene su secreto sobre un chico solo con su amiga. Cuando se siente incomprendida por sus padres, recurre a alguien que “está en la misma película”. Esa conversación mejora su autonomía emocional.
Beneficios de confiar en los amigos
La evidencia científica lo confirma: las amistades cercanas actúan como escudo ante la ansiedad y el estrés. En Journal of Research on Adolescence, Brendgen et al. (2004) mostraron que adolescentes con buenas amistades tenían niveles más bajos de ansiedad social y mayor bienestar emocional.
Otro hallazgo reciente (Li et al., 2025), tras el seguimiento de casi 1.000 estudiantes chinos, reveló que cuantos más amigos cercanos tenían al inicio del estudio, mayor era su bienestar emocional meses después, mediado por la confianza y el apoyo mutuo.
Y que los adolescentes pongan a sus amigos un escalón por encima no significa que rechacen a sus padres. Es más bien una estrategia de equilibrio: experimentan la cercanía desde otro ángulo, más horizontal, sin autoridad ni juicios. A veces, un silencio en casa puede estar lleno de comprensión implícita, más que de desconexión.
Cómo acompañar con inteligencia emocional
Aquí va lo que no solemos escuchar:
- Evita competir por su confianza. “¿Qué habéis hablado?” puede cerrar más puertas que abrirlas.
- Valora y respeta su espacio. Si se abre, será cuando confíe de verdad. Dona seguridad sin presionar.
- Acompaña desde "la sombra". Un “me encantaría escuchar cuando tú quieras” actúa como red de contención.
- Cultiva tu amistad con ellos. Que te vean como persona, no solo como padre o madre.
Un paso hacia la madurez
Que un hijo confíe más en sus amigos que en ti no tiene por qué ser una señal de alejamiento (y menos cuando tenéis buena relación); puede ser también señal de evolución. Es buena señal: está practicando cómo sostener relaciones adultas y construyendo su propia red de apoyo, buscando su independencia y cultivando su identidad.
Aquí no se trata de escuchar todos sus secretos. Se trata de ofrecer un espacio seguro desde donde puedan volver si lo necesitan. Así cultivamos adultos emocionalmente autónomos, con amigos… y con corazón para seguir contando contigo.
Foto | Portada (Freepik)
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