¿Qué quieren las madres? (IV)

¿Qué quieren las madres? (IV)
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Y siguiendo dándole vueltas a lo que las madres quieren que les de la sociedad, planteándome un modelo en el que sus deseos tuvieran cabida, llego a la conclusión de que habría que buscar fórmulas para lograr una sociedad maternante, centrada en la crianza de los ciudadanos del futuro y volcada en atender sus necesidades primarias.

Pero, para que nadie me acuse de utópia, vamos a hablar de dinero, de costes y de riqueza. Pues una sociedad que no identificara conciliación con guardería no nos saldría, de ninguna manera, más cara.

Una sociedad maternante

Una sociedad feminizada, maternante, centrada en la crianza y las necesidades de los niños sería, estoy segura, una sociedad más feliz.

No debe implicar obligatoriedad para todos, pero si libertad de elección real y un modelo en el que no sea la producción con sistema pensado en contra de los niños el objetivo prioritario, sino una producción de hogar y calor, felicidad y tiempo para las familias.

¿O es que las familias, los niños, ya no importamos y solamente somos eslabones en la producción, egipcios destinados a ocupar el lugar en la construcción de una pirámide que no nos devuelve justamente la riqueza o nos roba el tiempo más preciado que es ver crecer y cuidar a nuestros niños?

Pero vamos a hablar de dinero ahora. Lo que cuesta el modelo de conciliación de las guarderías de verdad.

Hablemos de dinero

Pero hablemos de dinero, la única forma de riqueza que parece entenderse. Una plaza de guardería sale muy cara de mantener. El sueldo de las cuidadoras, de los administrativos, de las limpiadoras y auxiliares, de los funcionarios que las organizan y controlan, luz, agua, calefacción, productos de limpieza, material escolar, mantenimiento del local, seguros, formación, publicidad, actividades, suelo, construcción... mucho, pero que mucho dinero es lo que cuesta tener a los niños en la guardería.

En solamente el mantenimiento de una plaza escolar el Estado gasta más de 5000 euros al mes. En una plaza de guardería pública lo desconozco concretamente, pero recuerdo Rosa Jové explicaba que puede salir por unos 2000 euros al mes.

Ya quisiera yo esos 5000 euros que no uso para poder educar a mi hijo libremente, pero renuncio a ellos para que otros, los que lo necesiten, los usen. Pero, si de verdad cuesta eso una plaza de guardería, aunque sea la mitad, ¿cuantas mamás no se quedarían en casa si pudieran recibir ellas ese dinero y además las garantías sociales que reciben las cuidadoras ajenas a la familia?

Los costes añadidos de la guardería

La guardería tiene además muchos costes añadidos, ocultos. Los niños que van a la guardería se ponen malitos, en general, más que los que son cuidados en sus casas y tienen más incidencia de algunas enfermedades. Ya solamente eso, en atención médica, medicinas, sería un ahorro monetario.

Encima, le deberíamos sumar todas esas bajas que piden las madres, a veces mintiendo diciendo que son ellas las que están malas, para poder quedarse a cuidar a un niño enfermo en casa y no mandarlo con fiebre a la guardería, evitando el contagio de otros.

Además, como ya había explicado, la guardería no es la mejor opción para el óptimo desarrollo de los niños según expertos centrados en la crianza respetuosa con las necesidades infantiles, como son Eduardo Punset, Eulalia Torrás o Carlos González.

Cuando se calcula la riqueza de un país solamente se computa el trabajo remunerado. Eso deja mucho trabajo real, el que suelen hacer las mujeres cuidando a sus hijos o a familiares enfermos o ancianos, sin computar. Y eso también es riqueza y trabajo, una riqueza invisible, un trabajo despreciado sin el que ninguna sociedad podría seguir adelante.

Simplemente si en vez de empecinarse en construir guarderías y negar la ampliación de las bajas maternales, se invirtiera ese dinero en ayudar a las familias que quisieran quedarse cuidando a sus hijos, pondríamos las bases de una sociedad en la que las madres serían realmente libres de decidir que quieren hacer con sus vidas. Pagándoles a ellas lo que se paga a las guarderías. El gran secreto de la concliación, el truco, el cambio de modelo social y productivo que primara la libertad y los derechos de los niños.

La madre esclava

Una mujer que se convierte en madre, y esto implica al 78% de las mujeres europeas mayores de edad, una parte muy significativa de la sociedad democrática, su manera de ver el mundo y sus prioridades dan un vuelco enorme y no quieren trabajar a tiempo completo mientras sus hijos son pequeños si pueden elegir.

Si no podemos elegir quedarnos con nuestros hijos somos esclavas, esclavas del sistema de trabajo y de la sociedad que nos niega la posibilidad de elegir, pagándonos por la más importante labor que existe: formar y cuidar a nuestros hijos, los ciudadanos del futuro, como le pagan a otros por hacerlo.

La mayoría de las madres ya no queremos lo mismo que antes, ya no queremos lo mismo que antes, lo repito, lo reitero, creo que es algo muy claro, mal que le pese al Ministro de Trabajo, a Badinter, y a los ideólogos de una sociedad desmaternizada, que quieren convencernos de que ser madre es una esclavitud y de que veamos a nuestros bebés como objetos que entregar a las instituciones.

Toda una corriente ideológica está empeñada en negarnos nuestro derecho a elegir, convenciéndonos de que querer pasar más tiempo con los hijos es retrógrado, antiprogresista, machista o enfermizo, hasta tratando de convencernos que unos desconocidos van a atender mejor a nuestros bebés que nosotros mismos. De que somos una inútiles que vamos a hacer daño a nuestros niños si no nos separamos de ellos cuando son bebés. El colmo del absurdo.

La madre libre decide libremente

No es verdad. Las madres queremos estar con nuestros hijos, al menos, una gran parte de las madres quieren pasar más tiempo con sus hijos. Le guste a algunos o no, respetando a quien quiera vivir de otra manera, nosotras también tenemos derecho a ser escuchadas. La madre libre decide libremente.

Incluso las madres que desean seguir trabajando a tiempo completo no son madres que quieren separarse de sus hijos, ellas también necesitan medidas reales de conciliación con urgencia: bajas más largas, ayudas, medidas fiscales y sociales, guarderías cerca del trabajo, permisos si el niño está malito, flexibilidad, libertad.

Incluso quien trabaja a tiempo completo quiere poder estar con sus hijos más tiempo y cuando ellos más las necesitan. Y desde luego dudo mucho que consideren que meter a un recién nacido en la guardería sea un modelo deseable ni una forma de respetar los derechos y las necesidades de su hijo.

La conclusión parcial sería que las madres queremos estar con nuestros hijos y nuestros hijos se benefician de ello. Sin embargo, seguiré profundizando en este tema, buscano una forma de adecuar lo que quieren las madres a la realidad social.

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