¿Priorizar la pareja a los hijos o al revés? El consejo de una psicóloga para tener relaciones familiares sanas y equilibradas

¿Priorizar la pareja a los hijos o al revés? El consejo de una psicóloga para tener relaciones familiares sanas y equilibradas
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Como psicóloga, en las sesiones de psicoterapia con mis pacientes, son muchas las consultas que me hacen las familias sobre los roles en la pareja cuando llegan los hijos. Es un cambio de vida radical, y es normal que asalten dudas.

Y es que muchas parejas me consultan sobre esto: ¿cómo afrontar estos cambios? ¿Cómo seguir cuidando la relación para no caer en una crisis de pareja, con la llegada de un bebé? ¿Cómo conciliarlo todo? A raíz de ello, he resumido algunas de las reflexiones que comparto con mis pacientes a la hora de reorganizar su nueva vida familiar.

Pasar de pareja a padres: cómo enfocar este nuevo sistema familiar

Cuando nace un hijo, un ser que depende absolutamente del calor, amor y cuidados de sus padres para sobrevivir, éste se convierte en su prioridad. Y es algo sano, biológico, instintivo. Es decir, algo totalmente natural.

Pasamos de ser una pareja a ser papás, es decir, nuestro rol y nuestra identidad se expanden y nos convertimos en una familia; todas nuestras prioridades cambian. Sin embargo, aunque lo más natural sea que ese bebé de repente ocupe todo nuestro espacio mental, también es sano equilibrar.

Además, a medida que los hijos crecen, los cuidados y necesidades cambian y las prioridades familiares se van reajustando. Como veremos, para lograr un adecuado bienestar familiar, esta prioridad deberá ir pivotando entre los hijos, la pareja y uno mismo, para que el sistema familiar sea sano y equilibrado. Entonces, ¿priorizamos la pareja a los hijos, o al revés?

¿Priorizar la pareja a los hijos?

La respuesta correcta a esta pregunta, en realidad no existe. Ni es ideal priorizar siempre a la pareja, ni tampoco lo es, priorizar siempre a los hijos (aunque cuando son aún muy bebés, sí sea normal y sano lo segundo). Pero la clave está en ser flexibles, es decir, en ser capaces de adaptarnos a las circunstancias, a las necesidades de nuestra familia y a cada momento vital.

Habrá momentos en que nos necesitará más nuestra pareja, y otros, nuestros hijos. Por ejemplo, cuando los hijos son más pequeños, necesitan más atención. O cuando la pareja está pasando un mal momento. O cuando los hijos son adolescentes... Cada familia es un mundo. Y está bien que podamos pivotar nuestra atención, nuestro foco y energía en función del momento.

La clave está en ser flexibles, es decir, en ser capaces de adaptarnos a las circunstancias, a las necesidades de nuestra familia y a cada momento vital.

Por otro lado, hemos de tener muy claro que priorizar a nuestros hijos o a nuestra pareja, en un momento dado, no significa "dejar de lado" a la otra parte, olvidarnos de ella, abandonarla. Para nada.

Priorizar significa solo eso, invertir más energía, tiempo y atención a esas personas, en un momento dado, debido a una situación X. Pero podemos priorizar a la pareja y a la vez, seguir cuidando a los hijos, y viceversa.

La importancia de encontrar el equilibrio

Así, se trata de encontrar el equilibrio; es decir, que ese priorizar se pueda ir equilibrando tanto con los hijos como con la pareja. Pero para lograr ese equilibrio en la balanza, deberemos ser capaces de identificar el momento vital, las circunstancias y las necesidades de nuestra familia. Y para llegar a ello, la clave está en la comunicación.

Pero no solo es importante lo que ellos necesitan, sino lo que necesitamos nosotros. Es decir, valorar también cómo estamos nosotros de energía, y si podemos dar o no ese "plus" a nuestra familia. Necesitamos y merecemos cuidarnos a nosotros mismos, es decir, encontrar momentos en los que la prioridad seamos nosotros, para poder priorizar.

¿Cómo priorizar a los hijos y la pareja?

Pero, ¿cómo podemos priorizar, tanto a los hijos como a la pareja? Se trata de estar presentes y disponibles en su vida. Y para lograr esa presencia, será fundamental fomentar una comunicación abierta en la que ambas partes podamos expresar cómo nos sentimos.

Nos puede ayudar establecer en el día a día algún tipo de rutina donde "chequeemos" cómo está el otro, si necesita algo, y donde podamos expresar también nosotros si tenemos alguna necesidad.

Recuerda que priorizar a los demás no significa dejar de priorizarnos a nosotros mismos, esto es un trabajo bidireccional, un trabajo en equipo. Así, priorizar implica:

  • Dedicarle al otro energía, atención y tiempo de calidad.
  • Fomentar una comunicación fluida y abierta donde todos podamos expresar cómo estamos, nuestras necesidades físicas y emocionales, etc.
  • Mostrar interés, preguntar mucho. Por ejemplo, "¿qué necesitas?", "¿cómo estás?", "cuéntame tu día"...

Las consecuencias de priorizar solo a los hijos

Como hemos visto, la clave está en equilibrar. Pero, ¿qué ocurre si solo priorizamos a una de las partes, todo el tiempo? Si solo priorizamos a los hijos, corremos el riesgo de descuidar la relación de pareja (a veces incluso llegan las crisis de pareja) y de convertirnos en un padre o una madre controladora (también llamados padres helicóptero).

En esos casos, podemos agobiar a los hijos, invadir su espacio y olvidarnos de la relación o incluso, de uno mismo. Además, ten en cuenta que, el hecho de que nuestros hijos vean a sus padres cómo se quieren y se cuidan, es algo también positivo para ellos. A través de estos gestos fomentamos el amor, la paciencia (por ejemplo; "ahora tengo que hablar con papá, espera un momento") y la tolerancia a la frustración.

Priorizar la familia como un todo

En definitiva, y como dice una frase célebre, en el equilibrio se encuentra la virtud. La clave está en cuidarnos a todos, de forma individual (a la pareja, a los hijos y a uno mismo) pero a la vez, cuidarnos como "un todo".

Somos una familia, y eso significa que, priorizar a uno de los miembros es, en realidad, cuidar a los demás. La familia es como un sistema de energías, que para poder funcionar de forma sana requiere amor, presencia y atención en cada miembro y vínculo (es decir, seguir actuando como padres pero también, como pareja).

Foto | Portada (Freepik)

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