Es sabido que, tras la llegada de un bebé, debemos adaptarnos a una nueva rutina, aunque más que una rutina son unos días que, a causa de las pocas horas de sueño y las demandas del recién nacido, se pueden sentir como un caos total.
Pero lo que quizás muchos no saben, es que específicamente durante la segunda noche tras el nacimiento del bebé se presenta una situación para la que muchos padres y madres no estaban preparados: la 'crisis de la segunda noche' o la 'noche de las vacas locas'.
Te contamos de qué se trata, por qué ocurre y cómo superarla.
La segunda noche del bebé
Se suele hablar con frecuencia de las primeras horas con el bebé, un periodo en que tanto la madre como el recién nacido necesitan privacidad, tranquilidad y descanso. En ese primer día o primera noche, el bebé suele caer en un sueño profundo y reparador... pero al llegar la segunda noche, la cosa cambia.
Sucede que en las 24 a 48 horas posteriores a su nacimiento, el bebé se encuentra mucho más inquieto, activo y demandando estar al pecho el mayor tiempo posible, muy distinto a lo que habíamos vivido durante la primera jornada.
Esta noche suele recibir coloquialmente el nombre de 'la noche de las vacas locas', precisamente debido a que -al menos en comparación con la relativa calma del primer día- se vuelve una locura. Desde el blog de LactApp señalan que esta crisis de la segunda noche suele ser, además, la primera crisis de lactancia del bebé.
¿Por qué sucede esto?
De acuerdo con lo que explican en LactApp, en la segunda noche de vida del bebé los niveles de estrógeno caen en picado, la prolactina marca su pico más alto y es cuando al bebé le toca ponerse en marcha y comienza a mamar, ¡y mucho!
Derivado de este comportamiento, algunas madres se sienten inseguras y, entre el cansancio y la demanda del bebé, comienzan a pesar que quizás hay algún problema con su leche, como dudar si ésta es suficiente o sentir que únicamente la está usando como chupete. Pero nada más alejado de la realidad.
Pasa que el bebé, ya que ha recuperado energía suficiente tras el parto, se da cuenta que tiene que buscar alimento, por lo que comienza a pedir teta en cada oportunidad, muchas veces incluso sin dormir ni dejar dormir a la madre más de unos minutos.
Cómo superar la crisis de la segunda noche
Foto | Jimmy Conover en Unsplash
Lo primero que hay que saber (y aceptar) es que la actividad de la segunda noche es algo prácticamente inevitable, pues se trata de una evolución natural del recién nacido tras el parto. Lo segundo, que es posible hacer que ésta sea más llevadera para todos.
Para ello, la anticipación y el acompañamiento son esenciales. Intenta descansar todo el tiempo que te sea posible durante el primer y segundo día tras el parto, de manera que no llegues a esa segunda noche agotada.
Así que sí, aquí es cuando debes hacer caso a ese consejo que no siempre nos agrada: duerme cuando el bebé duerma. Necesitas recuperarte del parto para tener la energía necesaria para afrontar esa segunda noche. Pide ayuda a tu pareja, familia o el personal de salud.
Lo siguiente es tener claro que la crisis de la segunda noche es algo temporal, que no durará más de una noche o dos, especialmente para cuando lleguen esos momentos de cansancio y desesperación a media madrugada.
Por otro lado, recordar que no solamente es una noche complicada para la madre, sino también para el bebé. Hay que procurar acompañarle de la mejor manera posible, haciendo piel con piel y poniéndolo al pecho cada que lo pida, pues no olvidemos que la teta no solo alimenta, sino que también le aporta seguridad y calma.
Finalmente, evita recurrir inmediatamente a la suplementación con fórmula. Aunque es entendible que en medio de la desesperación y el agotamiento veamos la fórmula como una solución fácil o pensemos que es necesario recurrir a ella, este no siempre es el caso, y dársela al bebé podría inhibir el inicio de la lactancia y hacer que dudes aún más de tus capacidades para amamantarle.
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