Siete cosas que haría diferentes en mi primera lactancia, si pudiera volver en el tiempo
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Siete cosas que haría diferentes en mi primera lactancia, si pudiera volver en el tiempo

La lactancia es uno de los mejores regalos que podemos dar a nuestro bebé en sus primeros meses de vida. Sin embargo, no siempre resulta fácil iniciarla ni mantenerla, especialmente cuando eres madre primeriza y tienes muy poca información y muchas dudas respecto a ella.

Por eso, y porque nadie nace sabiendo ser madre, comparto siete cosas que haría diferentes en mi primera lactancia si pudiera volver en el tiempo, con la finalidad de que éstas le sirvan a otras madres lactantes primerizas.

Buscaría información antes de la llegada de mi bebé

Considero que este fue uno de los puntos clave más importantes que lo hubieran cambiado todo. Antes de ser madre, me enfocaba más en otros temas (asuntos de mi trabajo, de ocio, de crecimiento personal), por lo que para mí el concepto de lactancia era que "se daría de manera natural". Error.

Una de las mejores cosas que podemos hacer en el embarazo además de prepararnos para el parto, que suele ser una de las cosas que más dudas genera en primerizas, es prepararnos para la lactancia: leer, buscar información, hablar con otras mamás que hayan amamantado, identificar alguna asesora de lactancia a la que podamos contactar cuando llegue el momento.

Me estresaría menos

A la par del nacimiento de mi hija, nació una preocupación inmensa y permanente que posiblemente me acompañará el resto de nuestra vida: darle lo mejor de mí. El inicio de mi lactancia no fue fácil, tras una cesárea de emergencia, parecía que todo se ponía más difícil (y solo tenía dos días siendo madre).

Me estresé demasiado porque no lograba tener un buen agarre, lo que naturalmente hacía que me desesperara más rápido y me preguntara "por qué yo" estaba teniendo tantos problemas, si se suponía que la lactancia es lo más natural del mundo (realidad: dar el pecho solo es fácil en teoría, pues la práctica es muy distinta.).

Sería más amable conmigo misma

Y en este mismo sentido, definitivamente sería muchísimo más amable y paciente conmigo misma. Me estaba exigiendo demasiado cuando aún me estaba recuperando, ignorando que si no tuvimos un buen inicio, podríamos retomar e intentar una lactancia más óptima después.

Prepararía un banco de leche

Mal o bien, logré establecer una lactacia mixta con mi hija, amamantándola varias veces al día durante sus primeros dos meses. Pero cuando terminó mi baja por maternidad y tuve que volver al trabajo, los pocos avances que había tenido comenzaron a ser retrocesos.

Cansada y lejos de mi hija durante todo el día, en un lugar donde no había ni un espacio privado para extraerme leche, mi producción comenzó a bajar drásticamente y eventualmente, a los ocho meses lo dejamos. De haber tenido un banco de leche con tiempo y establecido una rutina de extracción, posiblemente hubiéramos logrado continuarla por un mayor tiempo.

Confiaría más en mí

Creo que gran parte de los errores y fracasos que tuve en mi lactancia fueron ocasionados por la desinformación, pero indudablemente el miedo y mi inseguridad de primeriza influyeron mucho en todo eso.

La falta de confianza, el cansancio, mis propias inseguridades personles y el no tener otras mamás con experiencia que me orientaran o pudieran dar consejos hicieron que establecer mi lactancia fuera frustrante, porque simplemente no lo lograba.

Pediría asesoría

Quizás es porque antes de ser madre jamás leía nada sobre maternidad, pero yo me enteré que las asesoras de lactancia existían hasta el día que nació mi hija, cuando la asesora del hospital fue a visitarnos y ayudarnos a iniciarla.

Con su ayuda aprendí algunas cosas básicas, pero no fue suficiente, ya que cuando volví a casa me sentí completamente perdida y estaba tan cansada y confundida que nunca se me ocurrió que podía buscar una asesora que me ayudara a resolver todos esos problemas y dificultades de la lactancia.

Dejaría la culpa de lado

Este punto bien podía limitarse a toda la experiencia de la maternidad. En el inicio muchas nos sentimos perdidas y tememos no estar haciendo bien las cosas. Ahora que han pasado varios años desde que mi hija era una bebé, veo que cargué mucha culpa sobre mis hombros, en una etapa en la que necesitaba ser más amable conmigo misma.

Hoy en día, a pesar de que no tuve la lactancia que hubiera deseado, entiendo que hubo muchas cosas que no hubiera podido cambiar y he aprendido a perdonar a esa mamá primeriza llena de miedos y dudas. Ahora estoy informada, y la próxima vez, será mejor.

Foto | iStock
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