Carta a mi primera sobrina: la que me hizo tía y me robó el corazón
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Carta a mi primera sobrina: la que me hizo tía y me robó el corazón

Convertirnos en madres es transformarnos por completo. La llegada del primer hijo, ese que rompe todos los esquemas y nos descubre una nueva forma de amar, sin duda es una experiencia como ninguna otra. Sin embargo, hay un nacimiento que también nos despierta un sentimiento que nunca habíamos tenido: el primer sobrino.

Por ello, hoy dedico unas palabras a mi primera sobrina: la que me hizo tía y me robó el corazón, al enseñarme un amor único y especial.

A mi sobrina...

Siempre supe que algún día me convertiría en tía, pues mi hermana tenía claro que ser madre era una de las cosas que quería ser. Lo que nunca imaginé, fue que hacerme tía cambiaría tanto mi vida. Desde luego, no lo fue como cuando nació mi hija, pero sin duda es otro sentimiento de cambio muy especial.

Todavía recuerdo el día que tu madre me dijo que venías en camino. Siendo yo madre, me emocionaba mucho la idea de acompañar a mi hermana pequeña en el embarazo, dándole los mejores consejos que podría dar (siempre y cuando ella me lo permitiera o pidiera) y alegrándome por cada semana que pasabas dentro de su barriga.

Poder ser testigo de esa espera en primera fila, me hizo entender cómo se sentía ella cuando yo estuve embarazada de mi hija. Claro, nuestros embarazos fueron muy distintos, pero el tuyo también me causaba mucha emoción e ilusión por tu llegada, y por el cambio que darías a nuestra familia.

Finalmente, llegó el día de tu nacimiento, y lo recuerdo como si fuera ayer. Los nervios de tu madre, la espera e incertidumbre de quienes tuvimos el honor de estar a su lado, y sobre todo: la primera vez que te vimos, y esa preciosa mirada que te dedicaba tu madre al tenerte en sus brazos.

Tengo que admitir que lo nuestro no fue amor a primera vista como el que tuve con mi hija, pero tomarte por primera vez en mi brazos ha sido uno de los momentos más bellos de mi vida. El segundo momento más bonito para mí tras tu llegada, fue cuando mi hija te conoció, y su reacción fue darte el besito y abrazo más tiernos que he visto.

Poco a poco, y con el paso de los días, fuiste robándote mi corazón, demostrándome un amor único y especial, muy similar al que siento por mi hija, pero diferente y a su propia manera. Un amor que nunca había conocido y no sabía que era capaz de sentir.

Convertirme en tu tía, despertó en mí ilusiones y emociones nuevas, y desde luego, un sentimiento de protección y cariño como si fueras mi propia hija. Y también, mucha diversión y complicidad. Porque ser tía, no solo es querer a un pequeñito que llega a tu familia, también es convertirte en compañera de juegos, cómplice de travesuras y consolar y acompañarte cuando es necesario.

Pero sin duda, algo que también me gusta de ser tu tía, es que tenerte a ti, es tener una compañera para mi hija, porque ser primas, es una relación preciosa que inicia desde la infancia, y ver cómo se quieren es algo maravilloso para toda la familia.

Aunque yo no sea tu madre, quiero que sepas que gracias a ti, me di cuenta que es posible amar con todo el corazón a una pequeña que no es mi hija, y desear protegerla y cuidarla como si lo fuera.

Así que gracias por llegar a nuestras vidas, por iluminarlas con tu presencia, sonrisa y abrazos. Porque al ser mi primera sobrina, me hiciste en tía y despertaste en mí un amor especial y diferente, con el que me has robado el corazón.

Foto | iStock, @unamamamillennial
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