Los sitios libres de niños, o el turismo sólo para adultos siempre es objeto de polémica. De un lado, quienes consideran apropiado prohibir la entrada a los menores con el fin de garantizar un espacio de tranquilidad y silencio para los clientes. De otro, quienes creen que los niños tienen el mismo derecho que los adultos a disfrutar del ocio o la restauración.
El último establecimiento en sumarse a la moda "adults only" ha sido un restaurante alemán llamado Oma’s Kuche, cuyo propietario ha prohibido la entrada a los menores de 14 años a la hora de la cena, para asegurar a sus comensales un rato de paz.
Tras 11 años de observación, considera que "los padres se desentienden de sus hijos"
Hace unos días, Rudolf Markl, propietario del hotel-restaurante Oma’s Kuche, explicaba en una entrevista a un medio local por qué ha prohibido la entrada a los menores de 14 años a partir de las 17:00 horas, momento en el que comienzan a servirse las cenas.
El hombre asegura que "le encantan los niños cuando saben comportarse", y que por ese motivo no les ha prohibido por completo la entrada. Pero tras muchos años observando a sus clientes llegó a la conclusión de que muchos padres se desentienden por completo de sus hijos cuando van a un restaurante, y acaban dejando en manos de los trabajadores del local su atención y educación.
Afirma en la entrevista que llegó un momento en que las escenas que veía le hicieron tomar esta decisión:
"Había servilletas tiradas por los suelos, y el vino derramado. En ocasiones nos hemos encontrado con comida arrojada a la mesa de al lado. Hay situaciones que han llegado tan lejos, que algunos clientes afectados han acabado marchándose antes de tiempo porque no soportaban la actuación salvaje de los niños. Pero lo peor de todo es que algunos padres no hacían nada al respecto cuando el personal de servicio les llemaba la atención"
"Nuestro trabajo no es educar a los niños, sino proporcionar a nuestros clientes un buen momento con deliciosas comidas y bebidas"
El restaurante abrió sus puertas en el año 2007 y se encuentra ubicado en la turística isla de Rügen, a orillas del mar Báltico. Aunque la asociación hostelera de la región no se ha mostrado demasiado de acuerdo con la medida adoptada, ha recordado que los empresarios tienen libertad de ejercer su derecho de admisión.
"Hemos recibido muchos comentarios positivos. Nuestros huéspedes no son solo turistas, sino también personas que trabajan en la isla y quieren descansar después de una jornada de trabajo. No entiendo que haya gente que proteste, pues hay más de 300 restaurantes en esta isla" - afirma Rudolph quien cree, además, que con su medida ha allanado el camino a otros dueños de establecimientos que llevan tiempo tratando de hacer lo mismo sin atreverse a dar el paso.
Turismo y sitios libres de niños
En la página de Facebook del restaurante podemos leer diversidad de opiniones ante esta medida, aunque la mayoría parecen ser favorables y alaban el hecho de contar con un espacio libre de niños para degustar con tranquilidad su comida.
Como ya hemos visto en otras ocasiones, este tipo de polémicas no es algo nuevo y es frecuente encontrar clientes que se quejan de la actuación de los niños que corren, saltan, y campan libremente por los locales molestando al resto de personas.
Para dar respuesta a estas quejas y demandas nació hace unos años el concepto de turismo "adults only", con viajes y hoteles que prohiben la entrada a menores y asegura a sus clientes vacaciones o momentos de relax, tranquilidad y desconexión lejos de los niños.
Pero no sólo hablamos de ciertos restaurante u hoteles, también nos hemos encontrado con aerolíneas, pueblos o personas que optan por celebraciones donde los niños no son bienvenidos.
Ni todos los niños molestan, ni la culpa es de los niños
Pero no todos los clientes han alabado la decisión del restaurante, al igual que, por suerte, no todas las personas piensan que los niños molestan.
Es cierto que por su naturaleza, los niños son inquietos, curiosos, espontáneos, vitales... Pero no debemos olvidarnos de que son personas en formación, que no nacen con un botón de Off que podamos apagar cuando tienen un mal día o entran en una rabieta, ni con una rueda para ajustar el volúmen de su voz. Tampoco llegan al mundo con las normas de convivencia grabadas en su cerebro, por lo que es misión de los padres educarles en el respeto a los demás.
Y, como en cualquier otro aspecto de la crianza, nos encontramos con padres responsables y respetuosos que educan a sus hijos y se preocupan de ellos y sus actos, y con otros que no lo hacen. Pero con los adultos pasa lo mismo, y si no, que levante la mano quien no se haya topado nunca con un adulto maleducado e irrespetuoso con los demás.
Prohibir la entrada a menores es meter a todos los niños en el mismo saco, además de culparles injustamente. Es etiquetar, catalogar y discriminar por una cuestión de edad. Todos deberíamos tener los mismos derechos, y hacer lo que esté en nuestras manos para que la convivencia entre las personas sea lo más agradable y respetuosa posible, sin prohibir ni censurar. ¿Qué os parece a vosotros?
Foto Spiegel Online
Vía Antena 3
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