"Einstein nunca memorizó, aprendió jugando"

"Einstein nunca memorizó, aprendió jugando"
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En una sociedad en la que las actividades extraescolares, los deberes, los éxamenes para la obtención de títulos académicos llenan agendas de niños y jóvenes, hablar de jugar puede llevar a pensar en pérdida de tiempo. Pero muchos genios no invirtieron sus horas frente a los libros, eso lo saben los pedagogos y por ello el juego está cada vez más presente en las aulas.

El problema tal vez es que a veces queremos que los niños pasen demasiado tiempo en las aulas, no sólo en el propio horario escolar sino una vez acaban las clases ordinarias. Y nos olvidamos de que el juego es el mejor profesor para los peques.

"Einstein nunca memorizó, aprendió jugando" es un ensayo que asegura que jugar es igual a aprender, escrito por las especialistas en psicología infantil Kathty Hirsh-Pasek y Roberta Michnick Golinfkoff.

En este libro nos exponen sus investigaciones en las que concluyen que no se trata de acumular muchos conocimientos y de que los niños aprendan cuanto antes todo tipo de contenidos y habilidades, especialmente las orientadas a los idiomas (ya hemos hablado de los dibujos animados tan de moda, para niños muy pequeños, que mezclan inglés y español), pero también a la música, ajedrez, informática...

No se trata de aprender cuanto antes de todo de una manera "convencional" frente a pupitres y libros. Jugar es mucho mejor para adquirir conocimientos que memorizar. Muchos especialistas en desarrollo infantil han llegado a la misma conclusión: el juego es el mejor método para que los niños aprendan.

Lo cierto es que jugando se aprende de todo, jugar tiene múltiples beneficios, de ahí la importancia de responder a los primeros juegos del bebé, todo contribuye a que conozcan más su entorno y sus propias capacidades, aprendiendo a resolver problemas de forma creativa, capacidades matemáticas, habilidades lectoras, gestión de las emociones... en las distintas etapas.

Desde aquí podemos leer el primer capitulo de la obra, una introduccción que no os dejará indiferente, que habla de lo que "nos venden" para que nuestros hijos "sean más inteligentes", de "meter prisas a la infancia" (cuando queremos que hablen, caminen, cuenten, sumen... antes que nadie), del "culto al logro y la pérdida de la infancia"...

Además de desmontar los mitos que ha difundido la industria del aprendizaje acelerado y las modas de hiperestimulación, este libro aporta a padres y educadores una guía práctica para enseñar conceptos complejos mediante juegos inteligentes, sencillos y emotivos.

No sabemos si se deja mucho espacio para el juego libre, tan importante en el desarrollo del niño, y tal vez cayendo en el mismo "error" que se critica, el libro incluye 40 ejercicios centrados en el desarrollo de facultades para que el niño "disfrute preparándose para el mañana".

Aprender de manera independiente es posible, y el juego es un gran aliado: "Einstein nunca memorizó, aprendió jugando" nos enseña el valor del juego infantil como transmisor de conocimientos y pone los pies en la tierra a todos aquellos que pensaban que con "Baby Einstein", "Baby Brain", "Baby Genius", los bits de inteligencia para recién nacidos o con el cursillo acelerado de astrofísica para bebés, sus hijos serían genios.

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