Rituales de cinco minutos que dan seguridad a los niños antes de clase

Los rituales son pequeños gestos cotidianos que pueden reportar grandes beneficios: descubre los mejores para antes de ir al cole

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Laura Ruiz Mitjana

El momento antes de salir de casa hacia el colegio puede ser más que un simple tránsito de pijama a mochila. Para muchos niños, esos minutos previos están llenos de ansiedad, dudas y miedo a lo desconocido.

Lo que quizás no sabemos es que pequeños y sencillos rituales de apenas cinco minutos pueden tener un gran impacto en su bienestar: generan seguridad, confianza y una sensación de control que les acompaña durante todo el día.

Rituales y hábitos positivos para las emociones

Los niños se sienten más seguros cuando saben qué esperar. No se trata de encadenar tareas de manera rígida, sino de crear momentos conscientes que les conecten con su propia estabilidad interna

Estudios en psicología infantil muestran que los rituales diarios reducen significativamente los niveles de cortisol —la hormona del estrés— y aumentan la capacidad de concentración y regulación emocional.

Por ejemplo, antes de salir de casa, un niño puede dedicar dos minutos a cerrar los ojos y respirar profundamente, mientras piensa en algo que le hace sentir feliz o seguro, como su mascota o un amigo especial. Este simple gesto funciona como un "interruptor emocional", ayudándole a transitar del entorno familiar al escolar sin cargar ansiedad innecesaria.

Ritual 1: La despedida con significado

Decir adiós no es solo un gesto; es un pequeño ritual de seguridad. En lugar de un “adiós rápido”, prueba algo simbólico: un apretón de manos secreto, un choque de puños o un mini código familiar que solo vosotros conozcáis. Este detalle transforma la despedida en un momento de conexión emocional, reforzando la idea de que, aunque os separe el colegio, el vínculo permanece intacto.

Por ejemplo, Carla, de siete años, cada mañana recibe de su madre un “saludo de superhéroe” antes de cruzar la puerta. Ese gesto la hace sentir acompañada incluso cuando se enfrenta a nuevas experiencias en clase.

Ritual 2: La mochila consciente

Antes de salir, dedica un minuto a que el niño observe su mochila y recuerde lo que lleva consigo y por qué es importante. No se trata solo de material escolar: puede ser un dibujo que hizo, una carta de amistad o una figurita que le inspire. Este ritual le ayuda a sentirse preparado y empoderado frente al día.

Imagina a un niño colocando su cuaderno favorito en la mochila mientras dice en voz alta: “Hoy puedo aprender cosas nuevas y volver a casa seguro”. Ese pequeño diálogo interno refuerza su confianza y anticipa un día más tranquilo.

Ritual 3: El espejo de la seguridad

Frente al espejo, durante dos minutos, el niño puede practicar una afirmación positiva personalizada: “Soy capaz”, “Puedo pedir ayuda si la necesito”, “Hoy voy a disfrutar aprendiendo”... Ver su reflejo mientras lo dice conecta la mente con el cuerpo y genera un anclaje emocional que reduce miedos y nerviosismo.

Ritual 4: Un minuto de humor compartido

Reír juntos antes de salir es un ritual tan potente como inesperado. Puede ser una broma interna, un gesto divertido o un baile de 60 segundos mientras os ponéis los zapatos. La risa reduce el cortisol y refuerza la sensación de seguridad a través de la conexión emocional con el adulto de referencia.

Piensa en Lucas, de seis años, que cada mañana hace un “baile ridículo de calcetines” con su padre antes de coger el autobús. Ese instante rompe tensiones y transforma la ansiedad en energía positiva.

Pequeños rituales, grandes efectos

Puedes ver estos cinco minutos previos a clase como una inversión emocional, que crean un marco seguro que ayuda a los niños a afrontar los retos del día con mayor confianza, autonomía y resiliencia. No importa si los rituales cambian con el tiempo; lo esencial es que sean significativos, constantes y personalizados.

Al final, no se trata de la duración, sino de la intención: un gesto consciente y afectivo puede acompañar a un niño durante toda la jornada escolar, recordándole que siempre hay un lugar seguro donde empieza su día.

Foto | Portada (Freepik)


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