Por qué no hay que obligar a los niños a compartir si no quieren

Por qué no hay que obligar a los niños a compartir si no quieren
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Bien sea por la presión social y el temor al que dirán los demás, o porque realmente deseamos que nuestro hijo sea una persona generosa, a menudo los padres instamos a los niños compartir sus juguetes con otros, a pesar de que en muchas ocasiones son completos desconocidos.

Partiendo de la base de que compartir es un valor fundamental que todos deberíamos practicar e inculcar a los niños desde muy temprana edad, jamás hay que obligarles a ello, pues como sucede con todo, se trata de un proceso evolutivo que requiere tiempo y madurez.

Te explicamos las razones por las que no deberíamos obligar a los niños a compartir.

No exijas algo que tú no harías

juguetes

Para empezar, es importante ser coherentes con lo que exigimos a los niños y el ejemplo que les damos con nuestros actos.

En este sentido, aunque compartir es un valor que todos deberíamos practicar pues ayuda a hacer de este mundo un sitio mejor, más justo y equilibrado, no es posible hacerlo siempre y en cualquier circunstancia.

Por ejemplo: ¿prestarías tu coche, tu bolso o tu móvil a un desconocido que te lo pidiera? Evidentemente no.

Pues para los niños, sus juguetes del parque, su muñeca o su bicicleta son sus posesiones más preciadas, y desprenderse de ellas para ponerlas en manos de otro niño (al que ni siquiera conocen y no saben si se lo va a devolver) tiene un impacto similar al que tendría para los adultos el ejemplo anterior.

Compartir no debe ser una obligación

Por otro lado, compartir debe ser un acto completamente libre, voluntario y que nazca con el propósito de ayudar y desear que otra persona también disfrute y se beneficie de lo que nosotros tenemos.

Así pues, obligar a nuestro hijo a que deje sus cosas a otros niños (utilizando en muchos casos el enfado, los chantajes, los premios o los castigos...) o permitir que otros le arrebaten sus juguetes, no es la manera adecuada de enseñarle a compartir.

Lamentablemente, en estos casos el mensaje que recibe el niño es que él no tiene ninguna decisión sobre sus pertenencias y que sus padres prefieren hacer felices a otros niños a costa de su infelicidad (pues que a un peque le quiten lo que más quiere -sus juguetes- le provoca tristeza, indignación y frustración).

Aprender a compartir lleva tiempo

juego

Hasta los tres años, aproximadamente, lo habitual es que los niños jueguen en paralelo, es decir, juegan cerca de otros niños pero en solitario. Esto significa que aunque en algún momento tengan interacciones con otros, no suelen aceptar compartir sus juguetes, pues su visión del mundo es todavía egocéntrica y no han desarrollado la capacidad de ponerse en el lugar de los demás.

Es por ello que es habitual a esta edad que los niños se empujen o se peguen por un juguete, sin importarles lo más mínimo de quien sea o lo que el otro esté sintiendo (por ejemplo: "este juguete es mío, tú quieres quitármelo y por eso te empujo" o bien, "me gusta el juguete que tiene ese niño, voy a quitárselo").

A medida que van creciendo, los niños empiezan a ser capaces de establecer una mayor comunicación con otros niños y a jugar con ellos de manera cooperativa. De este modo pueden incorporar objetos a los juegos y compartir sus posesiones con los demás.

Por eso, pretender que un niño de dos, tres o cuatro años comparta sus juguetes de forma voluntaria y proactiva es ir en contra de su propia naturaleza y el desarrollo de su socialización.

Sin embargo, algunos estudios van más allá y consideran que los niños no están listos para compartir hasta la edad de siete años, pues es a partir de ese momento cuando aprenden los principios de justicia e igualdad y comienzan a ser conscientes de las preferencias del otro.

Los niños deben tener capacidad para decidir sobre sus posesiones

juguete

Es fundamental enseñar a los niños asertividad desde muy temprana edad, pues ser asertivos les permite entender que tienen derechos que deben ser respetados, les hace ser respetuosos con ellos mismos y con los demás, y crecer con una buena autoestima.

Existen una serie de derechos asertivos que los niños deberían integrar. Entre ellos está el derecho a decir no y a expresar sus opiniones y ser respetados por ellas.

En este sentido, si queremos que nuestros hijos crezcan con autoconfianza y valentía, sintiéndose respetados en sus opiniones y pudiendo decidir sobre muchos de los aspectos que le incumben, es fundamental respetar sus posesiones y lo que tenga que decir acerca de ellas.

Así pues, es importante no obligar a nuestro hijo hacer algo para lo que no está preparado o no comprende. En los próximos días os daremos algunas claves para ayudar a los niños a entender el valor de la palabra "compartir", pero siempre actuando desde el respeto y el acompañamiento.

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