
Todos los padres deseamos que nuestros hijos sean felices y hacemos lo posible para ayudarles a lograrlo, desde asegurarnos que se sientan amados hasta procurar que no les falte lo esencial.
Hablando específicamente de educación emocional, es preciso recordar que todas las emociones son necesarias, pues incluso aquellas que no son agradables, como la tristeza o el enojo, son importantes y necesarias.
Sin embargo, a veces cometemos el error de querer evitar que nuestros hijos pasen un mal rato y sin darnos cuenta decimos cosas que, a pesar de tener buenas intenciones, no son recomendables ni beneficiosas para su desarrollo emocional. Estas son siete frases de positivismo tóxico que debemos evitar decir a los niños.
¿Qué es el positivismo tóxico?
Como ya lo explicamos en alguna otra ocasión, el positivismo tóxico es una versión muy exagerada y distorsionada del optimismo, en la que se tiende a minimizar e ignorar cualquier sentimiento o emoción que no sea agradable.
Así, en vez de afrontar los problemas para encontrar una solución, el positivismo o positividad tóxica niega o rechaza los aspectos negativos de una situación, haciendo que se mantenga una fachada de felicidad constante, en la que se reprimen las emociones en lugar de gestionarlas adecuadamente.
El problema de esto, es que reprimir las emociones negativas no soluciona las cosas ni hará más felices a nuestros hijos, sino todo lo contrario: no manejarlas adecuadamente puede hacerles sentir tristes o enojados sin saber por qué, así como afectar su salud mental y emocional, ocasionando problemas como ansiedad y depresión, así como problemas de sueño y dificultades para relacionarse con los demás.
Siete frases de positivismo tóxico que decimos a los niños sin darnos cuenta
Como lo mencionábamos al inicio, a veces en el afán de animar a nuestros hijos cuando están tristes o enojados solemos decir frases que en realidad son positivismo tóxico. Te decimos cuáles son y por qué debes evitarlas.
"No es para tanto" / "No es tan grave"
Comenzamos por una de las que más repetimos, especialmente porque nuestra perspectiva como adultos es muy distinta a la de los niños: "No es para tanto" o "No es tan grave". Es cierto, quizás para nosotros no lo es, pero para nuestros hijos sí.
El problema de decir frases como estas es que con ellas no estamos validando las emociones de nuestros hijos y minimizamos lo que ellos sienten. Recordemos que lo que puede ser algo sencillo para nosotros puede no serlo para ellos, así que en vez de reducir su importancia, nuestro trabajo como padres y guías es escucharles y acompañarles mientras navegan las emociones difíciles - incluso si nosotros las percibimos como exageradas.
"Sonríe, no estés triste"
Probablemente todos, ya sea en nuestra infancia o en nuestra vida adulta, hemos sido los receptores de esta frase o la hemos escuchado en algún sitio. Pero aunque tiene una intención buena, que es animar a la otra persona, esta frase -así como otras que veremos más adelante- viene con una presión implícita para mantener una apariencia de felicidad constante.
Hay que tener especial cuidado con decir esta frase a los niños, pues podemos enviar el mensaje de que la tristeza es una emoción que no debemos mostrar, lo que en consecuencia podría hacer que nos oculten cuando se sientan tristes, generando en ellos sentimientos de soledad e incomprensión.
"Fíjate en lo positivo" / "Mira el lado bueno"
Similar al ejemplo anterior, aunque es una frase que busca animar y ayudar a que se mantengan optimistas y no se centren solo en lo negativo, decir a los niños que se fijen únicamente en lo positivo y obligarles a ver el lado bueno les envía el mensaje de que hay que mantenerse constantemente felices o ignorar lo negativo.
Podemos usar esta frase, sí, porque también es importante enseñarle a los niños a ser optimistas, pero nunca sin minimizar las emociones no agradables que puedan estar experimentando ni evadir la realidad de la situación.
"Hay cosas peores" / "Podría ser peor"
De nuevo, aunque este par de frases tiene una intención positiva, que es dar consuelo o tratar de animar a los niños, decir que hay cosas peores minimiza los problemas o la causa del disgusto o tristeza, al mismo tiempo que invalida las emociones.
En vez de hacer esto, es importante que validemos lo que sienten nuestros hijos y, si el problema o motivo por el que se sienten tristes tiene solución, trabajemos juntos en solucionarlo.
"No llores"
Esta es una de las frases que con mayor frecuencia solemos decir en automático a los niños. Tanto, que ya hemos hablado en varias ocasiones acerca de lo importante que es evitar decirla a nuestros hijos.
Tenemos que recordar que cuando un niño llora lo hace porque no sabe expresar de otro modo lo que está sintiendo, y al decirle "no llores" estamos cortando la única vía que tiene en ese momento para comunicarse.
"Todo pasa por algo"
Decirles a los niños que "todo pasa por algo" puede sonar como una frase reflexiva y que puede ayudar a darles tranquilidad sobre las cosas malas que suceden, ya sea a ellos o a otras personas. Sin embargo, decir esto implica que las cosas malas que suceden están justificadas de alguna manera y que "tenían" que pasar.
Por otro lado, los niños pueden buscar explicaciones y pensar que lo que sucedió pasó porque se lo merecían o porque no hicieron algo bien, y en vez de expresar sus emociones se sienten culpables. Además, la realidad es que no todo pasa por algo, y a veces en la vida se atraviesan momentos difíciles sin que haya una razón detrás.
"Nunca te rindas"
Finalmente, cerramos nuestro listado de frases de positivismo tóxico con una que seguramente muchos hemos escuchado: "nunca te rindas". En principio, esta es una frase que busca motivar y alentar a que se continúe luchando y esforzándose por lo que uno quiere. Pero es importante matizarla un poco.
Si bien decirle a los niños que no se rindan puede ayudar a que se sientan motivados y lo vuelvan a intentar (como cuando los niños están aprendiendo a montar en bicicleta, por ejemplo), también es importante enseñar a los niños que renunciar no siempre es sinónimo de fracaso, y que a veces hay cosas que simplemente no están dentro de nuestras posibilidades y capacidades, y aferrarse a hacerlas solo puede generar estrés y frustración.
Foto de portada | Tamara Govedarovic en Unsplash