Cuando el niño solo llora y no puede exteriorizar lo que siente: qué hacer
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Cuando el niño solo llora y no puede exteriorizar lo que siente: qué hacer

HOY SE HABLA DE

Cuando nuestros niños pequeños se van haciendo mayores sufren procesos que a veces no sabemos muy bien como manejar. Uno que es más frecuente de lo que pensamos y que nos tiende a confundir es el de exteriorizar los sentimientos a través del llanto, especialmente cuando creemos que el niño ya tiene un vocabulario y soltura adecuados como para hacerlo a través de las palabras.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que los niños tienen más habilidades para transmitir sus emociones de forma física que lingüística, más aún si aún son muy pequeños. Por eso, cuando quieren comunicarnos algo y no saben cómo hacerlo -o no sabemos interpretarlo-, se frustran y la situación puede acabar en llanto, sin llegar a ser una rabieta.

Cuando el niño no quiere hablar y el llanto se convierte en su lenguaje

Este es uno de los episodios que he vivido con una de mis hijas. Teniendo tres años y con una capacidad fantástica para hablar, empezó a llorar cada vez que quería decir algo que le frustraba.

Confieso que al principio no supe cómo gestionarlo. No sabía si había algo detrás que le estuviese generando esos episodios, así que lo primero que hice fue hablar con su tutora del colegio para que me contase si allí pasaba lo mismo y si había observado algo que le estuviese afectando. Una vez descartado ese motivo, nos centramos en solucionarlo en casa.

¿Qué hacer si el niño prefiere llorar a hablar?

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Como todo en la crianza, esta es una etapa que pueden o no tener nuestros niños, y la mejor forma de superarla es con nuestra paciencia y cariño. Siempre que suceda debemos mantener la calma y acompañarles de una forma tranquila y respetuosa, teniendo en cuenta que no debemos menospreciar los problemas de nuestros hijos porque son tan importantes como los nuestros, independientemente de la edad que tengan.

  • No intentes dialogar con ellos cuando están frustrados. Lo primero que necesitan (y quieren) es retornar a un estado de calma que les permita sentirse más tranquilos.
  • Sé empático. Muchas veces los padres sabemos exactamente qué es lo que quieren decirnos nuestros hijos sin que tengan que mediar palabra. Frases como "sé que estás cansado, no te preocupes que mamá te carga un ratito", o "yo sé que eso te molesta, enseguida vamos a solucionarlo", hacen que se sienta comprendido, incluso si no hemos acertado y llora por otro motivo.
  • Hay momentos en los que los niños están más sensibles, por ejemplo cuando hay algún cambio importante en su rutina, y eso provoca que reaccionen con llanto ante cualquier motivo.
  • Validemos sus emociones negativas porque son tan importantes como las positivas en el desarrollo de su personalidad. Nunca les digas "no llores", porque estás cortando la ´única vía que tienen en ese momento para comunicarse.
  • Si se enfadan, se ponen tristes o se muestran preocupados, habla sobre ellas una vez el niño se haya calmado y cultiva el diálogo para que entrenen esa vía de comunicación. Hablemos de lo que haya pasado y animemosle a darle forma a las palabras que hubiese podido utilizar para describir lo que le sucedía en ese momento.
  • Permitamos que los niños vean nuestras emociones (buenas y malas), porque de esa forma normalizarán que todos tenemos cambios en nuestro estado de ánimo. Es necesario sacarles de esa burbuja emocional que a veces creamos para que puedan aprender a gestionar sus emociones.
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