Cómo afecta el verano a la mente de los adolescentes, explicado por la ciencia

¿Sabías que el verano influye en la mente y el cerebro de los adolescentes? Cómo lo hace y cómo entenderlos mejor.

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Laura Ruiz Mitjana

¿Sabías que el verano afecta a la mente de los adolescentes? Pero ¿de qué manera? Para ejemplificarlo imagina a Inés, de 16 años, tirada en la terraza de casa en una tarde de julio. Del calor le cuesta respirar, duerme mal, y nota que ya no piensa con claridad, que se enfada más fácilmente.

No es un capricho ni “pura pereza”: es ciencia lo que está pasando en su cerebro, una tormenta que merece comprenderse y acompañarse desde la empatía. Descubre qué ocurre y cómo acompañar.

Adolescentes y verano: así influye el calor

Lejos de la típica charla sobre “más sol, más alegría”, la ciencia señala que incluso aumentos moderados de temperatura pueden afectar el equilibrio emocional de los adolescentes.

Una investigación en Imperial College y UC San Francisco en 2024 mostró que temperaturas ligeramente superiores a lo habitual se asocian con aumento de ansiedad, depresión y mayor irritabilidad, especialmente en personas jóvenes y con problemas de sueño. Esa subida térmica también puede perturbar la regulación emocional y perjudicar el claro funcionamiento cognitivo del cerebro adolescente.

Además, un estudio sobre llamadas a líneas de ayuda en Alemania observó que días con más de 25 °C se relacionan con un 3–5 % más de solicitudes de apoyo psicológico. Lo que para muchos fue solo un día caluroso, activó en otros la necesidad de contención emocional.

Ritmo biológico alterado: sueño y horarios

El verano trae horarios relajados, menos estructura y rutinas distintas: más tiempo libre, pantallas hasta tarde, menor consistencia en el sueño... Un estudio de 2024 usando pulseras de actividad siguió a cientos de jóvenes durante años.

Encontró que en verano tenían ritmos circadianos más irregulares, dormían tarde, se movían menos, y ese patrón estaba fuertemente asociado con síntomas depresivos.

En concreto, la asociación entre menor actividad diaria y depresión se intensificaba en verano; y el inicio del periodo más activo del día se retrasaba, afectando la concentración y la regulación emocional.

Así puede influir el tiempo libre en su cerebro

El modelo del “descanso total” cae por su propio peso: una revisión de 76 estudios concluyó que en el verano aumentan significativamente los niveles de sedentarismo, horas frente a pantallas y sobrepeso, y muchas veces esos cambios empeoran el bienestar emocional.

El cerebro adolescente necesita procesamiento y conexión (al menos a ratos) —si no fluye pueden crecer la soledad, la desconexión o incluso el aburrimiento que pesa.

Beneficios de los espacios verdes

La exposición a entornos verdes en días más templados potencia la atención, reduce el estrés y favorece el bienestar emocional.

Aunque el calor extremo impide salir, pasar aunque sea 20 min rodeado de sombra, naturaleza o agua tranquiliza el sistema nervioso, mejora el ánimo y ayuda a regular el cuerpo y la mente (lo que se conoce como ecoterapia o baños de bosque).

  • Un ejemplo:

Imagina que Juan, 15 años, se queda hasta las dos de la madrugada viendo vídeos durante las vacaciones. Al día siguiente se despierta tarde, desayuna mal, apenas se mueve y pasa todo el día en redes.

A media tarde tiene un choque con su madre por un motivo trivial. No está “haciéndose el difícil”: su cerebro está apagado por sobrecalentamiento interior y falta de ritmo.

Mirar el verano con ojos nuevos: estrategias para acompañar

¿Qué estrategias nos pueden ayudar a acompañar a nuestros hijos adolescentes en verano?

  • Redefinir la rutina del clima cálido: en lugar de romper horarios, convertir los momentos de sombra y frescura en rituales diarios (por ejemplo, paseo breve al amanecer o crepúsculo), fijando puntos de sincronía biológica.
  • Microdescansos térmicos conscientes: según los estudios, aplicar al cuello o muñecas paños húmedos o zambullirse en agua fría (una inmersión breve) puede activar el termostato del cuerpo y mejorar el ánimo tras el calor.
  • Cultivar pequeñas dosis de propósito creativo: construir algo con las manos, inventar historias, dibujar el entorno —actividades sencillas fuera de la pantallas que estabilizan el ánimo y nutren el cerebro adolescente.
  • Prevención temprana: detectar cambios de humor persistentes en verano no como “algo pasajero” sino como señales de desarmonía corporal; buscar acompañamiento si se repiten.

El verano también puede ser un espacio de renovación

El verano no es el enemigo del adolescente. Pero puede poner a prueba su equilibrio emocional.

Comprender el impacto del calor, la desorganización del sueño, la falta de ritmo social y de propósito ayuda a ver estos veranos no como vacíos, sino como pinturas en blanco donde se puede colorear de bienestar: diseñando pequeños rituales, cuidando el descanso nocturno, encontrando zonas de refugio fresco, animando la conexión con lo natural y creativo.

Y sobre todo, empatizar con su realidad: para muchos adolescentes, el verano no es solo descanso, es un cambio brusco que puede desordenar su cerebro y su mundo emocional. Pero recuerda que hay ciencia que explica por qué se sienten vulnerables y que hay formas concretas para ofrecerles calma dentro del verano.

Foto | Portada (Freepik

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