Cinco frases alternativas al "muy bien" para decir a nuestros hijos y fomentar su esfuerzo, autonomía y espíritu crítico

Cinco frases alternativas al "muy bien" para decir a nuestros hijos y fomentar su esfuerzo, autonomía y espíritu crítico
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¿Cuántas veces decimos a nuestros hijos "muy bien" a lo largo del día? ¡Seguro que muchas! Y es que estas dos sencillas palabras las tenemos tan arraigadas que vamos soltándolas a diestro y siniestro cada vez que nuestros hijos nos enseñan algo o hacen cualquier cosa que, a nuestro juicio, consideramos que está bien hecha.

Sin embargo, es probable que nunca te hayas parado a pensar en los efectos que tiene ese "muy bien" en el niño, en cómo y cuándo decimos estas palabras, y en qué puede llegar a sentir nuestro hijo cuando las escucha una y otra vez.

Hoy reflexionamos sobre ello y analizamos qué otras frases constructivas y positivas podemos usar en lugar de "muy bien" para fomentar el esfuerzo y la autonomía del niño.

Qué efectos tiene el "muy bien" que decimos a los niños

"Muy bien": dos palabras cotidianas, sencillas, profundamente arraigadas en el vocabulario de los adultos y que a menudo decimos a los niños sin pararnos a pensar en lo que implican. Y es que, ¿cómo puede afectar de forma negativa un elogio así?, es probable que nos preguntemos.

Para empezar, queremos destacar que con esta reflexión no pretendemos ser extremistas. Es decir, no se trata de fustigarnos o mordernos la lengua cada vez que estas palabras afloren en nuestra boca, sino simplemente de empezar a tomar conciencia poco a poco de lo que significan y de qué otra forma podemos dirigirnos a los niños.

¿Qué efectos tiene decir "muy bien" continuamente a los niños?

Se vuelven adictos a los elogios y dependientes de un juicio externo

Según el autor y profesor en educación, crianza y comportamiento humano, Alfie Kohn, uno de los principales riesgos que conlleva el uso del "muy bien" es que los niños acaban volviéndose adictos a los elogios, incrementando su dependencia a nuestras valoraciones y juicios.

Los niños necesitan nuestro aliento para seguir avanzando y para sentirse válidos y útiles dentro de su grupo de pertenencia. Pero alentar nada tiene que ver con elogiar, alabar o premiar. El aliento hace que el niño se de cuenta de lo capaz que es de hacer las cosas por sí mismo, mientras que los elogios o los premios someten al niño a una evaluación externa.

Si cada vez que nuestro hijo hace algo le elogiamos con un "muy bien", acabará volviéndose dependiente de los elogios externos y necesitando continuamente nuestra aprobación para avanzar.

Anulamos su capacidad de crítica

Los niños deben ser capaces de llegar a sus propias conclusiones mediante la observación, el análisis y la reflexión de sus actos. En cambio, si nosotros evaluamos su trabajo con una sentencia firme (ya sea "muy bien" o cualquier otro elogio similar), le estaremos privando de la posibilidad de emitir sus propios juicios y aprender de lo que ha hecho.

No tenemos en cuenta su esfuerzo

A veces ocurre que el niño hace un gran esfuerzo para conseguir algo, pero ante eso el adulto responde con un escueto "muy bien". Y es que quizá no nos demos cuenta de que con los niños empleamos este sencillo calificativo para todo; tanto para opinar sobre un dibujo hecho a toda prisa, como para juzgar una tarea que ha requerido una mayor implicación y esfuerzo por su parte.

Les interrumpimos o hacemos que pierdan el interés

decir muy bien a los niños

Si por ejemplo, nuestro hijo está dibujando o haciendo los deberes mientras nosotros le observamos y soltamos un "muy bien" con cada ejercicio que hace, no solo estaremos interrumpiéndolo en la tarea y cortando su inspiración, sino que es probable que en el momento en que dejemos de mirarle, el niño pierda el interés en seguir trabajando.

Y es que si papá y mamá ya no están alabando cada pasito que da, ¿qué sentido tiene seguir? (de nuevo se ve la dependencia a los elogios que mencionábamos al principio)

No estamos conectando con ellos

Seamos sinceros y reflexionemos sobre los momentos en los que decimos "muy bien" a nuestros hijos. Apuesto a que la mayoría de las veces soltamos estas palabras a toda prisa y sin prestar apenas atención a lo que nos están mostrando.

Cuando nuestro hijo nos enseña algo que ha hecho es importante que pongamos sobre él todos nuestros sentidos y conectemos con sus intereses y sus necesidades. Seguro que si lo hacemos así, es probable que ya no nos salga decir "muy bien" de forma atropellada y superficial.

Cinco frases alternativas al 'muy bien' que podemos decir a nuestros hijos

decir muy bien a los niños

Atendiendo a la reflexión que acabamos de compartir, te proponemos cambiar el "muy bien" por otras frases que ayuden a nuestros hijos a fomentar su independencia, espíritu crítico, seguridad y confianza en sí mismos.

  • 1) Describe lo que ves. Si tu hijo te muestra algo que ha hecho, descríbele lo que estás viendo. Por ejemplo: "veo que has dibujado una casita con un tejado verde, y debajo unas ventanas azules".

Esto no solo lleva implícito el aprendizaje de nuevas palabras y construcciones gramaticales, sino que os dará pie a iniciar una conversación desde la conexión, en la que puedes llegar a descubrir muchos detalles sobre los gustos y preferencias de tu peque.

  • 2) Formula al niño preguntas de curiosidad. Este punto está muy relacionado con el anterior, pues es una forma de saber más acerca de lo que ha hecho tu hijo, por qué lo ha hecho, cómo se siente con el resultado obtenido...

Volviendo al ejemplo del dibujo, podrías preguntarle: "cuéntame, ¿cómo dibujaste esta vaca?", "¿qué colores mezclaste para conseguir este tono?", "¿qué representa esta escena que has dibujado?", "¿te ha resultado difícil hacer este dibujo?"....

Por ejemplo, "gracias por haberme ayudado a separar la ropa para la colada. ¡Me has ahorrado mucho trabajo!".

Por ejemplo: "veo que has colocado tu ropa y eso requiere de mucho esfuerzo. Debes estar muy orgulloso por ello".

  • 5) Pregunta al niño cómo se siente. Cuando tu hijo te muestre algo que ha conseguido, sonríele o dedícale un gesto amable y cómplice al tiempo que le preguntas cómo se siente. De esta forma estarás poniendo la pelota sobre el tejado del niño, invitándole a reflexionar, hacer autocrítica y explorar sus sentimientos y emociones.

Por ejemplo: "Veo que has colgado la chaqueta en la percha tú solito, ¿cómo te hace sentir eso?"

Como decíamos al inicio, no se trata de medir al milímetro nuestras palabras a la hora de dirigirnos a los niños, pues la capacidad de esfuerzo, autoestima y espíritu crítico de nuestros hijos no depende exclusivamente de las veces que les decimos "muy bien". Pero ya que todo suma, no está de más ser conscientes de cómo podemos cambiar nuestro mensaje para que sea más positivo y constructivo.

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