Los mocos son nuestros amigos (aunque a veces cansan)‏

Los mocos son nuestros amigos (aunque a veces cansan)‏
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HOY SE HABLA DE

Seguro que más uno y una tenéis a uno de esos amigos que os cae bien, que es buena persona y que valora vuestra amistad pero cuya presencia se hace a veces un poco cansina bien sea por su manera de ser, porque se acerca demasiado a ti cuando habla o por lo que sea.

Pues bien, como este tipo de amigos podríamos decir que son los mocos, que aunque todos se empeñan en eliminarlos como sea tienen una función de protección muy útil que no deberíamos obviar.

Es más o menos como lo que sucede con la fiebre, que desde hace un tiempo se ha convertido en enfermedad cuando no es más que un síntoma. Tener fiebre, como digo, no es una enfermedad, es la muestra de que el cuerpo está luchando contra algo y, para acabar con ello, el cuerpo aumenta la temperatura (a más temperatura, peor supervivencia de los virus).

Los mocos son nuestros amigos…

Pues con los mocos pasa algo parecido. El interior de nuestra nariz es de tejido mucoso, o sea, que está húmedo por la presencia de moco (si no lo tuviéramos se secaría hasta agrietarse como la tierra que lleva años reclamando una lluvia que no llega). Pero ésta no es la función más importante del moco. Lo mejor que pueden hacer los mocos por nuestros hijos es protegerles.

Sé que puede sonar raro, porque nadie quiere tener mocos y nadie quiere que sus hijos tengan mocos, pero el moco tiene altas concentraciones de anticuerpos, o sea, de defensas, y una viscosidad tal que es el perfecto encargado de defender la nariz, que es la entrada de aire a los pulmones, para que, si puede ser, la infección no pase de ahí.

…aunque a veces cansan

- Oye, hace mucho que no sé de Juan, ¿cómo le va?

- Bien, bueno, ahora hace tiempo que no le veo. Es que ya sabes cómo es, un rato con él puede ser maravilloso, pero mucho rato con él puede ser desesperante.

- Desde luego, qué amistad tan extraña.

- Cierto, es algo así como “ni contigo ni sin ti”.

Los mocos nos protegen y nos ayudan a evitar que la infección vaya a más, pues son una barrera de entrada magnífica para virus y bacterias. El problema es que cansan, a muchos niños les cansan porque no les dejan respirar. Bebés que no pueden mamar porque tienen mocos, niños pequeños que vomitan porque los mocos les llegan a la garganta, niños que duermen mal porque el moco les impide respirar con normalidad…

Por todas estas razones se vende suero, sprays nasales, mucolíticos (que ya no entran por la seguridad social porque su eficacia está en entredicho), perillas, aspiradores de mocos, etc., pero no hemos de obsesionarnos. Si nuestro hijo juega y corre feliz con su moquito colgando dejémosle con él (como mucho lo quitamos de la boca, que molesta). Si en cambio el niño está incómodo e inquieto, o le cuesta respirar, pues quizás sea mejor aliviar un poco la congestión, porque tampoco es plan de que no pueda dormir o comer.

O sea, en resumen, que los mocos no son malos, que no tenemos que dejar al niño limpio de mocos por fuera y por dentro porque tienen una función nada desdeñable. Ahora bien, si vemos que son muy molestos, pues hagamos algo por el bien del niño, para que respire un pelín mejor, para que pueda comer sin vomitar y en definitiva seguir adelante hasta que se le cure la infección que tenga.

Foto | Mil8 en Flickr
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