Los cinco sentidos del recién nacido: así percibe el mundo tu bebé

Los cinco sentidos del recién nacido: así percibe el mundo tu bebé
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Los cinco sentidos del bebé se ponen en marcha en el vientre materno, por tanto al nacer ya están en pleno funcionamiento. Es a través de ellos que empiezan a recibir los estímulos del exterior y a relacionarse con las personas y el entorno.

Durante la gestación puede distinguir niveles de luz y oscuridad y oír las voces y los sonidos, sentir la calidez del útero y los estímulos sensoriales provenientes del exterior, así como el olor y el sabor del líquido amniótico que tragaba.

Pero una vez que nace, recibe un montón de estímulos nuevos, los cuales procesa y reacciona ante ellos de formas diferentes. Esas reacciones son las que nos permiten conocer sus preferencias y sobretodo, satisfacer mejor sus necesidades.

La vista del bebé recién nacido

El bebé puede distinguir con claridad lo que ve desde que nace. La distancia de enfoque más cómoda para sus ojos es de unos 20 a 30 cm, luego sus músculos oculares se van fortaleciendo y pueden enfocar personas y objetos a mayor distancia. Lo que está más allá de esa distancia lo ve borroso, pero es capaz de percibir movimientos y cambios en la intensidad de la luz.

La distancia de enfoque no es casualidad. Es la distancia a la que se encuentra el rostro de sus padres cuando es cogido en brazos o el de su madre al ser amamantado.

Si se le colocan diferentes objetos en su distancia de enfoque dirigirá su atención hacia las figuras más complejas, pues debe aprender un mundo visual muy complejo.

De cualquier manera, los rostros humanos son lo que los recién nacidos prefieren mirar. Nacen programados para reconocer los rostros y les encanta observarlos, deteniéndose especialmente en los ojos.

Cuánto ve el recien nacido a menudo planea dudas, sobre todo en cuanto a los colores que ve. No se sabe a ciencia cierta cómo los percibe. Probablemente en una escala de blanco, negro y grises, aunque se cree que a los pocos días empieza a discernir aquellos de mayor contraste como el rojo.

El sentido del tacto en el recién nacido

tacto

El tacto es el sentido más importante para el bebé, porque ser tocado, abrazado, acariciado y cogido es además una necesidad del recién nacido.

Lo que más disfruta es el contacto piel con piel. Al colocarle sobre el pecho su respiración se vuelve más profunda, sintiéndose relajado y reconfortado.

Poco a poco, la sensible piel del bebé no solo recibe los estímulos como frío y calor, humedad... sino que van a empezar a explorar con sus manitas y pies todo lo que se le ponga al alcance. Por eso, podéis jugar a probar distintas texturas, suaves y rugosas, ásperas o lisas... Los masajes continúan y además con tres o cuatro meses ya disfrutarán de una sesión de cosquillas.

La boca de los bebés es muy sensible y también explorarán a través de ella las texturas y sabores.

El tacto también pone en marcha algunos reflejos del recién nacido como el reflejo de prensión plantar o el reflejo de búsqueda al acariciarle la mejilla.

El olfato del recién nacido

El olfato es uno de los sentidos más desarrollados en el bebé recién nacido, incluso más que en los adultos. Si se le coloca un paño impregnado con el olor de su madre y uno con el olor de otra madre, elegirá el que huele a mamá.

Es supervivencia pura. Busca el olor de su madre y necesita estar cerca de ella para asegurarse el alimento, además de sentirse protegido. Es tan poderoso que si colocas al bebé sobre tu pecho nada más nacer, es capaz de reptar hasta el pecho para alimentarse, por puro instinto.

No hay nada para él como el olor natural de la piel de su madre, así que es conveniente evitar perfumes y colonias.

El sentido del gusto en el recién nacido

Es tal vez el sentido menos desarrollado al nacer, aunque puede ser muy sensible a algunos niveles de gusto.

Le desagradan los sabores ácidos y amargos y prefieren los sabores dulces, como la leche materna.

Poco a poco, el bebé va desarrollando el sentido del gusto, aunque los primeros seis meses sólo necesita la leche materna abriéndose luego a probar nuevos sabores.

El oído del recién nacido

Es capaz de distinguir sonidos desde el útero materno. Incluso reconoce la voz de la madre y una vez nacido reacciona ante sonidos que ha oído en el vientre.

Le sobresaltan los sonidos fuertes y repentinos y le desagradan los sonidos agudos. En cambio, disfruta con los sonidos suaves, rítmicos y repetitivos. Y no hablamos sólo de música sino de sonidos continuos como por ejemplo el ruido de la aspiradora o del secador del pelo.

Lo que más llama su atención son las voces de las personas de su entorno, especialmente la su madre, que es la que oye más a menudo desde el vientre materno. Por cuestión de supervivencia, está programado para prestarle atención.

Le produce placer oír las palabras dulces de su madre, aunque los primeros días la función de mirar y escuchar va separada y aún no gira la cabeza hacia donde proviene la voz.

Los sentidos del recién nacido le permiten empezar a establecer una relación con las personas y con el entorno que le rodea, pero desde luego, lo que más estimula los sentidos del bebé es la cercanía de su madre y su padre, estar en contacto con ellos el mayor tiempo posible.

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