Cuando nos convertimos en madres, descubrimos nuevas razones para sentirnos culpables: que si no hicimos esto, que si olvidamos hacer aquello, que si las cosas no salen como lo habíamos planeado, que si fulanita hace mejor las cosas con sus hijos...
El problema, es que la culpa es una carga que nos llena de frustraciones y nos quita la calma, por lo que es importante y muy recomendable liberarnos de ella. Naturalmente, es más fácil decirlo que hacerlo, pero -aunque nos cueste un poco de trabajo- no es imposible lograrlo.
Te compartimos cinco consejos realistas para soltar las culpas de la maternidad y recuperar la paz mental.
Recuerda que eres más que solo "mamá"
Comenzamos por uno de los que a veces se nos complica más: recordar que no solo somos la madre de alguien. También somos pareja, hija, hermana... pero sobre todo, mujer y persona. Y como tal, tenemos también derecho de hacer cosas que sean exclusivamente para nosotras.
Tener descansos y dedicar tiempo a cosas que te hagan feliz a ti y solo a ti no te hace una mala madre, ni es algo por lo que debas sentirte culpable. Al contrario, al cuidar de ti y reconectar contigo misma, estás ayudándote a ser una mejor versión de ti, algo que en consecuencia también beneficia a tu familia, pues te ayuda a ser una mamá más presente y feliz.
Lleva un registro de tus logros
Por alguna razón (probablemente a causa de la carga mental), las madres tenemos la tendencia de pensar más en lo que no hemos hecho, que en lo que sí. Nos fijamos en todos los pendientes por hacer, ignorando u olvidando todas las otras cosas que hacemos día con día.
Una forma de cambiar esa mentalidad de "no he hecho nada hoy" que nos hace sentir tan culpables, es llevar un registro, ya sea escrito o mental, de nuestros logros. Y sí, esto también incluye cosas como alimentar a nuestros hijos o ayudarles en algo. Por pequeñas que sean, estas cosas también cuentan y merecen ser reconocidas.
Suelta la perfección
Foto | Elly Fairytale en Pexels
Cuando somos madres queremos hacer las cosas lo mejor posible, luchando a veces por alcanzar la perfección. Pero lo único que esto logra, es que terminemos siendo muy exigentes con nosotras mismas y seamos también poco amables cuando cometemos errores.
Como dicen por ahí, la perfección no existe. Y a tu familia no le interesa tener una madre perfecta, sino una madre feliz, sana, plena. Permítete ser imperfecta, abraza un poco el caos que naturalmente viene con la maternidad y no te autocastigues si las cosas no salen bien.
Mantén expectativas realistas
Y ya que estamos hablando de cosas inalcanzables, hablemos de nuestra expectativas, aquellas ideas o metas que nos planteamos pero que en ocasiones no suelen estar alineadas con nuestra realidad. Compararnos con otros o querer alcanzar algo que no está dentro de nuestras posibilidades y capacidades solo lleva a la frustración.
Si bien es positivo fijarnos metas y retarnos a nosotras mismas, también debemos ser objetivas. Lo mejor que podemos hacer es un ejercicio de introspección, asincerarnos con nosotras mismas y ponernos expectativas propias, no de otros, y que sí podamos cumplir.
Delegar no es sinónimo de fracaso
Finalmente, una cosa que a muchas madres nos cuesta: aprender a delegar. Sentimos culpa por no hacer las cosas, pero delegar no solo es recomendable, ¡también es necesario! Porque no somos robots y no podemos llegar a todo solas.
Identifica aquellas cosas en las que no seas imprescindible y que puedan hacer otras personas (sí, aunque tú lo hagas mejor), para aligerarte la carga física y mental y recargar energía.
Foto de portada | Karolina Grabowska en Pexels
Ver 0 comentarios