A las personas que juzgan mi maternidad: solo ven una pequeña parte, pero hay mucho más detrás
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A las personas que juzgan mi maternidad: solo ven una pequeña parte, pero hay mucho más detrás

La maternidad es una experiencia única y transformadora. Tanto, que no es posible intentar comprenderla y entenderla hasta que estás completamente sumergida en ella. Sólo siendo madre puedes realmente entender todo lo que ser madre conlleva.

Y es que la maternidad, además de mostrarme una nueva forma de amar, también me ha dado una importante lección sobre la humildad y la empatía que solo se adquiere con la crianza de los hijos.

Hace un tiempo, hice una reflexión pensando en las madres a las que pude haber juzgado antes de tener mis propios hijos, y hoy toca compartir un poco del lado opuesto y dirigirme a las personas que juzgan mi maternidad.

La maternidad no es solo un momento

Una de las cosas que más me impresiona de la maternidad es el potente cambio que tiene en nosotras. La mujer que éramos desaparece para dar paso a una nueva versión de nosotras mismas, transformándonos por completo.

Cuando nos convertimos en mamás, este nuevo rol nos acompaña siempre: desde que nos despertamos, hasta que nos dormimos. Influye en todas y cada una de nuestras decisiones, desde las más pequeñas hasta las más grandes. Al menos en mi caso, no doy un solo paso sin que mi maternidad tenga alguna influencia en él.

Explico esto, porque creo que es importante dejar claro que la maternidad no es solo un momento ni debemos definirla basándonos en él, y lo poco o mucho que puedan ver otras personas, es solo una parte de las millones de cosas, emociones, acciones y pensamientos que vivimos en carne propia las madres.

Solo ves una parte, pero hay mucho más detrás

Cuando ves a una madre como yo en algún lugar público, ya sea el supermercado, el cole o un parque, estás viendo solo una pequeña parte de nuestras vidas. Puede ser que te toque presenciar una rabieta o un mal momento. Quizás veas que estoy distraída en el móvil o que ese día salí desarreglada y lucía cansada. ¿Y qué tienen en común esos momentos? Que solo son eso, momentos.

Las noches de desvelo por enfermedad, las tardes de juego en casa junto a mi hija, los momentos en los que le preparo comida, el acompañamiento con los deberes, y los abrazos y besos que se dan cuando están felices, son algunas de las miles de cosas que hay detrás de esos breves momentos que otros observan.

Juzgar mi maternidad, y la de cualquier otra madre, por un pequeño atisbo de nuestras vidas, es simplemente erróneo e inadecuado, empezando por el hecho de que todos tenemos malos ratos y es imposible ser perfectos todo el tiempo, especialmente cuando se trata de la crianza de los hijos.

La maternidad es una experiencia que puede llegar a ser muy dura y para la que no existe un manual, pues cada niño es único y diferente, con sus propios retos y desafíos. Tener empatía hacia las madres no solo nos hace mejorar como personas, sino que también ayuda a evitar que ellas se sientan criticadas y duden de sus capacidades - algo que con frecuencia nos pasa a muchas madres.

Yo, y todas las mamás que conozco, estamos haciendo lo mejor que podemos ante un desafío monumental: críar pequeñitos que sean buenos seres humanos. No es tarea fácil y requiere de un gran esfuerzo físico y emocional lograrlo.

Así que la próxima vez que sientas el impulso de juzgar a una mamá, por un pequeño momento que observas de su vida, recuerda que no hay maternidad perfecta, que eso que estás viendo son solo unos minutos de su día y hay mucho más detrás que tú no ves.

Foto de portada | Josue Michel en Unsplash

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