He puesto en práctica los cinco hábitos diarios que activan las hormonas de la felicidad según National Geographic. Y me ha funcionado

He puesto en práctica los cinco hábitos diarios que activan las hormonas de la felicidad según National Geographic. Y me ha funcionado
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Seguramente has escuchado hablar de las cuatro hormonas de la felicidad: la oxitocina, serotonina, endorfina y dopamina, y el efecto positivo que tienen éstas en nosotros. Básicamente, nos ayudan a sentirnos bien, dejándonos un sentimiento placentero.

Estas hormonas podemos generarlas naturalmente de diferente manera, en particular haciendo actividades como ejercitarnos, tomar el sol, reírnos o comer ciertos alimentos como yogur, nueces, chocolate negro...

Desde National Geographic han compartido cinco hábitos clave que nos ayudan a activar las hormonas de la felicidad. Decidí ponerlos a prueba y puedo constatar que funcionan. Te cuento en qué consiste cada uno de ellos y cómo me sentí al ponerlos en práctica.

Identifico mis emociones

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Foto | George Milton en Pexels

De acuerdo con un estudio que mencionan en National Geographic, identificar nuestras emociones nos ayuda a frenar la actividad de la amígdala, la zona del cerebro que se activa cuando nos emocionamos, y para ello es recomendable hablar o escribir sobre lo que sentimos y nos sucede.

En mi caso, he observado que identificar mis emociones y nombrarlas me ayuda a analizarlas y saber qué es lo que me están tratando de decir. Lo que me funciona a mí, es escribir todos los días un diario en el que llevo un registro de esos sentimientos, lo que me ayuda a no guardarlos y a verlos con un enfoque más objetivo que me permite gestionarlos mejor.

Socializo con familia y amigos

Una investigación extensa de Harvard concluyó que aquellas personas que se consideran más felices suelen tener una relaciones sociales de calidad, manteniendo vínculos cercanos con familia y amigos.

Por ello, aunque el ritmo de vida a veces lo hace un poco complicado, hago lo posible por hablar con mis amigos, además de pasar más tiempo con mi familia haciendo alguna actividad divertida, como jugar juegos de mesa o salir por un helado. Cada una de estas experiencias, me deja siempre con una sensación placentera y de felicidad.

Hago ejercicio

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Foto | Andrea Piacquadio en Pexels

Es sabido que el ejercicio nos ayuda a generar endorfinas, una de las hormonas de la felicidad. ¿Pero sabías que hacer ejercicio proporciona más felicidad que la riqueza? Esa fue la conclusión de un estudio realizado por las universidades de Oxford y Yale, en el que analizaron los efectos del deporte en la salud mental de 1,2 millones de personas.

No hago mucho ejercicio, la verdad. Pero desde que empecé a caminar por las mañanas y a hacer una pequeña rutina con peso un par de veces por semana, me siento más entusiasta y motivada, con más energía. ¡Incluso mi productividad laboral se ha visto beneficiada!

Abrazo a mis personas amadas

Todos conocemos el poderoso efecto sanador de los abrazos: nos relajan y nos ayudan a sentirnos acompañados. Pero además de ello, este gesto genera en nosotros oxitocina y serotonina, y nos ayuda a atenuar los estados de ánimo negativos, de acuerdo con una investigación.

Aunque quizás no soy la persona más afectiva del mundo, abrazar a las personas que aprecio es algo que siempre he disfrutado mucho hacer, y que en mi vida adulta he descubierto me ayuda a sentirme mejor en un mal día. A veces, realmente, lo único que requerimos para sentirnos más felices y en calma es abrazar a alguien que amamos.

Me hablo bonito

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Foto | Maria Orlova en Pexels

Finalmente, las palabras que usamos con nosotros mismos. Está comprobado científicamente que nuestro diálogo interno puede impactar enormemente en cómo nos sentimos emocionalmente: éste influencia nuestra capacidad para regular los pensamientos, sentimientos y comportamientos.

Una de las cosas que mencionan en ese estudio es que solemos cambiar lo que decimos y cómo lo decimos si hablamos en primera o segunda persona: con otros somos más amables, pero con nosotros mismos solemos ser un poco más duros.

Así que un truco que he intentado usar es probar a decirme las cosas como se las diría a una amiga que aprecio. La diferencia es fuerte: me hablo con más paciencia, y al hablarme en positivo y decirme cosas bonitas o agradables me siento más feliz y optimista.

Foto de portada | Chermiti Mohamed en Pexels

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