"No todo son medicinas", entrevistamos a Miguel Ángel Delgado, el pediatra que también cura con su música

"No todo son medicinas", entrevistamos a Miguel Ángel Delgado, el pediatra que también cura con su música
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La semana pasada leí en el diario Ideal de Granada una historia que me llegó al corazón. El protagonista de la noticia se llama Miguel Ángel Delgado, pediatra y músico, dos profesiones muy alejadas que él consigue compaginar, e incluso complementar la una con la otra.

Así que decidí contactar con él y saber más sobre su vida, por qué eligió una especialidad médica tan poco valorada entre sus compañeros y qué aporta el lenguaje universal de la música a sus pequeños pacientes.

Asegura que se "abrió en canal" en esta entrevista y ha debido ser así porque a nosotros nos han emocionado sus palabras, sobre todo cuando nos ha hablado de sus largos ingresos por una aplasia medular cuando era niño, o de la lección de vida de ese niño recién operado de un tumor cerebral durante sus prácticas.

¿Por qué quisiste estudiar Medicina y especializarte en pediatría?

Sinceramente, nunca tendré la certeza del por qué. Soy el primer médico de mi familia y de muy pequeño quería ser veterinario.

Creo que mi enfermedad, durante la infancia, tuvo mucho que ver en la decisión de ser médico.

Sí recuerdo cómo decidí hacer pediatría. Estando ya en la carrera, me gustaba la medicina general, con lo que tenía tres opciones: familia, interna o pediatría.

L amedicina de familia se me hacía muy precaria, así que roté por interna en las prácticas de hospital de quinto año. Me entristeció el ambiente hospitalario de gente crónica, gente muy mayor, la deshumanización ocasional que veía en las plantas...

Mi última opción era pediatría y realicé las prácticas en esta especialidad tras las de medicina interna. Me tocó en oncología infantil. Recuerdo a la perfección que había un niño en la sala de juegos pintando payasos, con la cabeza vendada tras intervenirle de un tumor cerebral.

Aquel niño operado de cáncer me dio una lección de energía, vitalidad y esperanza, en unos tiempos difíciles para mi. Un año antes había pensado en abandonar la carrera y tras aquellas prácticas encontré una parte de mi camino.

De pequeño dices que pasaste mucho tiempo ingresado en hospitales. ¿Cómo lo viviste?

Con ocho años me diagnosticaron aplasia medular, una enfermedad muy rara poco conocida. Además, la medicina española no estaba tan desarrollada como ahora y, como en Granada no podían tratarme, pasé largas temporadas ingresado en Badalona, con tratamientos casi experimentales, improvisando, 'al filo de la navaja'.

Recuerdo aquella época de mis ingresos hospitalarios como muy dura, con mucho miedo. No puedo olvidar el dolor (no había un tratamiento del dolor infantil como el de ahora), pero también que estaba muy esperanzado.

Recuerdo tener mucha fuerza y pelear con uñas y dientes contra la enfermedad. Recuerdo a mis padres, que estuvieron a mi lado transmitiéndome esa fuerza.

Creo que gran parte de mi fuerza provenía de la suya, de ese liderazgo tan duro que a veces no reconocemos. Los recuerdo como una mano firme. Podría haberme muerto esperanzado con ellos a mi lado.

¿Qué echaste en falta cuando eras tú el enfermo en pediatría? ¿Qué te gustaría mejorar?

Muchas cosas. Eché en falta un hospital más divertido, con más acceso al estudio. Nunca repetí curso, porque era testarudo y durante largas temporadas estudiaba solo con mis libros. Hacía mis tareas y mi madre las enviaba al cole.

Era buen estudiante. Sentía que mi parte fuerte era mi cerebro y no mi cuerpo enfermo. Eché en falta una cama para mi madre (como cuento en mi canción Cuco), comida más rica, televisión gratis (era de pago y prohibitiva).

Un ingreso para mi era un suplicio. Creo que siempre será así para los niños, pero podemos tratar de mejorarlo. Por fortuna, la mayoría de estas cosas que menciono, hoy han mejorado y se han corregido. Tenemos una sanidad pública muy amenazada pero grandiosa.

¿Por qué crees que no hay pediatras en atención primaria? ¿Qué podemos hacer para remediar esta situación?

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Miguel Ángel Delgado en su rotación de Pediatría en Granada

Creo que es multifactorial. Por una parte a los médicos nos fascina el hospital y la medicina que se ejerce allí. Hay más tiempo para dedicar a un paciente, con lo cual el nivel de atención puede ser mejor.

En un centro de salud puedes llegar a tener sesenta pacientes en un turno de siete horas. Es estresante y desmoralizante a veces.

Por otro lado, pienso que la gente y la sociedad en general consideran al especialista de hospital como la élite, por lo que no es raro que la gente quiera trabajar en hospitales, sin haber pasado siquiera por la atención primaria.

Para mi, sin embargo, la élite en medicina es cualquier puesto, si se trabaja con profesionalidad. Por desgracia, la atención sanitaria es una pirámide, en la base está amenazada, porque una buena base mejora el resultado de los médicos del hospital, del seguimiento. Incluso directamente previene la enfermedad o realiza un diagnóstico precoz que salva una vida.

Esa buena base, con una atención adecuada, evitará que un niño pise un hospital probablemente en toda su infancia y adolescencia.

No soy un mero recetador ni un visualizados de mocos y diarreas. He estudiado mucho y he aprovechado al máximo mi formación. Derivo muy poco y soy aquel médico global que quise ser.

Además la cercanía y la humanidad que se desarrolla en primaria es impagable. Siento a mis pacientes como una enorme familia. Voy a barrer para casa: los del hospital no lo saben a veces pero el trabajo de élite está en primaria.

También afectan los largos turnos, más aún en una profesión donde la mayoría de profesionales son mujeres. La situación es muy mejorable. Tenemos mucho que avanzar en conciliación familiar y laboral y desde luego un turno de 14 a 21 h no ayuda.

Tu pelo largo y la guitarra no es la imagen que unos padres tienen de un médico de niños. ¿Has tenido problemas en este sentido? (Como madre a mi me encanta)

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Miguel Ángel Delgado, músico y pediatra, pediatra y músico

Para nada. Alguna vez veo la cara como de extrañeza de los padres al verme por primera vez, pero nada más.

Un centro de salud al final es como un patio interno de un edificio, así que en pocos días las mamás hablan entre sí y no prima la imagen sino cómo trabajas.

Por suerte, la sociedad ha avanzado y no encasilla a un profesional tanto por la imagen. Además en la medicina pública no hay etiquetas ni protocolos.

Si algún padre quisiera abandonar mi consulta por mi imagen, me dolería por los niños, que no tienen culpa de los prejuicios y estupideces de los adultos, pero de alguna manera preferiría no tener a ese padre conmigo. Los seres humanos nos acabamos seleccionando en armonía, si somos inteligentes.

Reconozco que hace unos cinco años intentaba ocultar la faceta de músico. Yo mismo caí en esa trampa estúpida. Pensaba que eso me haría parecer menos profesional o riguroso.

Acabé con un cupo grande de pacientes en un pueblo al que adoro, Cehegín (Murcia), con muchas familias siguiéndome en redes, viniendo a mis conciertos y mandándome audios donde los críos cantan mis canciones.

Como profesional sé que en ese pueblo me respetan. Trabajé con rigor y honestidad y siendo yo, sin esconder ninguna faceta y siendo a veces bastante payasete (en redes sociales, claro).

Y tu amor a la música, ¿desde cuándo? ¿Cómo describirías tus canciones? ¿Qué aportan?

La música es un lenguaje universal que la mayoría de seres vivos amamos de modo innato. Es armonía, matemáticas, alma. Para mi es el espíritu.

Hace unos ocho años mi hermano pequeño trajo una guitarra a casa de mis padres, comenzó con clásica y yo me piqué y empecé también a tocar.

Había sido poeta desde muy pequeño pero como diría Cohen, me faltaba la melodía. Fue un encuentro fascinante.

La música realmente me cambió totalmente la vida. He perdido cosas y sobretodo gente muy valiosa pero me encontré a mi mismo.

Mis canciones son existencialistas, reflexivas, un poco canallas. Hablo de la enfermedad, del amor, de los instintos, de los vicios, de cómo buscamos un camino, de cómo nos hemos deshumanizado poco a poco. Es un repertorio variado de unos 75 temas.

No sé qué pueden aportar. Cada vez que llega a alguien un tema lo veo como un acontecimiento mágico. Aún digiero el sentirme músico y si alguna vez soy capaz de usar ese lenguaje universal y llegar a alguien en conciertos o en mi canal de Youtube siento auténtica magia.

La verdad es que el Miguel Ángel pediatra costea al músico. La música está precarizada, con un mercado poderoso que lo engulle todo, pero ese es otro tema.

Tengo 35 años y un síndrome de Peter Pan considerable. ¿Estaré viviendo la infancia que me robó la enfermedad? Seguro.

¿Qué diferencia crees que aportas cuando tratas a los niños y con sus padres en tu consulta de pediatría?

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Miguel Ángel en su consulta de pediatría

Ahora trabajo en el centro de salud de San Cristóbal de los Ángeles. Estoy en Madrid por la música, mi segunda profesión y parte mi modo de vida.

En realidad tratar a un niño es tratar a sus padres. No puedes tratar a uno y no a los otros porque de esa manera no habría seguimiento ni entendimiento. Debes ser pediatra y 'coaching'.

Que no se me malinterprete, pero a veces tienes que proteger al niño de esa ansiedad de los padres. Un niño puede ser un mocoso feliz de toda la vida o puede ser un niño hiperconsultador, ansioso, medicalizado con efectos adversos y con decenas de consultas al centro o al hospital por esos mismos mocos, que pongo como ejemplo puntual.

La diferencia puede ser esa relación con los padres, ese explicar y razonar. Ese tranquilizar e instruir. Yo he vivido cosas muy malas por necesidad y la piedra angular de mi labor es respetar la salud y preservarla.

¿Qué es lo que quieres lograr en un futuro cercano?

En el futuro quiero seguir por el mismo camino, minimizar los errores, porque me aterra que se me escape algo.

Hasta la fecha, en diez años de profesión no me ha ocurrido, pero somos humanos y a veces la saturación de una consulta te hace sentirte frágil.

Tengo actualmente muchos frentes abiertos que me gustaría trabajar: la alimentación, el sedentarismo, la desmotivación de niños y jóvenes, la desnaturalización con los móviles...

Te conocimos gracias al concierto que diste en el Hospital de Granada. ¿Por qué esta iniciativa? ¿Cómo reaccionaron los peques? ¿Has pensado en repetir la experiencia?

Pasé a saludar, como cada vez que tengo una mañana libre en Granada. Había un payaso actuando y ofrecí la posibilidad a las enfermeras que llevan la organización de este tipo de actividades. En menos de una semana estaba tocando.

Mi música no es de niños, o eso pensaba, contradiciendo mi idea de que usa un lenguaje universal. Me equivoqué.

Antes había tocado para mis 'pacientillos' de Cehegín y hace unos meses di un concierto benéfico en favor de AFACMUR (Asociación de Familiares de Niños Con Cáncer de la Región de Murcia).

En realidad mi primer acercamiento a un hospital fue hace semanas, que me puse en contacto para tocar a partir de septiembre para los pacientes adultos en Madrid.

¿Recuerdas lo que te conté de mi rotación de medicina interna? Es una espina clavada. Quizás no pude mejorar lo que vi mejorable como internista pero puedo llevarles un poco de música. Así que quiero tocar en el hospital de forma periódica.

Sé que narrar mi historia da fuerza a esos niños y sus familias. Sé de la importancia de romper la rutina y el aburrimiento, de llevar el mundo al hospital y romper el aislamiento.

De residente jugaba con los niños como actividad secundaria a la actividad asistencial. Ahora quiero volver de vez en cuando con el divertimento como actividad primaria.

Me he curado hace pocos meses, misteriosa y milagrosamente. Hay más cosas que las medicinas. Podría intentar describir la cara de una madre cuya hija tiene lo que yo tuve y a la que le dices: mira, sé fuerte, me he curado, pero es imposible definirla. Podría intentar describir las caras de padres y madres a los que les dices: mirad, fui paciente en este hospital, luego pediatra y hoy vengo como músico y me he curado, pero es imposible también.

Quiero devolver el conocimiento y la suerte que de alguna manera me dieron como regalo.

Esperamos que sí repitas y que muchos más niños puedan disfrutar de tu cercanía y tus canciones para evadirse de ese peso con letras mayúsculas que se llama ENFERMEDAD.

Fotos | Cedidas por Miguel Ángel Delgado,

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