Diez frases que no deberíamos decir a una madre que da lactancia materna a su bebé (I)

Diez frases que no deberíamos decir a una madre que da lactancia materna a su bebé (I)
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Cuando una mujer acaba de tener un bebé se hacen realidad todas las dudas que tenía durante el embarazo y aparecen algunas nuevas. Muchas de las dudas surgen en el momento de amamantarle, por ser una de las cuestiones que no sólo dependen del bebé, sino también de la madre.

La duda de si lo está haciendo bien o mal, la duda de si estará comiendo correctamente, la duda de si estará cogiendo peso, la duda de si hay algo que podría mejorar. Ante esas dudas, muchas piden consejo y muchas los escuchan sin haberlos pedido, porque lo último que quieren es perjudicar a sus bebés. El problema es que, muchas veces, las mujeres reciben consejos o frases que pueden hacer más mal que bien. A continuación, y en una serie de tres entradas que os ofrecemos hoy, mañana y pasado mañana, os comentaremos las diez frases que no deberíamos decir a una madre reciente que da lactancia materna a su bebé, basado en un decálogo publicado en el libro The Womanly Art of Breastfeeding 8th edition.

1. ¿Ya está mamando otra vez?

Es una pregunta muy habitual de las abuelas y suegras, que de jóvenes nos alimentaron sobre todo con biberón y leche artificial. Nos lo daban y nos lo tomábamos entero, o casi entero, porque cuando parábamos ellas sacaban el biberón, le daban unas vueltecitas para remezclar el agua y el polvo y de paso contaban cuánto quedaba y cuánto habíamos tomado.

Si aún quedaba mucho estaba claro, para ellas, que no habíamos acabado, así que nos volvían a dar el biberón para que tomáramos más, tuviéramos o no hambre. De ese modo llegábamos a aguantar entre dos horas y media hasta cuatro horas sin pedir otra vez.

Es normal que les parezca raro que un niño mame cada hora y media, o que haga una toma y a la media hora diga que quiere un poco más, o que haya mamado un buen rato y después de un ruido o estímulo que le ha puesto nervioso mame un rato, etc. Pero claro, es que no es lo mismo. Las madres no saben cuánto toma el bebé, así que es el bebé quien controla cuándo comer y cuándo beber. Pero además, la lactancia materna no es sólo darle la leche que sale de los pechos, es también darle cariño y un abrazo al bebé, y muchas veces los bebés piden pecho para calmarse.

Por eso la leche materna se tiene que dar a demanda, porque así es el bebé quien decide cuándo comer según su hambre, cuándo beber según su sed y cuándo mamar un ratito para estar más tranquilo.

Por eso no debemos preguntar con asombro y rechazo si el bebé está mamando otra vez, que además suele ir acompañado de un “debe estarse quedando con hambre”.

2. Te está usando como chupete

Esta frase también es muy común, casi mítica. Ven a un bebé que pasa mucho tiempo al pecho, que se queda dormido y, aún dormido, no lo suelta, que mama a menudo, y entonces disocian la calma del bebé al pecho, el olor de mamá y el contacto piel con piel del comer, como si dar de mamar fuera algo que sólo tuviera la intención de alimentar, y opinan que está “chupando demasiado”.

Normal, si el bebé ya ha comido ¿por qué sigue chupando?, piensan. Nadie le deja a un bebé el biberón en la boca cuando se ha acabado la leche. El biberón se retira y, si quiere seguir succionando, se le da el chupete. Pues la teta sería lo mismo, ¿no? Se le quita la teta y entonces se le da el chupete.

Suena lógico, pero no lo es. El chupete existe desde hace muy poquito. El primero patentado apareció en el año 1900, así que la película es al revés, somos los adultos los que le hemos dado a los bebés un chupete para que lo use como si fuera una teta.

Hay padres que dan chupete a sus hijos y hay padres que no. Hay niños que aceptan el chupete y hay niños que no. Y en el primer mes de vida, es interesante que la lactancia se establezca perfectamente, así que lo ideal parece ser que mame tanto como pueda y tanto como pida. De ese modo la succión no se ve entorpecida con otras cosas que se chupan diferente y de ese modo nos aseguramos que no pierde oportunidad de comer y que la producción de leche va a ser correcta.

3. Mira, le doy un biberón y así puedes ir adelantando las cosas de casa

De nuevo, para nuestras madres dar biberón era lo más normal del mundo. Algunas hay que no llegaron a dar ninguno a sus bebés, pero la mayoría fuimos niños de biberón. Llegamos a tomar leche materna dos o tres meses y luego empezábamos con el biberón, haciendo lactancia mixta hasta que apenas ya salía leche del pecho y acabábamos sólo con biberón.

Como he comentado, un biberón ayuda a que un bebé se llene, porque le quitas el control de la alimentación y lo asumes tú, llenándole hasta los topes. Eso da margen a que el bebé pase más horas sin pedir. Además, un biberón lo puede dar cualquiera. Ya no es la madre la que tiene que estar con el bebé por si tiene hambre.

Muchas personas, con poca idea, probablemente sin ninguna mala intención pero a riesgo de que la madre se lo tome como un ataque, le sugieren que les deje dar un biberón para que la mamá pueda descansar o peor, para que pueda ir adelantando las cosas de casa.

Es un error. Lo es porque cuando una madre da el pecho, sabe que el bebé depende de ella, sabe que ella es la que le aporta el alimento y en cierto modo se siente útil, muy útil y muy válida, segura y confiada, cuando ve que ella es capaz de hacer que su bebé engorde, crezca, duerma y se separe del pecho con una sonrisa y con cara de “qué satisfecho me he quedado”. Lo es (un error) porque si una mujer necesita descanso, mejor será que se le ayude con las cosas de la casa, o directamente las haga otra persona, en vez de ayudarle con lo que atañe al cuidado del bebé. Y lo es, porque si la madre está dando el pecho y todo va bien no hay razón alguna para darle un biberón, que en algunas ocasiones supone entorpecer la lactancia.

Mañana, la segunda parte

Mañana seguimos con tres frases más, en una entrada que podéis leer aquí, con el fin de seguir conociendo las diez frases que no deberíamos decir a las madres recientes, que se basan en creencias y mitos sin sentido que lo único que pueden conseguir es minar la confianza de las madres y lograr que su lactancia se resienta o acabe por fracasar.

Vía | The Womanly Art of Breastfeeding 8th edition
Foto | Thinkstock
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