
Hay niños que pasan desapercibidos, que no interrumpen, que recogen sin que se lo pidan y que preguntan “¿estás bien?” cuando notan que su madre, su padre o su amigo, están tristes.
A menudo se les elogia por ser “maduros para su edad”, “niños de oro” o “pequeños adultos”. Pero detrás de esa aparente responsabilidad precoz puede esconderse una historia de silencios, cargas y necesidades no atendidas.
No siempre es madurez: a veces es supervivencia emocional. Entonces ¿qué puede haber detrás?
¿Qué es la parentificación?
Es importante aclarar aquí que una cosa es ser responsable y maduro (algunos niños lo son incluso más que 'lo que se espera según su edad', y está bien), y la otra cosa es asumir roles que no tocan, durante mucho tiempo. En este caso, hablamos de parentificación.
La parentificación es un fenómeno en el que un niño asume roles y responsabilidades propias de un adulto dentro del núcleo familiar. Esto puede manifestarse de dos formas:
- Parentificación emocional: el niño se convierte en el confidente de sus padres, mediador de conflictos o soporte emocional.
- Parentificación instrumental: el niño se encarga de tareas prácticas como cuidar de hermanos menores, cocinar o gestionar asuntos del hogar.
Este fenómeno suele surgir en contextos donde los padres, debido a enfermedades, adicciones, problemas económicos o inestabilidad emocional, no pueden ejercer plenamente su rol parental. En tales situaciones, el niño se ve obligado a llenar ese vacío, sacrificando su propia infancia.
Un ejemplo: el caso de Clara
Clara tiene 9 años. Cada mañana, prepara el desayuno para su hermano pequeño, se asegura de que ambos estén listos para la escuela y, al regresar, ayuda con las tareas del hogar mientras su madre trabaja largas jornadas.
Cuando su madre llega agotada y emocionalmente distante, Clara la consuela, escucha sus preocupaciones y trata de animarla. A simple vista, Clara parece una niña ejemplar. Sin embargo, está asumiendo responsabilidades que no le corresponden, dejando de lado sus propias necesidades y emociones, que son las de una niña.
Así puede afectarles a largo plazo
Aunque algunos niños desarrollan habilidades como la empatía y la resiliencia, la parentificación puede tener efectos negativos duraderos:
- Problemas de salud mental: ansiedad, depresión y trastornos psicosomáticos.
- Dificultades en las relaciones: problemas para establecer límites, tendencia a relaciones desequilibradas y miedo al abandono.
- Autoimagen distorsionada: sentimientos de culpa, baja autoestima y necesidad constante de aprobación.
Un estudio realizado por Engelhardt (2012) en la Graduate Student Journal of Psychology encontró que la parentificación emocional interfiere en el desarrollo de un apego seguro, lo que puede llevar a déficits interpersonales que persisten en la edad adulta.
¿Por qué pasa desapercibido este fenómeno?
En muchas culturas, especialmente en contextos de dificultades económicas o familiares, se valora que los niños sean “ayudantes” o “responsables”. Esto puede llevar a normalizar la parentificación, sin reconocer el costo emocional que implica para el niño.
Además, estos niños suelen ser invisibles para los sistemas de apoyo, ya que no presentan conductas disruptivas que llamen la atención.
¿Cómo podemos ayudar?
- Reconocer y validar: es fundamental identificar a los niños que están asumiendo roles parentales y validar sus experiencias.
- Restaurar roles: los adultos deben asumir sus responsabilidades y permitir que los niños vivan su infancia.
- Ofrecer apoyo emocional: facilitar espacios donde los niños puedan expresar sus emociones y necesidades.
- Intervención profesional: la terapia puede ser útil para abordar las secuelas de la parentificación y promover un desarrollo sano.
El derecho a vivir la propia infancia
Aunque no siempre, detrás de cada niño “demasiado responsable” puede haber una historia de necesidades no satisfechas y cargas emocionales inapropiadas para su edad.
Por eso es tan importante que estemos atentos a estas dinámicas para intervenir a tiempo y permitir que los niños vivan una infancia plena y saludable.
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