Hay niños que se "chivan" de algo que ha hecho mal el hermano, el compañero, el amigo... Y siempre tendemos a pensar que ser chivato "está mal" o que hay una mala intención detrás (por ejemplo, fastidiar al otro).
Sin embargo, no siempre es así. A veces lo hacen para ayudar. Esto es lo que sugiere Laura Ayala, especialista en crianza, en su cuenta de instagram.
Ella, ante este escenario, recomienda peguntarse: ¿lo hace para ayudar o para regañar? Y nos anima a cambiar el chip: muchas veces, cuando un niño se chiva de algo, no está acusando; está responsabilizando.
Niños que se chivan: cómo actuar
Por ello, si lo hace, podemos preguntarles: "¿Quieres que lo hablemos con él o ella? ¿O prefieres recordárselo tú con cariño? Les podemos animar a reflexionar sobre cómo le pueden hablar al otro para ayudarle, no para regañarle.
La idea es que puedan pasar de acusar a comunicar con respeto. Por ejemplo, en lugar de que digan "si tocas el jarrón me chivaré a mamá", que puedan transformarlo a "¿te acuerdas que mamá dijo que ese jarrón se podía romper? Mejor no lo toquemos".
Y es que, según Alaya:
"Cuando los peques aprenden a comunicar con respeto y cariño, aprenden también a resolver sin herir".
Así lo comparte en su post de instagram:
Una oportunidad para enseñar habilidades
En realidad, este tipo de situaciones son oportunidades de oro para enseñar habilidades sociales y emocionales. El momento en que un niño acude a contarnos algo no tiene por qué convertirse en un juicio, sino en una puerta abierta para enseñarles a pensar antes de hablar, a ponerse en el lugar del otro y a buscar soluciones constructivas.
Detrás del “me voy a chivar” muchas veces hay inseguridad, necesidad de aprobación o, sencillamente, una duda de cómo actuar. Es una manera de pedir ayuda al adulto para gestionar una situación que no saben resolver por sí mismos.
Y ahí está nuestra misión como referentes: no ridiculizarles ni etiquetarles como “chivatos”, sino acompañarles para que transformen esa alerta en una comunicación más empática.
Diferenciar el contar para ayudar del delatar para hacer daño
También es importante diferenciar entre “contar algo para ayudar” y “delatar para hacer daño”. Cuando el objetivo es proteger, prevenir un peligro o recordar una norma importante, estamos ante una acción positiva.
Si, en cambio, la motivación es castigar o humillar, ahí sí conviene trabajar con el niño otras formas de gestionar su enfado o sus desacuerdos. Un recurso útil es el juego de roles: practicar en casa diferentes maneras de decir las cosas.
Por ejemplo, representar que uno de los hermanos está a punto de hacer algo peligroso y ensayar juntos cómo avisar con amabilidad y sin tono acusatorio. De este modo, los niños interiorizan que se puede advertir o corregir sin herir ni generar rechazo.
Educar para la convivencia
Enseñarles a comunicar con respeto no es solo cuestión de educación en modales: es educar para la convivencia, para que de adultos sepan expresar sus necesidades, poner límites y resolver conflictos sin agresividad.
Y ese aprendizaje empieza aquí, en estos pequeños “me voy a chivar” que, bien acompañados, pueden convertirse en lecciones de empatía y cooperación que les acompañarán toda la vida.
Foto | Portada (Freepik + Laura Ayala)
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