Cuando la búsqueda de un hijo pone en pausa el amor: cómo cuidar la relación de pareja

A veces la búsqueda de un hijo puede alargarse en el tiempo y generar ciertas tensiones en la pareja. Pero hay claves para afrontarlo.

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Laura Ruiz Mitjana

En las parejas a veces se producen silencios que no nacen del desamor, sino del cansancio. De repetir con ilusión durante meses una rutina que empezó con besos y ahora sigue con relojes, test de ovulación y esperas que duelen más de lo que se dice...

Porque a veces, cuando una pareja busca un hijo, lo que pone a prueba no es solo la fertilidad, sino el amor mismo. Nadie te avisa de que un proyecto tan bonito puede abrir grietas.

Que el deseo compartido de tener un bebé puede, sin querer, relegar a un segundo plano la intimidad emocional, el humor compartido, la conexión sexual. Que puede llegar un momento en el que lo único que se toca en la cama es el calendario. ¿Cómo cuidar el amor de pareja mientras se busca embarazo?

Búsqueda de embarazo: ¿el amor entre paréntesis?

La mayoría de las parejas que llegan a consulta tras meses o años buscando un hijo no lo hacen por el deseo en sí, sino porque de alguna manera sienten que la relación ha quedado en pausa. Que ya no se miran igual, que no se tocan sin pensar en “si hoy toca” o que los abrazos se han vuelto funcionales.

  • Un ejemplo:

Marta y Jaime llevan un año y medio intentándolo. Al principio era divertido, espontáneo, incluso excitante. Pero ahora, cuando llega la “ventana fértil”, ella deja una alarma en su móvil y él sabe que esa noche hay “que cumplir”. Después, cada ciclo se cierra con una frase contenida: “Bueno, será el próximo mes”. Y otro silencio. Otro muro más.

Cada mes puede ser un duelo

Cuando la búsqueda se alarga, hay un duelo mensual, aunque no se diga. Cada vez que no llega el positivo es una micro-pérdida. Y, como en todo duelo, hay tristeza, frustración, rabia, impotencia… Solo que aquí no hay entierro, ni flores, ni abrazos. Se sigue como si nada.

Y ese dolor, si no se comparte, se acumula. Y cuando uno sufre en silencio, a menudo se aísla. No porque no ame al otro, sino porque se siente incomprendido, porque no quiere “agobiar”, o porque piensa que “el otro ya tiene bastante”.

La consecuencia es que dos personas que se quieren profundamente acaban viviendo el mismo proceso… pero en habitaciones emocionales distintas.

Cómo volver a encontrarse sin dejar de intentarlo

Cuidar el amor mientras se busca un hijo no es una tarea adicional. Es una necesidad emocional. Y para hacerlo no basta con “tener una cita a la semana” o “intentar relajarse” (aunque también pueda ayudar, por supuesto).

Pero requiere algo más íntimo y realista: reconocerse en medio del caos, recordar quiénes son cuando no están intentando ser padres.

Algunas claves que pueden ayudar son:

  • Poner palabras a lo que se siente sin convertirlo en un informe clínico. Por ejemplo, decir: “Echo de menos cuando hacíamos el amor sin reloj” es más poderoso que “Tenemos que mejorar nuestra vida sexual”.
  • Crear momentos donde la fertilidad no tenga protagonismo. Salir, cocinar juntos, reírse. No porque vayan a “desbloquear el embarazo”, sino porque el amor también necesita oxígeno.
  • Nombrar los miedos sin juicio. Hablar de las dudas y del cansancio con honestidad puede acercar más que cualquier gesto romántico.
  • Recordar que seguís siendo una pareja, no solo un proyecto reproductivo. La relación no es un medio para un fin. Es un fin en sí misma. Y merece ser cuidada por lo que es, no solo por lo que puede traer.

Un camino que no tiene por qué doler tanto

La buena noticia es que muchas parejas, incluso en medio de tratamientos o búsquedas difíciles, aprenden a amarse de otra manera. Con más ternura, con más conciencia. Porque al mirar al otro en este proceso, sin exigencias ni fórmulas mágicas, se abren espacios de intimidad inesperados.

No se trata de que todo sea fácil. Se trata de no perderse de vista mientras se camina. De permitirse llorar, reír, tocarse y también enfadarse. Porque el amor no se mide por el resultado, sino por la manera en que seguimos eligiéndonos… incluso cuando los días duelen un poco.

Y eso también es fertilidad emocional: seguir sembrando vínculo, aunque la espera se alargue. Porque cuando el amor se cuida, se transforma en el mejor lugar posible para cualquier vida que quiera llegar. O para reconstruirse, si no llega. Ese amor, aunque parezca dormido, no se ha ido. Solo espera que lo mires.

Foto | Portada (Freepik)

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