Los parques de bolas o el ocio infantil enlatado

Los parques de bolas o el ocio infantil enlatado
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Una de las propuestas de ocio que más ha crecido en los últimos años los los parques de bolas, que se multiplican en centros comerciales, en restaurantes o en locales independientes para disfrute de los niños y desembolsos de los mayores.

Porque, como es lógico, divertirse en el parque de bolas no es gratis, y no digamos si se acompaña de una celebración de cumpleaños. Y si los parques de bolas hubieran sido la revolución en cuanto a entretenimiento se refiere, no tendría nada que añadir. Pero los niños no se divierten más en estos sitios.

Los niños disfrutan en un parque, en el campo, en una casa, con sus juegos, sus manualidades, sus deportes… y si los mayores les organizamos una fiesta, un concurso, carreras o cualquier juego tradicional, el disfrute es el doble.

Porque en definitiva, ¿qué hacen en el parque de bolas? Sudar y cansarse mucho, subir y bajar, una actividad física que es buena, y que les divierte, pero que no les da oportunidad de jugar de otras maneras, ni tan siquiera de hablar con los padres (que no están junto a ellos) y a duras penas con sus amigos o los otros niños, pues suele haber bastante jaleo.

Y también está el tema del lanzamiento de bolas, que puede llegar a ser peligroso, u otros riesgos como los derivados de la diferencia de edades entre unos niños y otros o la ausencia de vigilancia. Además todo esto se da en un espacio reducido, acotado, acristalado o con redes, y con posibilidades limitadas. Un entretenimiento enlatado.

Creo que los niños con quienes mejor se lo pasan es con sus padres, cuando jugamos juntos. Y en el parque de bolas no solemos entrar los papás…

Pero eso es precisamente lo que buscan muchos progenitores en este lugar: que sus hijos jueguen junto a ellos de manera más o menos segura (no diría controlada) y tener tiempo para ellos, para su café, su charla… una manera de “desconectar” (o de “seguir desconectados”, según los casos).

Cumpleaños bolas

Cumpleaños en el parque de bolas

Hoy las casas son pequeñas, los bares no quieren niños, parece que hay que invitar a toda la clase al cumpleaños… ¿y dónde meter tanta gente para una celebración? En el parque de bolas, no hay otra opción, al menos que alguna de las condiciones anteriores no se cumpla.

Si tienes una casa grande (o alguien te la deja), si tienes un bar amigo de los niños o no vas a invitar a toda la clase de tu hijo, es más fácil organizar la fiesta sin recurrir a los parques de bolas. Y pasárselo en grande con los pequeños.

Probablemente tendremos menús más sanos, y la fiesta saldrá más barata. No habrá piscina de bolas o toboganes, pero podemos inventar nuestros propios laberintos, jugar al escondite, hacer pompas de jabón o saltar a la comba. Los juegos tradicionales, sanos, divertidos y gratis.

Podemos contar un cuento, hacer una búsqueda del tesoro, pintarnos las caras, cantar canciones, colorear dibujos, organizar una carrera de sacos, disfrazarnos… Los niños pueden hablar entre ellos y con nosotros. ¿Cuántas de estas actividades se pueden realizar en el parque de bolas?

Sin duda este tipo de fiesta será más cansada para los mayores, pero más gratificante. Porque al final, los niños habrán pasado un tiempo inolvidable con nosotros (y no junto a nosotros, mirándolos mucho o poco desde la distancia).

Yo reniego de los parques de bolas, aunque entiendo que sea una solución para muchas familias en el tema del cumpleaños. Y aunque haya ido en más de una ocasión porque nos han invitado o porque el grupo (de otros papás con niños, claro) quería quedar allí para juntarnos. Y he visto cómo disfrutaban mis hijas, aunque no más que en muchas otras situaciones sin piscina de bolas.

Si pudiéramos elegir disfrute y alegría de nuestros hijos en un lugar de pago o uno gratis, ¿con qué nos quedaríamos? Dogo yo que con el gratis, ¿no? Pero el entorno, la sociedad, el trabajo, las prisas, los convencionalismos… en ocasiones no nos dejan elegir, o no nos dejan ver que podemos elegir.

Si nuestros pueblos y sobre todo nuestras ciudades no fueran hostiles a los niños estos jugarían más en la calle, tendrían sus espacios para disfrutar al aire libre. El invierno no es excusa, porque también habría más espacios cubiertos de ocio, gratuitos, que combinaran el entretenimiento saludable y educativo, que permitieran organizar las fiestas infantiles…

Tal vez un mundo idílico, el de las ciudades amigas de los niños. Un mundo idílico que no me gustaría que olvidáramos, que no me gustaría que dejáramos de buscar en uno u otro sentido. ¿Qué lugar ocuparían los parques de bolas en ese mundo idílico de ciudades amigas de los niños? Pues sin duda uno no tan relevante como el que ocupa en la actualidad.

Fotos | Eva Paris en Bebés y más y Buscavientos en Flickr
En Bebés y más | Los juegos de toda la vida, La irresistible atracción por las piscinas de bolas, Fiestas infantiles en casa

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