No sé si quiero ser madre: nueve preguntas que puedes hacerte para averiguarlo

No sé si quiero ser madre: nueve preguntas que puedes hacerte para averiguarlo
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Ser madre es una decisión para toda la vida, que la cambia por completo. Implica ganancias, un cambio de vida que puede ser realmente gratificante, pero también algunas renuncias. Y como todas las decisiones importantes, no está exenta de presiones, tanto sociales como individuales o familiares.

Llega una edad en la vida de las mujeres a la que, lamentablemente, la sociedad sigue preguntándonos si vamos a tener hijos, y además añaden comentarios inapropiados del tipo "se te va a pasar el arroz". Es una edad en la que presuponen que sí o sí vas a querer ser madre.

Pero, ¿y lo que deseamos realmente? Hay mujeres que lo tienen claro desde que son pequeñas; que quieren ser madres. Es un deseo que les nace fuerte desde dentro; se imaginan su vida con hijos desde que son pequeñas, y esa idea les hace muy feliz.

A otras, ese deseo les llega un poco más tarde. Y a otras, simplemente, no les llega. Todas las decisiones, y deseos, están bien, y no debemos juzgarlos; lo importante es decidir en consonancia a nuestros deseos y valores. Pero, ¿y si no sabemos si queremos ser madres?

Preguntas que puedes hacerte si no sabes si quieres ser madre por primera vez

Hay mujeres que no saben si quieren ser madres. Una parte de ellas quizás sí tiene ese deseo, pero hay otras partes dentro de sí mismas que no quieren. Y es lógico, los estados emocionales aparentemente contrarios pueden convivir dentro de una misma.

Por otro lado, a estas dudas se le añade el reloj biológico que nos marca un mejor momento para iniciar el camino de la maternidad (ya sabemos que a edades avanzadas es más difícil concebir).

Decidir con presión interna y externa es aún más difícil... Pero entonces, ¿qué nos puede ayudar a saber lo que queremos? No hay una fórmula mágica para encontrar esta respuesta, pero sí algunas preguntas que podemos hacernos para reflexionar sobre el tema y encontrar un poco de luz. Por ejemplo:

1. Si me pudiera liberar de las presiones sociales... ¿Qué me dice el cuerpo? ¿Es un deseo que siento dentro de mí?

No es fácil liberarse de esas presiones sociales; convivimos con ellas. Pero se trata de discernir entre lo que nos dice la sociedad y lo que nos dice nuestro deseo real. Aunque ese deseo de ser madre también está influido por la sociedad, ¿qué crees que hay dentro de él si accedemos a su esencia?

Puedes hacer el siguiente ejercicio; cerrar los ojos y visualizar la idea de ser madre, localizar en qué parte del cuerpo sientes ese deseo, o si no aparece, ser honesta contigo misma, dejar que afloren tus pensamientos sin juzgarlos...

2. Cuando conecto con la idea de ser madre, ¿qué tiene más peso? ¿Lo que esperan de mí o lo que quiero realmente?

Cuando conectas con esa idea, ¿qué es lo que resuena dentro de ti? Si dejas pasar esos mensajes de la sociedad, de la familia, si los dejas a un lado por un momento... ¿Qué queda? ¿Hay deseo en ti? ¿Qué emociones sientes? ¿Te surgen pensamientos?

3. Al convertirme en madre, mi vida cambiará radicalmente, en muchos sentidos (tiempo, prioridades...). ¿Es un cambio que me apetece hacer, que estoy dispuesta a hacer...?

Aunque la maternidad pueda ser un camino precioso, enriquecedor y mágico, también conlleva renuncias; por ejemplo, el tiempo exclusivo para uno mismo, las horas de sueño, el cambio de prioridades...

Así, la maternidad revoluciona la vida en todos los sentidos. Cambia todo. Pregúntate si es un cambio (o más bien, una serie de cambios) que estás dispuesta a asumir.

Las pocas horas de sueño, el cambio radical de prioridades, tu tiempo que pasa a ser exclusivamente de esa criatura, la gran responsabilidad que conlleva... Se trata de saber si, a pesar del cambio de vida, es algo que nos siga haciendo ilusión, que sintamos que nos compensa.

4. ¿Cómo me gustaría que fuera mi vida en "X" años?

Para responder a esta pregunta podemos recurrir a un ejercicio de visualización, muy útil para tomar distancia del momento actual y de las interferencias que nos impiden decidir con claridad.

Así, si visualizas tu vida en "X" años, ¿cómo te la imaginas? ¿Cómo te gustaría que fuera? ¿Aparecen niños en esa imagen? Si es así, ¿te hace ilusión que aparezcan? ¿Es una vida que sientes que deseas?

5. ¿Estoy dispuesta a comprometerme con una responsabilidad que es para toda la vida?

La maternidad conlleva una gran responsabilidad. Hay una metáfora que dice que el sentimiento de tener hijos se asemeja a cuando tienes algo cociendo en el fuego; ya no puedes dejar de estar pendiente de ese fuego.

Aunque ese fuego "va haciendo", esa comida se va cociendo (los hijos crecen, se hacen mayores...), tú no puedes dejar de estar pendiente, y ya es para siempre, para toda la vida. ¿Estás dispuesta a asumir esa responsabilidad? ¿Te compensa, te hace ilusión, tienes ganas...?

6. ¿Dispongo de los recursos necesarios para ser madre, o puedo disponer de ellos en un futuro?

Para valorar esta decisión también es importante tener en cuenta el tema económico, si disponemos de ayuda familiar, también a nivel logístico... Porque no se trata solo de desear tener hijos, sino de saber que les podemos dar una vida digna. ¿Es una posibilidad real?

7. ¿Tengo una estabilidad suficiente (o la puedo tener) para ser madre ahora o en un futuro?

La estabilidad también es importante a la hora de plantearse esta decisión. ¿Tenemos esa estabilidad? Ya sea a nivel laboral, económico, respecto al lugar en el que vivimos... Y si estamos en pareja y el proyecto es tener hijos juntos, ¿tenemos estabilidad con la pareja? Un niño necesita estabilidad, y por supuesto, también una madre.

8. Psicológicamente, ¿estoy preparada para ser madre?

Como decíamos, esta decisión no solo tiene que ver con desear ser madre, sino también con si podemos. Por ello la salud emocional también es una variable a tener en cuenta. ¿Estamos preparadas, psicológicamente, para serlo? ¿Gozamos de un mínimo de estabilidad emocional?

Claro que no hace falta estar "perfectas" emocionalmente para ser madres, ya que todas tenemos derecho a tener malas temporadas anímicamente. Pero una cosa es eso y la otra es tener una depresión, por ejemplo. Si este es el caso, ¿tenemos la posibilidad de pedir ayuda psicológica y sanar?

9. Si me imagino con hijos... ¿Es un escenario que me produce ilusión, que me hace feliz?

Finalmente, pregúntate si te imaginas con hijos. Ya sea en un escenario actual o en unos años. Si puedes hacer ese ejercicio, ¿qué sensación te invade al visualizarlo? ¿Ilusión? ¿Preocupación? ¿Miedo?

Pueden aparecer varias emociones, y que aparezcan por ejemplo dudas, preocupación o miedo, no significa que no quieras tener hijos. Como hemos visto, este tipo de emociones pueden (y suelen) convivir. Tienes que valorarlo todo en conjunto; preguntarte cómo te sientes en conjunto, en esencia, qué emoción resuena más dentro de ti...

Fotos | Portada (Freepik)

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