Las madres de tres hijos que no están estupendas tampoco tienen que disculparse (y tienen una excusa)

Las madres de tres hijos que no están estupendas tampoco tienen que disculparse (y tienen una excusa)
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Hace cosa de dos meses Maria Kang, una mujer, madre de tres hijos, se hizo famosa al publicar una foto suya, con sus tres hijos, en un estado de forma estupendo y con una frase que decía "¿Cuál es tu excusa?".

Muchas mujeres la pusieron de vuelta y media, y aunque aquí ya comentamos que no hay que pedir disculpas por estar estupenda, lo que probablemente generó más polémica no fue la imagen, sino la frase, como si toda mujer y madre tuviera que aspirar a tener ese cuerpo y, de no conseguirlo, hubiera alguna excusa absurda.

Esto mismo pensó Taryn Brumfitt, una madre de tres hijos que después de dar a luz al tercero también llegó a tener un cuerpo envidiable pero que luego se dijo algo así como "al cuerno" y decidió cuidarse un poco menos, vivir más tranquila, no disculparse por ello y contestar así a Kang explicándole su excusa.

Participando en un concurso al mejor cuerpo

En mayo del año pasado compitió en un concurso de belleza en que se premiaba el mejor cuerpo fruto del deporte. Fue un reto que se puso, buscar hasta dónde podía llegar con su cuerpo, ver cómo podría llegar a verse. Para llegar al concurso pasó 15 semanas siguiendo un entrenamiento muy duro y una dieta muy estricta. Digamos que, durante tres meses y medio, se dedicó en cuerpo y alma a lograr su objetivo. Lo logró, y como ella misma dice, "perdí mucho peso, me subí al escenario y ahí me pavoneé con mi bikini brillante y mis zapatos pornográficos".

Este es el cambio que logró:

Con excusa por no estar estupenda

La gente alabó su figura, le comentaron que era un ejemplo para los demás, pero ella se dio cuenta de que nadie se daba cuenta del trabajo, el sudor y las lágrimas que había detrás de todo ello, y no sólo sus lágrimas, sino también de su familia. Se dio cuenta de que se pasaba el día diciendo a sus hijos "voy en un minuto", sin ir realmente. No tenía tiempo para ellos porque, si no estaba entrenando, estaba preparando comidas especiales. Tenía más discusiones con su marido que nunca, porque el no comer lo que le apetecía (chocolate, sobre todo) le ponía de mal humor. Su vida giraba en torno a su figura, comiendo cosas que detestaba y viéndose en el autobús comiendo huevos duros, subiéndose a la báscula cada dos por tres y lavándose el pelo de manera casi obsesiva. Y así es como se vio y sintió un buen día: obsesionada.

Hasta que decidió dejar de tener un cuerpo perfecto

Entonces decidió que tenía que poner final a ese estilo de vida porque no quería sacrificar muchas de las cosas que le gustan, como salir con sus hijos, quedarse durmiendo más rato los fines de semana, comer lo que quiere y cuanto quiere y de vez en cuando salir de noche con sus amigas.

Eso no quiere decir que promueva hábitos insanos ni justifique la obesidad, pues ella misma asegura que corre, levanta pesas y come sano, pero que ahora no se priva de acompañar su café con leche con una galleta o de comerse una hamburguesa de vez en cuando si le apetece. A eso ella lo llama equilibrio, pues la salud, según comenta, no es sólo lo que los demás ven, sino la combinación de los planos físicos, emocionales y espirituales de una persona.

Así que sucedió lo que veis en la imagen que encabeza esta entrada: dejó de tener un cuerpo esbelto y delgado y recuperó algunos kilos. Por eso quiso dar su opinión y decir lo siguiente:

Cuando veas un cartel como el de María, diciendo: "¿Cuál es tu excusa?" Por favor, no te sientas amenazada o molesta, sino más bien contenta por saber que tener un cuerpo "perfecto" no es algo tan positivo como parece ser.

Todas tienen su excusa

Como veis, Taryn tiene su excusa. Ella prefiere no obsesionarse con su cuerpo y poder darse caprichos de vez en cuando, además de disfrutar de su familia, de salir con sus amigas y de pasar tiempo con sus hijos. Otras mujeres tienen otras excusas, probablemente similares, que no es más que la diferencia en la escala de valores de cada una.

Para Maria Kang su cuerpo es importante, mucho, básicamente porque es profesora de fitness. Taryn no lo es, no vive de su cuerpo, así que lo lógico es que tarde o temprano dejara ese comportamiento obsesivo para volver a lo que probablemente había hecho siempre. Otras mujeres tienen otras profesiones, no relacionadas con su físico, y sería absurdo que de repente, después de ser madres, se dedicaran a lograr tener un cuerpo perfecto (según los canones actuales), descuidando a su familia, a su bebé y en definitiva, su vida.

Esas son las excusas, la vida de cada mujer, lo que consideran importante en cada momento porque no, lo más importante cuando eres madre, no es tu cuerpo. De hecho, si no vives de ello, el cuerpo no debería ser nunca lo más importante en la vida de nadie. Un hobby sí, una forma de vida, no digo que no, si en general llevas una dieta sana y haces algo de ejercicio, que es lo que todos deberíamos hacer (al menos cuando los niños son ya más mayores y hay tiempo para ello), pero nunca una obsesión que haga que dejes de ver crecer a tus hijos.

Pero Taryn no es Maria...

Hasta aquí creo que la mayoría estaréis de acuerdo conmigo: a todos y a todas nos gusta vernos más o menos bien pero, aun comiendo sano y haciendo algo de ejercicio, todos tenemos claro que hay muchas cosas que van delante de la fiebre de lograr un gran cuerpo, como la familia y el trabajo.

Taryn llegó a dejar de lado todo ello para lograr su objetivo de tener un cuerpo delgado y atlético y por eso explica su vivencia. Sin embargo, no sabemos si María tiene que hacer los mismos esfuerzos y sacrificios para lograr lo mismo. Lo comento porque en mi caso, en mi casa, Miriam podría si quisiera ponerse un bikini, hacer poses, y casi pasaría por una de ellas. Sin embargo, ni hace dieta ni hace ejercicio (si el ser madre no se considera como tal, claro). Vamos, que sin apenas esfuerzo, sólo que hiciera un poquito de deporte cada día, o cada dos días, estaría igual que Maria Kang. Quizás a Maria le pase lo mismo, que no necesite mucho para estar como está.

El problema es que entonces ya no es una cuestión de excusas, sino una cuestión de genética, y si es el caso, entonces la frase "¿Cuál es tu excusa?" ya no sólo es inapropiada, sino que además es cruel, en un mundo en que cuesta mucho aceptar los kilos.

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