Qué dice la psicología de las personas que no soportan equivocarse con los regalos

En general, regalar desde el miedo a equivocarse habla menos del regalo y más del miedo a no ser suficiente

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Laura Ruiz Mitjana

Hay personas que disfrutan regalando y otras que viven el momento con auténtica tensión interna. No hablamos solo de querer acertar, algo bastante humano, sino de un malestar intenso ante la posibilidad de equivocarse: miedo a decepcionar, rumiaciones interminables, listas mentales, comparaciones, e incluso insomnio previo a cumpleaños o celebraciones. 

Desde la psicología de la personalidad, esta vivencia no es casual ni superficial. Detrás de esa necesidad de “no fallar” con un regalo suelen esconderse dinámicas emocionales profundas y bastante coherentes.

Perfeccionismo, autoexigencia y miedo al error

Uno de los rasgos más frecuentes en las personas que no soportan equivocarse con los regalos es el perfeccionismo, especialmente el de tipo autoexigente. No se trata solo de querer hacerlo bien, sino de asociar el error con una vivencia de fracaso personal. El regalo deja de ser un gesto y se convierte en una prueba: si acierto, valgo; si fallo, algo en mí falla.

Este tipo de personalidad suele tener una voz interna muy crítica. El error no se vive como algo corregible o humano, sino como algo que genera vergüenza. Por eso, la posibilidad de regalar algo que no guste activa ansiedad anticipatoria. No es el regalo en sí lo que pesa, sino lo que simbólicamente representa: “¿Y si no soy suficiente?”, “¿Y si piensa que no le conozco?”, “¿Y si decepciono?”.

Además, estas personas suelen tener una baja tolerancia a la incertidumbre. No saber con seguridad si el regalo gustará resulta emocionalmente muy incómodo, y el cerebro intenta reducir esa incomodidad buscando control absoluto… algo imposible en las relaciones humanas.

No saber con seguridad si el regalo gustará resulta emocionalmente muy incómodo, y el cerebro intenta reducir esa incomodidad buscando control absoluto.

Regalos como prueba de amor, validación o vínculo

Desde un punto de vista relacional, muchas personas asocian inconscientemente el regalo con el valor del vínculo. Regalar no es solo dar un objeto, sino demostrar atención, conexión y cuidado. Cuando alguien no soporta equivocarse con un regalo, suele estar otorgándole un significado excesivo: “Si no le gusta, significa que no le importo”, “si fallo, quedo en evidencia”.

Esto es especialmente común en personas con apego ansioso, que tienden a medir la seguridad emocional a través de señales externas de aprobación. El regalo se convierte en una forma de buscar validación: que guste tranquiliza, que no guste amenaza el vínculo.

También puede aparecer en personas muy orientadas al otro, con tendencia a priorizar necesidades ajenas por encima de las propias. Para ellas, equivocarse con un regalo no es solo un error, es una forma de sentirse egoístas, despistadas o “malas” personas.

Control emocional y dificultad para tolerar la imperfección

Otro factor clave es la dificultad para tolerar la imperfección, tanto propia como ajena. Estas personas suelen sentirse incómodas con lo espontáneo, lo improvisado o lo ambiguo. Prefieren lo previsible, lo correcto, lo validado. Por eso, regalar algo “arriesgado” genera tanta ansiedad: no se puede controlar la reacción del otro.

Curiosamente, esta necesidad de control suele convivir con una gran sensibilidad emocional. No es frialdad, sino todo lo contrario: un alto nivel de implicación afectiva que, si no se regula bien, acaba transformándose en presión interna.

Desde la psicología, el trabajo no pasa por “dejar de preocuparse”, sino por desvincular el error del valor personal. Entender que un regalo no define la relación ni la valía propia, y que el vínculo se construye en lo cotidiano, no en un acierto puntual.

Aprender a regalar desde el disfrute, y no desde el miedo, implica aceptar algo profundamente humano: no siempre vamos a acertar, y aun así podemos ser suficientes.

Foto de portada | Imagen de Freepik

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