¿Podemos confiar al cien por cien en lo que recordamos? La neurocientífica Nazareth Castellanos asegura que no.
En sus charlas y libros, esta investigadora explica que la memoria es mucho más maleable de lo que creemos y que, bajo determinadas circunstancias, el cerebro es capaz de fabricar recuerdos inexistentes. ¿Cómo sucede?
Falsos recuerdos y estrés: cuando la mente inventa
En palabras de la propia experta en el programa de radio La Ventana de Cadena Ser: “Se hizo un estudio en ratas para meterles memorias que no habían tenido, que nunca habían experimentado. De lo que se dieron cuenta es que el cerebro puede generar eso mismo; es decir, ‘yo me invento algo pero me creo que es verdad’. ¿Por qué?
Porque siempre tendemos a querer recordar algo. Entonces te preguntan ‘¿te acuerdas de no sé qué?’, y aunque no sea cierto, se inventa alguna cosa. Y esto pasa mucho cuando tenemos estrés o cuando hemos vivido una emoción muy fuerte.”
Este fenómeno, conocido como falsos recuerdos, no es ciencia ficción. La propia Castellanos recuerda la labor de la psicóloga cognitiva Elisabeth Loftus en Estados Unidos, pionera en demostrar lo fácil que resulta alterar la memoria humana: “Elisabeth Loftus estudió mucho esto para desacreditar a los testigos de los juicios. Por ejemplo, yo estoy en una tienda, entra un señor con una pistola y yo me muero de nervios.
¿Qué pasa entonces? Que en ese momento mi hipocampo, que es mi ‘cámara de grabar’ cerebral, deja de grabar. Luego llega la policia y pregunta, ‘¿cómo era la persona que entró?’, y entonces tiramos de prejuicios. Y esto ocurre porque tu cámara de grabar (el hipocampo) no grabó, pero el cerebro utiliza aquella información que ha asociado a la persona, recurriendo a prejucios (‘normalmente son estas personas las que roban, personas que tal o que cual’).”
El papel del hipocampo en la creación de recuerdos
El hipocampo, esa “cámara de grabar” a la que alude la neurocientífica, se ve especialmente afectado en momentos de estrés intenso. Cuando el miedo o la adrenalina se disparan, la prioridad del cerebro es la supervivencia, no la precisión de los detalles. Por eso, después, la mente “rellena los huecos” con datos que encajan en nuestras creencias o estereotipos.
La neurocientífica explica que este mecanismo tiene un origen adaptativo: nos permite construir una historia coherente a partir de fragmentos sueltos. El problema surge cuando esas piezas inventadas se convierten en recuerdos firmes, influyendo en juicios, decisiones e incluso en procesos judiciales.
¿Cómo protegernos de esta trampa mental? La neurociencia sugiere algunas claves: ser conscientes de la falibilidad de la memoria, evitar presionar a las personas para que recuerden en caliente y contrastar la información con pruebas objetivas siempre que sea posible.
Lejos de ser una debilidad, entender que nuestra memoria es plástica y creativa nos ayuda a ser más prudentes con lo que afirmamos haber visto o vivido. Saber que el cerebro puede crear recuerdos que no han existido, sobre todo en situaciones de estrés no debería asustarnos, sino invitarnos a mirar nuestros recuerdos con un sano escepticismo.
La próxima vez que cuentes una anécdota “de memoria”, tal vez te preguntes: ¿hasta qué punto fue exactamente así… o mi cerebro completó el relato?
Foto | Portada (Nazareth Castellanos + Freepik)
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