La razón psicológica por la que los niños prefieren jugar con la caja que con el regalo

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Laura Ruiz Mitjana

Imagina esta escena: estamos en un cumpleaños, en Navidad o en cualquier otra fiesta. Un niño abre un paquete brillante, descubre el juguete más codiciado, el más moderno y supersónico… y, en lugar de jugar con él, empieza a jugar con la caja.

Esa caja de repente puede ser cualquier cosa que le diga su imaginación, no hay límites, y se convierte en su primer “amigo”: la arruga, el sonido, el espacio… todo es nuevo y estimulante. Y en ese gesto de jugar con la caja y toquetearla, está el corazón puro de la infancia y su inocencia, vibrando con una curiosidad auténtica. ¿Por qué a veces les gusta más la caja que el propio juguete?

Imaginación sin límites: una caja puede ser cualquier cosa

Un estudio de la Universidad de Alabama de Burns‑Nader et al. (2019) publicado en Infant and Child Development, encontró que al jugar los niños eligen objetos genéricos (como una caja sin marcas) el 65 % del tiempo, frente a objetos marcados que limitan su uso.

La explicación: una caja puede ser coche, barco, casa, sombrero, refugio… o todo a la vez. No tiene instrucciones ni propósito fijo, por lo que permanece abierta a la imaginación.

El cerebro explorador y un espacio para reinventarse

Por otro lado, hemos de tener en cuenta que de los 12 a los 24 meses los niños están en la fase sensoriomotora descrita por Piaget. Primero exploran con ojos, manos y boca. Luego entienden conceptos como la permanencia de objetos. Una caja y su papel permiten llenar, vaciar, rasgar, esconder: acciones que estimulan sentidos, pensamiento espacial y aprendizaje temprano.

La teoría de “loose parts” de Simon Nicholson (1970's) y estudios actuales defienden que los materiales no programados —como cajas y papel— fomentan un juego más profundo, creativo y de calidad, porque no están atados a una función fija.

Un experimento real comparó a niños con 4 versus 16 juguetes: los primeros jugaron 1,5 veces más de tiempo y con más creatividad. Menos es más, y la caja se alza como el rey supremo de ese "menos".

  • Un ejemplo:

María, de casi dos años, ve a su padre envolver regalos y frotarse las manos de emoción. Cuando recibe su muñeco, hace una mueca… y juega con la caja gigante. La llena de peluches y se mete dentro, simulando que es una casita (el juego simbólico). El juguete está olvidado, pero sus risas alimentan un mundo.

Tres beneficios de este tipo de juego: un mundo de posibilidades

Jugar con objetos tiene varios beneficios, como:

  • Control y autonomía: la caja no marca el juego; deja que el niño lo decida.
  • Exploración sin riesgo: rasgar, apilar, entrar, salir… permiten desafíos o retos adaptados.
  • Creatividad sin instrucciones: no hay manual, solo la mente del niño, que crea mundos sin límites.

Si la psicología infantil tuviera un lema, sería: “Dale espacio, no tareas; da oportunidades, no instrucciones.” Y la caja es ese espacio limpio y lleno de posibilidades.

En ese instante donde la caja amplifica la risa del niño, vemos creatividad pero también apertura emocional, expresión auténtica, valiente, sin máscara ni agenda.

Es un acto de confianza en sí mismo y en su entorno. Como psicóloga, me conmueve saber que en cada caja hay un universo que espera ser descubierto, y en cada rasgadura, un pequeño logro personal.

Claves para entender y fomentar un juego más libre

Si tu hijo se queda jugando con la caja o con otros objetos que no son juguetes, o si quieres estimular este tipo de juego, te animo a:

  • Ofrecer materiales abiertos: cajas, telas, recipientes...
  • No subestimar el silencio: no empieces a jugar por él. Observa, acompaña si te invita.
  • Cambiar menos juguetes, potenciar más espacios: deja que el juego se construya desde cero.

En resumen: los niños juegan con la caja porque necesitan espacio para crear, explorar y ser ellos mismos. Ese pequeño cartón sin valor comercial es, en realidad, un generador de mundos interiores. Y en su silencio, encontramos nuestro mejor regalo: su capacidad de asombro.

Foto | Portada (Freepik)

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