¿Tratas y educas por igual a tus hijos? Podría no ser la mejor estrategia
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¿Tratas y educas por igual a tus hijos? Podría no ser la mejor estrategia

Si le preguntarais a vuestra madre cómo os ha criado a ti y a tus hermanos, ¿diría que os ha tratado por igual o que tuvo diferente trato según fuerais uno u otro? Exacto. La mía siempre dice lo mismo, que a todos nos ha tratado por igual, que a todos nos ha dado lo mismo y que ha sido siempre justa y equitativa con todos.

Es, en realidad, un intento de tratar que los hijos tengan lo mismo, las mismas oportunidades, el mismo cariño, el mismo tiempo con papá y mamá y el mismo de todo para que nunca ninguno pueda decir que le ha faltado tal o cual cosa. Que uno nunca tenga celos del otro. Que uno nunca pueda decir que mereció más o hubo favoritismos. Que los padres tengan claro que la diferencia, si la hubo, provino del carácter de cada hijo, "porque yo hice lo mismo con todos, así que la diferencia la marcaron ellos". ¿Lo haces? ¿Tratas y educas por igual a tus hijos? Porque es una estrategia loable, relativamente útil, pero quizás algo anticuada y bastante mejorable.

Una estrategia loable y relativamente útil

Vamos a ver primero cuáles son los puntos positivos de dicha estrategia. Más o menos ya los he comentado: el educar y tratar a los hijos por igual te hace ser un padre y una madre ecuánime, justa e intachable a nivel de exigencias. Les das a tus hijos lo mismo, las mismas oportunidades, las mismas posibilidades y repites en el segundo y el tercero (y cuantos haya) lo que hiciste con los anteriores.

Si a uno le compras algo, a los demás también. Si a uno le regalas algo, a los demás también (no hace falta que sea en el mismo momento... sería algo así como tener en cuenta que con uno te gastaste 30 euros y con el otro te gastas lo mismo). Vamos, consiste en eso, en tratar de igualarles, en evitar que uno te pueda decir que le ha faltado algo que otro ha tenido.

¿El beneficio? Pues ese mismo, la justicia puesta al servicio de los padres y de los hijos. Cada uno tiene lo mismo que el otro y a ojos de sus padres son iguales.

Pero una estrategia mejorable, porque no todos son iguales

¿Es lo mismo ser el primero que ser el segundo de los hijos? ¿Es lo mismo ser el primero que ser el tercero? ¿Es lo mismo ser un niño muy dependiente o muy demandante que uno muy autónomo? ¿Es lo mismo un niño tímido que uno extravertido? No, por supuesto que no. Cada persona es única, así que cada persona es diferente.

Se suele decir, con bastante acierto, que los hermanos mayores tienden a ser calmados, competitivos y responsables, que los medianos son más autónomos e independientes, más "trastos", el contrapunto del mayor, y que los terceros son más sociables y más avispados a la hora de conseguir mimos y cariño. Vamos, que el lugar de nacimiento influye en la manera de ser de cada niño y que, por lo tanto, tus hijos no son iguales.

Quizás nunca hayas realizado este ejercicio, pero seguro que puede ser interesante, o incluso divertido, tratar de imaginar cómo serían tus hijos si hubieran nacido en diferente posición. El mayor, si hubiera sido el segundo o el tercero, el tercero si hubiera sido el primero, el segundo si hubiera sido el tercero, y así con todas las combinaciones posibles. ¿Verdad que acabas pensando que serían niños diferentes? Porque la atención que le diste al primero no es la misma que le darías si fuera el tercero, y de igual forma, el tercero tiene a dos maestros más mayores (sus hermanos) que el primero nunca tuvo.

Educar igual a los hijos

Con todo esto vengo a decir que cada persona, cada niño, aunque sean nuestros hijos, es diferente de los demás y por lo tanto tiene unos requerimientos y unas necesidades diferentes. Ya sea porque nacieron antes o después, ya sea porque son de una o de otra manera. Porque pongamos el ejemplo de unos mellizos. Nacen a la vez. ¿Quiere esto decir que deben ser tratados exactamente igual? Y la respuesta es no, porque a veces uno se comporta de manera más dominante y el otro de manera más sumisa, y entonces tienes delante a dos personitas diferentes que no pueden ser tratadas igual.

Un hijo puede necesitar más brazos, más cariño, más atención, y no por eso tenemos que dar exactamente la misma atención a los demás, pues puede resultar que los demás son más capaces de entretenerse con otras cosas. Un hijo puede necesitar más comunicación, más palabras, más apoyo en según qué situaciones y otro hijo necesitar menos. Un hijo puede necesitar una cosa determinada en un momento y gastarte el dinero en él y no por eso debes gastarte lo mismo en el otro, sino tener en cuenta que cuando el otro necesita otra cosa, se la darás igualmente.

No puedes igualar a los hijos siempre, ni con todo, porque la educación que le diste a un hijo no tiene por qué servir con el siguiente. ¿Y si estás haciendo lo mismo pero tu hijo llora y no consiente? ¿Seguirás porque es lo que hiciste con el primero? No, te adaptarás a tu hijo, dirás eso de "jolín, es que son tan distintos que me siento como si fuera primeriza" y le criarás tal y como te pida, tal y como necesite.

Mi madre, aún ahora, intenta siempre igualarnos en todo. Yo siempre le digo que no hace falta, que mire qué hijo necesita más y que le ayude, pues no todos tenemos las mismas circunstancias vitales. Y en este sentido hablamos de dinero, pero es que si habláramos de cariño le diría lo mismo: no todos necesitamos lo mismo porque no todos somos iguales. Por eso, al tratar de igualar, uno puede recibir más de lo que necesita y otro, por desgracia, recibir menos. Y no es una sensación agradable crecer sintiendo que te faltó cariño, apoyo, comunicación, consejo y tiempo con tus padres y que cuando se lo digas te digan que no puedes quejarte porque todos tuvisteis lo mismo.

Fotos | iStock
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