Tras decidir que no quería hijos cumple a los 30 su sueño de ser estéril
Vivimos en un mundo absolutamente hipócrita en lo que a la maternidad y paternidad se refiere. Lo he notado como padre y lo he notado al ver a otras parejas encontrarse en la más absoluta alegría con sus familiares y entorno durante el embarazo y llevarse una bofetada de realidad una vez el bebé nace cuando, tras los primeros días, todo el mundo desaparece y te piden que hagas desaparecer a tus hijos.
Es como si existiera una confabulación global dedicada a hacer creer a las parejas jóvenes que tener un bebé es lo más bonito y maravilloso a lo que pueden aspirar, porque los bebés son completamente preciosos y apenas modifican tu ritmo vital y luego, al ser padres, se olviden de ti porque "ahora ya es cosa tuya", para buscar a la siguiente pareja y convencerla de lo mismo.
Quizás por eso Holly Brockwell, de 30 años, ha pasado una auténtica odisea durante cuatro largos años para, por fin cumplir su sueño de no tener hijos.
La hipocresía de empujarte a tener hijos
No es la primera vez que hablo de ello. Ya en febrero lo comenté porque me parecía muy triste que la sociedad entera se encargue de convencer a las personas sin hijos de tenerlos, para luego pedirte que te olvides de que existen y se los cedas al sistema para que sea quien se encargue de educarlos y moldearlos: ya a los cuatro meses se acaba la baja, y a trabajar. Entonces tienes que dejarlo con los abuelos o en una guardería, y "tú sigue siendo tú misma, que tienes que seguir persiguiendo tus sueños y desarrollándote profesionalmente". Ah, y no te olvides de ser una superwoman (una gran madre, esposa, con la casa perfecta, gran mujer, feminista, luchadora y en realidad todo a lo que una mujer puede aspirar).
Es totalmente contradictorio y por eso muchas madres y muchos padres se sienten completamente perdidos. Perdidos y agotados. Tienen hijos porque es lo que se espera de ellos, y quizás también porque así lo desean, y cuando ya son padres y se dan cuenta de que ese bebé no está para nada acoplado al funcionamiento de esta sociedad, cuando ven que igual llevamos haciendo cosas muy mal durante mucho tiempo, porque nos hemos distanciado tanto de nuestra esencia que ni los bebés nos pueden seguir el ritmo, entonces tratan de frenar un poco, de darse margen para ayudar a crecer a su bebé con un poco de sentido común, y entonces les dicen que no, que de eso nada, que lo primero son ellos y su profesión y que del bebé ya se encargarán si eso otros. Y en cuanto puedan "a por el hermanito, no vayan a ser tan egoístas como para no tener nada más que uno".
Cuatro años para conseguir su sueño de ser estéril
Así llegamos a la historia de Holly Brockwell, una mujer que ha tenido claro, toda su vida, que no quería ser madre. Era tal su determinación que su condición a la hora de buscar pareja era que el chico tampoco quisiera tener hijos. Así, a los 26, totalmente convencida de su decisión, acudió a su médico de cabecera para solicitar una intervención de esterilización. No necesitaba ser fértil porque no iba a gestar a ningún bebé, así que quería poder evitar cualquier riesgo de embarazo por la vía más fiable.
Sin embargo, se lo denegaron por considerarla demasiado joven para pensar en hacer algo así. Ella alegó que es legal ser madre a los 16 años, y que en consecuencia hacía ya 10 años que podría haberlo sido, sin haber tenido siquiera la intención. Y que en esos 10 años había tenido mucho tiempo para pensar en ello y tomar una decisión consciente y madura. Y ni con esas.
Desde entonces siguió luchando para poder hacer con su cuerpo lo que ella quería, sin entender que una mujer adulta no pudiera decidir sobre su vida y su cuerpo, como si los vientres fértiles de las mujeres fueran propiedad del estado hasta que dejaran de poder gestar bebés.
Pero no todo le llegó desde el mundo de los profesionales sanitarios. Ella nunca ha escondido su decisión. Tampoco la ha ido explicando porque sí, en plan "hola, no sé tu nombre pero me gustaría que supieras que quiero ser estéril", pero cuando alguien le preguntaba sobre la maternidad, o sobre los planes para tener hijos, pues respondía con su opinión y con su decisión, del mismo modo que alguien podría decir "pues vamos a intentar ser padres ahora" o "vamos a esperar unos años y luego ya nos pondremos con ello".
Y como podréis imaginar, escuchó de todo: "Ya cambiarás de opinión un día", "Tu reloj biológico entrará en funcionamiento y lo lamentarás", "Conocerás al hombre de tus sueños y querrá tener sus propios hijos...", y cosas aún peores, como "Eres una egoísta", "Eres una ingenua... morirás sola... ¿cuál es el objetivo entonces de hacer algo así?", "Es un desperdicio tener un útero perfecto para ser madre, un insulto a todas las personas que no pueden tener hijos", "Si no quieres tener bebés, no tendrías que tener relaciones sexuales", "Estás rota por dentro... Eres incapaz de amar... Eres una persona que sólo busca tener relaciones sexuales sin consecuencias... Gracias a Dios no hay muchas personas como tú" o "¿Cómo puedes negarle a tus padres los nietos que les debes? ¿Cómo puedes ser tan poco agradecida hacia ellos, que sí te tuvieron?".
Y finalmente, lo consiguió
A los 30 años, tras cuatro años de haber sido criticada, demonizada y agredida verbalmente de manera gratuita por expresar su deseo de no ser madre, Holly ha conseguido su propósito en una intervención de menos de una hora en el Hospital St. Thomas de Londres. Los efectos secundarios son dolor y náuseas, pero es consciente y eso le permitirá, por ejemplo, dejar de tener una prueba de embarazo en casa por si acaso tenía algún atraso en su periodo.
¿Acaso odia a los niños?
Eso le dice también mucha gente, que lo más seguro es que no quiera tener hijos porque odia a los niños. Pero no, no es eso. Tiene sobrinas y se desvive por ellas, le encanta pasar tiempo juntas. Es sólo que no ve la necesidad de tener eso mismo en casa, y tampoco siente que tenga que ser así.
Según explica en el Daily Mail, muchas mujeres son madres porque ni siquiera se paran a pensar si quieren o no tener hijos, o si sienten o no la necesidad de tenerlos. Porque en realidad tampoco es algo que una tenga que sentarse a pensar "a ver si quiero o no tener hijos", porque normalmente esto está decidido desde siempre. Como mucho, se piensa en cuál es el mejor momento, si "ahora" o "más adelante".
Y porque, como dice, más que pensar, hay que sentir que los quieres. Sentir que deseas ser madre, que quieres dar a luz y dedicar el resto de tu vida a cuidar de ellos, a tener esa responsabilidad, a darles y recibir amor, y a aumentar tu nivel de responsabilidades. Y ella nunca lo ha sentido.
Su madre siempre le ha apoyado
Cuando su madre supo que era su decisión le confesó que ella, de joven, sentía lo mismo. No quería tener hijos, no sentía ninguna necesidad de ello, pero nunca pensó en operarse porque al conocer al que sería su marido sabía que querría ser padre. Y así optó por tener las dos hijas que tuvo. Cinco años después de tener a la segunda, Holly, el padre se suicidó y se quedó ella sola, con las dos niñas, cuidándolas y amándolas como su madre, pero probablemente con la sensación de estar llevando la vida que los demás esperaban que llevara y no la que ella habría decidido vivir.
Por eso ella, Holly, no dio su brazo a torcer. Dice que casi toda la gente que se entera de lo que ha hecho le dice que está loca, que llegará un día en el que se arrepentirá y entonces no podrá hacer nada. Pero ella lo tiene claro, eso no sucederá.
Y si sucediera, ¿qué? ¿Quién es quién para decidir por ella? ¿En qué momento dejamos de ser libres de vivir como queramos y tomar las decisiones que consideremos mejor? ¿No es acaso mejor que una mujer no sea madre si siente que no quiere serlo, que vivir la maternidad como si de una cárcel se tratara?
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