¿Por qué mi hijo adolescente se niega a ponerse el abrigo en invierno?

¿Por qué mi hijo adolescente se niega a ponerse el abrigo en invierno?
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Esta mañana ha vuelto a suceder: he tenido que pelearme con mi hijo de 13 años para que saliera de casa con el anorak puesto. Según su opinión, que en la calle haga cero grados a las 7,30 de la mañana no son suficientes razones para ponérselo.

Parece que ya está convencido de que debe ponerla y ¡zas!, en cuanto me doy la vuelta, se ha ido a clase solo con la sudadera. Salgo a la calle tras él y ya no le tengo a la vista, pero sí a otros chicos de su edad que esperan en la puerta del colegio pegado a mi casa ¡también sin ropa de abrigo!

O yo me he vuelto loca o no entiendo ¿por qué los adolescentes como mi hijo se empeñan en no ponerse el abrigo aunque haga mucho frío en la calle?

La batalla de los abrigos, con ellas

Cuando son pequeños, abrigamos a nuestros hijos de la cabeza a los pies: con gorro, guantes, trenca o plumífero. Es lo normal para que no cojan un catarro. Pero, aunque ahora te parezca imposible imaginarlo porque tus hijos aún se visten como tienen que hacerlo (tal y como les sugieres), llegará un momento en que se revelarán e irán tan frescos, con ropa de verano en pleno invierno.

Recuerdo cuando mis hijos eran pequeños y veía a las niñas adolescentes en la puerta del colegio con unos pantalones cortos diminutos y una cazadora fina en pleno invierno y pensaba: "¿Cómo dejan sus padres que salgan así a la calle?" Hasta que mi hija llegó al instituto y se convirtió en una de esas niñas a quien parecen sobrar las calorías.

Es cierto que la adolescencia es una etapa de batallas entre padres e hijos, pero también es verdad que nunca pensé que la pelea porque vayan abrigados al colegio iba a ser una de ellas.

La lógica nos dice que cuando hace frío, nos abrigamos, pero parece que mi hija puede llegar a ser muy ilógica.

¿Por qué una niña de doce años se empeña en ir a clase en noviembre con una camiseta tan corta que enseña hasta el ombligo? Y, por si fuera poco, con el abrigo abierto para que se vea su indumentaria.

Pienso que lo hace por presumir, por estar a la moda y ser una más del grupo de adolescentes al que pertenece. Porque a esta edad, la pertenencia a un grupo es primordial. Pero, ¿aunque eso signifique pasar mucho frío e incluso enfermar? Pues la respuesta es que sí, incluso aunque por hacerlo tus padres te castiguen sin salir el fin de semana.

Además, tampoco sirve de nada prohibirles ir tan desabrigadas. Aunque salgan de casa con el plumas subido hasta arriba. Se las arreglan para cambiarse de ropa en cualquier sitio y ponerse esas prendas tan ligeras que contagian frío con solo mirarlas.

Aunque si me pongo a pensarlo, yo hacía exactamente lo mismo a su edad. Llevaba "mi ropa" en la mochila y me cambiaba en el ascensor de mi casa. ¿Por qué? Por encajar. Lo que no recuerdo es si pasaba o no frío con esos zapatitos de tacón que llevaba incluso lloviendo (que en Asturias, donde crecí, era casi todos los días). Simplemente, es la adolescencia.

Ellos tampoco pasan frío

Adolescentes 3

Pero parece que el ir desabrigadas no es exclusivo de las niñas. Los jóvenes tampoco pasan frío en vista de cómo van vestidos en pleno invierno. Te animo a que esta noche cuando caiga el sol, hagas un ejercicio: fíjate en los adolescentes que van al colegio de tus hijos, en cuantos van arrastrando el anorak o colgando solo de la capucha, puesta sobre la cabeza. ¡Te sorprenderás!

Mi hijo de 13 años llevaría pantalones de deporte cortos a diario si le dejara, incluso en invierno. Así que en cuanto llega el frío, los guardo fuera de su alcance.

Pero lo mismo pasa con sus amigos. Es curioso verles aparecer por casa con el anorak de la nieve y las piernas al aire... Como ya son 'mayores' eligen ellos solos qué ponerse y el resultado es lamentable.

Porque puede ser que mi hija pasara frío por ser guay, pero estoy segura de que su hermano no lo hace por esa razón (al menos no todavía).

Tras la última pelea del viernes para que vistiera al menos una prenda que le protegiera de la lluvia (el paraguas está totalmente descartado), decidí cambiar impresiones con él a la vuelta sobre los motivos que le empujan a ir tan desabrigado.

Más bien, la charla fue unidireccional, porque solo hablaba yo mientras él se limitaba a responder: "porque quiero, porque no lo necesito, porque no tengo frío", a la pregunta de por qué cada día nos peleamos para que lleve el anorak.

Así que cuando llegó más tarde con dos amigos a casa, les interrogué sobre el tema. La respuesta fue unánime: "molesta, da demasiado calor o pesa en exceso".

Eso, aunque sea un plumas ultraligero de los que no pesan nada. Lo mejor para los días heladores, según ellos, son las sudaderas con capucha y bolsillos para llevar las manos y las orejas calientes.

Hasta que Jesús, que siempre dice lo que piensa y que es como uno más de la familia por el tiempo que pasa con nosotros, me confesó:

"No me gusta usar ropa de abrigo porque me hace sentir como un niño pequeño. Recuerdo lo tonto que parecía cuando mi madre me hacía llevar esos anoraks tan grandes. Ahora que puedo elegir, prefiero no utilizarlos".

Así que resulta que la fobia al abrigo tiene más que ver con la libertad que con la comodidad. Los niños prefieren congelarse que renunciar a su fuerza de voluntad. Todos hemos experimentado este deseo de alejarnos de nuestros padres y tomar nuestras propias decisiones. Es parte natural del desarrollo.

Eso sí, desearía que mi hijo pudiera ganar confianza en sí mismo sin congelarse. Pero como no es posible, maana por la mañana volveré a pelearme con él para que se ponga el anorak antes de salir de casa. Porque como madre no puedo evitar protegerle. Sigue siendo mi niño.

Seguramente, volverá a escaparse sin él y cogerá un catarro. Solo me queda un consuelo, ¿no es cierto que también nos resfriamos aunque vayamos abrigados? Es el día a día con nuestros adolescentes y su rebeldía. Es lo que toca.

Fotos | iStock

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