Para futuros papás: vuestro hijo os va a querer más que a nada en el mundo

Para futuros papás: vuestro hijo os va a querer más que a nada en el mundo
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Sé que lo que voy a decir es un obviedad, pero creo que es necesario decirlo porque puede servir de ayuda a muchos futuros padres: vuestro hijo, ese que espera a que pasen las semanas de gestación que le quedan para nacer, os va a querer más que a nada y más que a nadie en el mundo.

Entonces seguro que respondéis un "bueno, ya imagino que será así", al que yo, levantando una ceja, respondo que, aunque lo imaginéis, no debéis darlo por sentado, sino recordarlo siempre, desde el primer día, y ahora os diré por qué.

Por qué nos aman

Los hombres y mujeres somos seres sociales por naturaleza. Desde que nacemos buscamos a otros iguales con los que compartir nuestras vidas en diversas relaciones de interdependencia. Cuando somos pequeños, claro, estas relaciones son más desiguales, porque la dependencia de los niños hacia sus mayores es inmensa. Precisamente porque nos necesitan tanto, tienen que querernos, tienen que amarnos desde el minuto cero.

Ese amor les sirve para sobrevivir (porque les cuidamos y lo hacemos posible) y les sirve para que nosotros también les amemos. Si no fuera así no les cuidaríamos y la especie se extinguiría muy probablemente, porque la capacidad de un bebé de sobrevivir es nula.

El amor más puro que existe

Pero tampoco es que le haga falta a un futuro papá saber la razón del amor que su bebé sentirá por él, pues lo importante es saber, simplemente, que él y mamá van a ser el centro del universo de su hijo. Los niños aman sin pedir nada a cambio. No ponen condiciones, no juegan a amenazar o chantajear, no hacen preguntas ni exigen nada por nuestra parte.

Nos aman, nos quieren, y cada día se esfuerzan en demostrárnoslo porque así lo sienten. De pequeños lo hacen ofreciéndonos sus sonrisas, queriendo estar con nosotros, queriendo compartir sus juegos y queriendo aprender de nosotros, por ejemplo. Luego más adelante nos lo demuestran con unos abrazos enormes, pidiéndonos que les cojamos, apoyando sus cabezas en nuestros hombros, haciéndonos dibujos o dándonos de comer del mismo modo que hacemos con ellos.

Están deseando complacernos, están deseando que les amemos, están deseando compartir sus vidas con nosotros y lo hacen sin ningún interés oculto. Es el amor más puro que existe, el de los niños.

Nuestra responsabilidad, corresponderles

Es tanto lo que nos llegan a querer que tanto amor requiere ser correspondido por el amor de sus padres. No dudo de que cualquier padre y cualquier madre va a amar a sus hijos, pero cuando el bebé no ha nacido aún, el miedo a que nuestro hijo ejerza algún tipo de control sobre nosotros, el miedo a que nos intente manipular, el miedo a que no sepamos limitar su libertad y en definitiva el miedo a tener un hijo que no nos ame y que nos supere nos puede llevar a empezar con mal pie, a empezar a crear una relación con nuestro bebé basada en el control y el exceso de raciocinio en vez de dejarla fluir según los dictados de nuestro corazón.

Pedro Guerra le reprochaba en una canción a alguien que "encarcelaste el amor que vuela con el temor de lo que se va", que es uno de los errores que muchas personas cometemos con nuestros hijos y con las personas que quieren amarnos. Es tanto el temor a que no nos quieran o a que nos quieran mal, que nosotros mismos condicionamos nuestro amor. Si lo controlamos, si no les amamos del mismo modo, si no lo dejamos fluir, volar, si no tratamos de entenderles, si no somos empáticos, si creemos que cuando lloran nos manipulan, en vez de pensar que simplemente sufren y nos necesitan, si creemos que tenemos que estar todo el día tratando de que no lo tengan todo, porque la vida es dura y no se puede tener todo en la vida, si no tenemos claro que todo lo que necesitan no son cosas, sino amor, correremos el riesgo, precisamente, de tener los hijos que quisimos evitar tener.

"Love is in the air", "all you need is love"... amadles igual, sin concesiones, sin preguntas. Tratad de quitaros unas cuantas de esas corazas que recubren vuestros corazones, esas que os habéis ido poniendo a lo largo de los años para evitar que las personas que os rodean os hagan daño, y disfrutad del amor más inocente y puro que existe. Hoy por hoy no se me ocurre mejor consejo para un padre que espera un bebé. Es uno de esos consejos que a uno le habría gustado recibir.

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