
Que nuestros hijos confíen en nosotros es importante y beneficioso por diversas razones: nos permite mantenernos cercanos a ellos, facilita la comunicación entre ambos y ayuda a que las dinámicas familiares fluyan mejor.
Pero una de las razones más importantes, es la seguridad que ésto puede proporcionar a nuestros hijos, ya que al confiar en nosotros pueden consultarnos sus miedos, dudas, problemas e inquietudes, y podremos ayudarles u orientarles según lo pidan o sea necesario.
Sin embargo, la confianza no es algo que surja de un día a otro, sino que es algo que se va trabajando poco a poco en cualquier relación. Y en el caso de padres e hijos, trabajar en ella es algo que debemos hacer desde nuestro ejemplo, como lo señala una especialista.
De acuerdo con Kelsey Mora, terapeuta infantil, si queremos que nuestros hijos confíen en nosotros y nos cuenten sus cosas, no basta con decirles que pueden hablar con nosotros. "En lugar de eso, empieza tú primero", explica. "Muéstrales cómo manejar las emociones incómodas y las situaciones difíciles. Sé el ejemplo".
Y para Mora, hay seis cosas clave que como padres podemos hacer para construir una relación de confianza con nuestros hijos, en la que se sientan seguros de hacer preguntas y compartir sus emociones.
1) Normalicen hablar de sus sentimientos
Como ya lo mencionamos en otra ocasión, si nunca hablamos de emociones en casa, no podemos esperar que nuestros hijos lo hagan ni nos cuenten sus cosas. Por ello, el primer consejo de la experta es que mantengamos una comunicación abierta, en la que se incluya hablar de las emociones, por difíciles que éstas sean:
"Cuando los niños ven a los adultos expresar sus sentimientos, aprenden que está bien hacer lo mismo. Les da un permiso silencioso y no escrito para abrirse", explica, añadiendo que esto se trata de modelar, nombrando las emociones agradables y no agradables para que nuestros hijos sepan que los sentimientos no son algo que se deba ocultar.
2) No evites las cosas difíciles
Todos, en una o otra medida, pasamos por momentos difíciles. Pero como padres, a veces caemos en el error de ocultar situaciones complicadas o evitar tocar temas delicados, principalmente por miedo a que afectemos a nuestros hijos si los hablamos frente a ellos.
"Cuando evitamos lo incómodo o lo desconocido, enseñamos a los niños que esas conversaciones no tienen cabida en casa", dice Mora. El problema, es que cuando a nuestros propios hijos les toque vivir cosas difíciles, no se sentirán con la confianza o seguridad de comunicarlas. Y eso es algo que definitivamente no deseamos como padres.
"Hay que intentar crear un espacio donde todas las preguntas sean bienvenidas, la curiosidad se reciba con calma y la honestidad sea parte de la vida cotidiana", explica la experta.
3) Sé honesto sobre tus propios desafíos para abrirte
Hace unos días comentábamos que el tema de la educación emocional es algo relativamente reciente, por lo que en muchos de nuestros hogares no se hablaba mucho de las emociones cuando éramos pequeños y aún se nos dificulte abrirnos emocionalmente.
Si este es tu caso, su recomendación es compartirlo: "Quizás no creciste en un hogar donde la gente expresara o compartiera sus sentimientos. Pero no pasa nada", dice Mora. "Aún puedes darle a tu hijo algo diferente. Incluso puedes empezar por compartirle lo que te cuesta abrirte".
De acuerdo con ella, ese nivel de honestidad nos ayuda a crear una mejor conexión con nuestros hijos, al mismo tiempo que le demostramos que la apertura emocional no consiste en ser perfectos, sino en estar dispuestos y presentes.
4) Modela, no interrogues
Todos hemos preguntado a nuestros hijos cómo ha estado su día. Y probablemente también todos en algún momento hemos recibido el famoso "bien" a secas.
Como ya lo hemos compartido anteriormente, y como también lo señala Mora, si queremos que nuestros hijos nos den otra respuesta, debemos cambiar nuestras preguntas.
"En lugar de pedirle a tu hijo que se abra primero, comparte algo de tu propio día: 'Hoy fue una montaña rusa. Estaba emocionado por algo por la mañana, pero luego algo no salió como esperaba y me sentí frustrado. Salí a caminar y me sentí mejor al final del día. Y ahora, me emociona verte y saber cómo te fue'", propone como ejemplo. "Este modelo fomenta la reflexión y enseña a los niños cómo hacer lo mismo".
5) Hazlo parte de la rutina
De acuerdo con la experta, una de las mejores formas para lograr que la comunicación sea fluida dentro de casa es simplemente hacerla parte de la rutina, poniendo como ejemplo lo que su familia hace durante la cena: "Cada persona comparte un momento destacado de su día, algo difícil y otro positivo".
Al compartir de manera habitual este tipo de cosas, es más sencillo lograr que haya una mejor comunicación y nuestros hijos se sientan cómodos compartiendo sus cosas al ver que compartimos las nuestras.
6) Enseña estrategias de afrontamiento
Finalmente, Mora recuerda que cuando compartimos nuestras emociones con nuestros hijos también abrimos la puerta a otras valiosas lecciones, como el ayudarles a aprender a gestionarlas contándoles cómo lo hacemos nosotros mismos.
"Por ejemplo, después de compartir que te sientes frustrado, puedes continuar con: 'Cuando me siento así, trato de respirar profundamente para ayudar a mi cuerpo a calmarse'", dice, añadiendo que es una manera sencilla de mostrar que regular las emociones es algo que todos podemos hacer.
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