Cómo cambia tu forma de pensar cuando tienes a tu bebé: el día que mi mujer decidió no trabajar
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Cómo cambia tu forma de pensar cuando tienes a tu bebé: el día que mi mujer decidió no trabajar

Cuando oyes a una mujer embarazada explicar los planes que tiene para cuando nazca el bebé asientes, haciéndole ver que le escuchas, pero por dentro estás pensando "Ay, amiga... ya me lo contarás cuando seas madre". Y es que son muchas las mujeres que tienen unos planes cuando están embarazadas que luego, cuando tienen a su bebé, no solo no se cumplen, sino que acaban haciendo lo opuesto.

Algo así es lo que le pasó a mi mujer, que tenía muy claro que cuando se le acabara la baja maternal volvería a trabajar y cuando se vio con un bebé de cinco meses, a punto ya de volver a su puesto habitual, dijo "no puedo. No puedo dejarle" y decidió no hacerlo, no dejarle y no trabajar.

Esos planes preparto...

"Aprovecharé la baja maternal para estudiar, para avanzar en aquello que tengo pendiente y nunca encuentro tiempo para hacer, trabajaré un poco desde casa, si la jefa me envía cosas para hacer, etc.". Todas esas ideas que pasan por la mente de tantas cosas que vas a hacer durante la baja maternal como si fueras a estar de vacaciones o algo así. No, no, no... la baja maternal es para cuidar al bebé, y pronto te darás cuenta de que ni siquiera es suficiente, que muchos días haría falta que también papá pudiera estar de baja paternal, porque dos manos no alcanzan.

"Cuidaré de mi bebé durante la baja, la alargaré con las vacaciones y luego lo dejaré con mi madre para volver a trabajar". Esto es lo que piensan muchas mujeres, y muchas lo cumplen, no sin sentir que es demasiado pronto, que le necesita, que algo no está bien. Esa lucha interna entre lo que sientes que no deberías hacer y lo que parece que debes y puedes hacer, que es trabajar. Porque oye, a todas se les acaban los días tarde o temprano, y todas se van a trabajar... "deben ser las hormonas, que me hacen sentir así".

Cuando sigues al corazón, y no tanto a la razón

Pero no, no son las hormonas, es tu corazón, es el vínculo que se inició con tu bebé el día que supiste que estabas embarazada, ese nudo a medio ligar que se apretó fuerte, muy fuerte, cuando salió de ti y lo pudiste abrazar. Ese día se paró el mundo, tu mundo, y solo estabais tu bebé y tú, y sentiste que estaríais juntos por siempre, y que le cuidarías pasara lo que pasara, y que le querrías todos los días y cada día más.

Y así es a medida que pasan los días, que te preguntas cómo se puede querer tanto a alguien tan pequeñito y a la vez cómo puedes mirarle y decirle "por Dios, me tienes agotadita", que no puedes separarte de él (o de ella, yo es que como he tenido solo niños tiendo a hablar de "el bebé"), pero hay momentos en que un miniyó interior te dice "ni que fuera una noche, para dormir y descansar... ni que fuera una tarde, para ducharme en condiciones y mirarme un rato al espejo tratando de acabar estando visible". Un miniyó que nunca te abandona, pero que tiene la paciencia de esperar.

Llega entonces el momento fatídico, el del "hasta luego", y aparecen los nervios, y esa sensación que os he comentado, en que sabes que tienes que ir a trabajar, sabes que es lo que hace la mayoría, todo el mundo espera que lo hagas, es lo que toca, pero sientes que algo va mal, o que algo no cuadra: la lucha entre el corazón y la razón. La lucha entre lo establecido y lo que tu cuerpo te pide... o la lucha entre lo que querrías hacer y lo que tu cuenta corriente demanda.

Hay tantas situaciones como familias, así que esa lucha, muchas veces, debe ser acallada al instante. Por mal o peor que te sientas, o entra ese dinero en casa o no salís adelante. Es lo que hay. Si no hay alternativa, no queda otra que decirle a tu corazón, y al de tu bebé, que cuando estéis juntos, al volver del trabajo, intentarás recuperar las horas perdidas.

Pero en ocasiones cabe la posibilidad de echar números, hacer cuentas y romper con lo establecido. Con lo establecido por la sociedad, lo que llaman igualdad, la liberación de la mujer y el día en que las mujeres demostraron que pueden trabajar igual o mejor que los hombres (que no lo critico, solo lo explico como tratando de hacer una foto de la realidad, como yo la veo). Romper con eso y decir "no, yo no puedo dejar solo a mi hijo".

Esto es lo que pasó en mi casa. Faltaban días para que empezara a trabajar, no se había separado ni un instante de él: allí donde iba ella, al salir de casa, iba él. Solo tenía cinco meses. En realidad iban a ser pocas horas, ella trabajaba como monitora de comedor en un colegio y no es mucho rato el que faltas en casa, pero sintió que algo se iba a romper, que ese lazo anudado con tanta fuerza se iba a deshacer un poco, como lo sienten todas las madres, y decidimos valorar la posibilidad de vivir sin ese sueldo. Como trabajaba pocas horas, no era un sueldo realmente elevado, así que nuestras vidas ya eran antes del bebé relativamente poco ostentosas. Solo hacía falta apretar un poco más el cinturón y, en todo caso, buscar yo algo más de trabajo, alguna guardia como enfermero, etc. Y lo hicimos.

Y ahora todo sigue igual

Han pasado 9 años y todo sigue igual. Ella creó lazos con dos hijos más, los anudó fuerte, muy fuerte al nacer cada uno de ellos, y por dentro se dijo (les dijo): "tranquilos, que estos no se desharán hasta que vosotros queráis".

Y esta es la historia de mamá, la de mi casa, la que lleva 9 años dedicándose a cuidar de nuestros hijos, que ha podido estar con ellos todo este tiempo, que ha tenido que soportar momentos incómodos, y muy incómodos, cuando otras personas (sobre todo mujeres) le han dejado caer que "vive mantenida por su marido" o que "a ver cuándo trabajas, que llevas ya mucho tiempo sin hacer nada" (verídico, "sin hacer nada", le dijeron), pero que se ha convertido en el motor del hogar, en el epicentro, en la "matriarca", la única mujer. Ella sola con 3 niños y un marido. Ella al mando de todo (como la mayoría de mujeres, de hecho). Y no me refiero con eso a que ella lo haga todo, porque aún así yo siempre he tenido claro que de los dos, ella es la que trabaja más y la que hace el trabajo más difícil, por eso cuando llego a casa ella yo me pongo también manos a la obra.

Miriam3
Mamá, que hace unos días hizo su primer viaje sola con los niños

Sí, así de raritos somos, supongo. Pero así llevamos varios años funcionando y creo que no nos ha ido tan mal.

Cada cual que haga lo que necesite hacer y lo que sienta que es mejor hacer, pero cuento nuestra experiencia por si alguien algún día decidió hacer algo parecido, o se lo está planteando, y se siente un bicho raro... son demasiadas las veces que he oído a mujeres que un día optaron por dejar de trabajar decir "nadie me entiende", "me critican", "dicen que vivo como mi abuela", "creen que lo hago para enviar el mensaje de que soy mejor madre o algo así". Pero no, esto no va de ser mejor, ni de ser peor, no va de volver al pasado o desaprovechar la lucha que llevaron a cabo tantas mujeres para lograr entrar en el mercado laboral, esto va de la libertad de escoger, de decidir qué tipo de vida quieres llevar, de escuchar a tu corazón, a tus entrañas y, si puedes, porque la situación te lo permite, y quieres, romper las reglas y hacer lo que sientes.

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