Las fiestas del sarampión, ¿no deberían prohibirse?

Las fiestas del sarampión, ¿no deberían prohibirse?
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California es el Estado en el que se hace fuerte el movimiento antivacunación, lo cual está trayendo consecuencias para la salud de la población. No es ya solo que no se vacune a los niños, es que incluso se promueven fiestas del sarampión en las que lo más divertido es conseguir que los niños se contagien de la enfermedad.

Las autoridades sanitarias, frente a la moda de las "measles parties" y los recientes brotes, han tenido que recordar que el sarampión es una enfermedad infecciosa que puede traer consecuencias graves y que exponer intencionadamente a los niños al sarampión los pone en un riesgo evidente. Pero, nos preguntamos, ¿no habría que dar un paso más? ¿No se deberían prohibir las fiestas del sarampión?

Y es que cuando se trata de la salud (¡incluso de la vida!) de otras personas tal vez habría que ser más contundente, aunque suene que va en contra de la libertad de las personas, pero, ¿no es cierto que la libertad del individuo acaba donde empieza la libertad de los demás?

Pues yo no quiero que mis hijas se contagien de otros niños infectados a propósito, ni pagar más impuestos debido al aumento de hospitalizaciones, por ejemplo. Como no lo querría el padre de una niña con cáncer que está en un riesgo alto de contagio, o los padres de los bebés aún sin vacunar...

Lamentablemente, con la prohibición vendrían las infracciones y las fiestas clandestinas: hecha la ley, hecha la trampa, dicen. ¿Y cómo se va a impedir que se haga una reunión de amigos, por más que resulte sospechoso que el hijo de los anfitriones esté con sarampión y reciba muchos besos aunque no sea su cumpleaños? Mejor sería que con educación, sentido común y responsabilidad ciudadana se atajaran estas prácticas tan peligrosas.

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Las fiestas de las enfermedades: de California al mundo

Hace un tiempo ya nos hacíamos eco de este tema en relación a otras insólitas fiestas, las de la varicela. Unas prácticas que se remontan a una época anterior a las vacunas generalizadas (las fiestas de la varicela se generalizaron en la década de 1980 en Estados Unidos, antes de los movimientos antivacunas) y en las que subyace la misma idea: si mi hijo se contagia cuanto antes, ya ha pasado lo peor y no tendrá consecuencias graves más adelante (son enfermedades que, de adultos, pueden tener más riesgos).

Con la ayuda de caramelos o ropa infectados, se pretende que los niños sanos se inmunicen de la enfermedad de forma natural. También se pueden adquirir, a través de internet, chucherías con el virus. Es decir, que también se comercia con la enfermedad, con piruletas chupadas, saliva infectada y cualquier otro artículo. Y en esta cuestión sí creo que se debería legislar claramente y evitar estas ventas.

En fin, como vemos, aunque hace décadas tuvieran algún sentido (aunque creo que yo hubiera pensado "que me quede como estoy o que mi hijo se quede como está, sin enfermar, tal vez no enferme"), las fiestas de las enfermedades siguen de moda y no solo en Estados Unidos. Es una tendencia que proviene de los países anglosajones y de la que también se han tenido noticias en España. Por suerte, de momento, no hemos sabido más acerca de esta práctica, pero no me extrañaría que lo hiciéramos en cualquier momento.

Por lo que respecta a California, los padres llaman a los centros de salud para preguntar sobre la "inmunidad natural", aunque de natural tiene poco, ya que más bien se trata de una "inmunidad forzada". El caso es que es peligroso pensar que la inmunidad conferida por la vacunación es peor que dejar que el niño se contagie.

No hay evidencia científica de que sea así, ya las personas que lo preguntan están mal informadas o mal aconsejadas. Por desgracia, mucha otra gente no pregunta y se lanza a estas fiestas del sarampión sin contemplaciones.

En el Condado de Marin (California) alrededor del 7% de niños no están vacunados, aunque la cifra ha descendido un poco desde el año pasado. ¿Cuál será la tendencia próximamente? Me gustaría ser optimista, pero los datos generales dicen lo contrario.

En el último brote de sarampión de Estados Unidos ha sido hospitalizado el 33% de los afectados, lo cual da cuenta de la gravedad de los casos (vamos, que no se trata de un simple resfriado). Eso, por no hablar del coste económico. Y es que el sarampión puede tener en los casos graves efectos neurológicos e incluso causar la muerte.

No entiendo cómo unos padres pueden provocar una enfermedad como el sarampión en sus hijos, sabiendo a lo que los exponen, el estado en el que quedarán los peques. Seguro que, si alguno lo pasasteis de niños, no lo recordaréis con agrado precisamente. Los riesgos que existen son variados y nada agradables la fiebre, secreción nasal o el sarpullido severo.

Desde luego estas personas que prefieren los efectos de la enfermedad a los posibles efectos secundarios de la vacunación les vendría bien repasar el esquema que publicamos hace poco. Se puede decir más alto, pero no más claro: hay que vacunar a los hijos.

Y si no los quieres vacunar, no expongas a más niños a la enfermedad, no hagamos de un brote de sarampión una epidemia, que no es cosa de fiesta, no es cosa de risa. Prohibirse, no sé si se deberían prohibir, ya hemos hablado de algunas medidas en contra de los padres que deciden no vacunar a sus hijos en algunos lugares, ¿será lo más efectivo? Está claro que a veces, por mucho que lo queramos, nos vamos a dar contra un muro de disparate e insensatez.

Fotos | Thinkstock
Más información | LATimes
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