Cómo lidiamos los pediatras ante la falta de medicamentos en las farmacias

Cómo lidiamos los pediatras ante la falta de medicamentos en las farmacias
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De vez en cuando, vuelve algún familiar a la consulta o nos llama por teléfono para decirnos que la medicación que le hemos mandado a su hijo/a está totalmente agotada, después de haberse recorrido varias farmacias del barrio. 

Esto, que sucedía antes de manera muy puntual, se ha acentuado en los últimos meses. En lo que respecta a pediatría, primero fue el jarabe de amoxicilina, luego otros antibióticos,  y ahora les ha tocado el turno a fármacos para el asma y a un anticonvulsivante. ¿Cómo lidiamos los pediatras ante esta falta de stock?

¿Qué medicamentos son los que más faltan?

Como hemos dicho, no es raro que de vez en cuando haya falta de suministro de algún fármaco concreto. Sin embargo, en estos últimos meses hemos sufrido una falta llamativa de stock de diferentes antibióticos

El más sonado ha sido la amoxicilina, uno de los antibióticos más “básicos” que más usamos en pediatría. A este se han sumado posteriormente otros, como amoxicilina clavulánico o azitromicina. Pero también hay falta de otros medicamentos como antihistamínicos, fármacos para el asma (Montelukast) o anticonvulsivantes (Depakine).

¿Cómo buscar el mejor sustituto?

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Encontrar el mejor sustituto de un fármaco depende mucho del producto en sí.

Muchos medicamentos de los que usamos en pediatría tienen ya genéricos, esto es, medicamentos diseñados para ser igual a un medicamento de marca ya comercializado en cuanto a su dosificación, seguridad, potencia, vía de administración, calidad, características de rendimiento y uso previsto.

Por ejemplo, el conocido Augmentine® tiene como principio activo Amoxicilina-Clavulánico y podemos encontrarlo como genérico fabricado por diferentes laboratorios. Así que, si pautamos "el de marca" y no está disponible, podemos recurrir a un genérico.

En el caso de que lo que falte sea una forma farmacéutica concreta, por ejemplo, un jarabe, podemos tratar de sustituirlo por el mismo fármaco en otra presentación, como sobres o incluso comprimidos que trituremos y diluyamos en un poco de agua, ajustando, claro está, la dosis al peso del niño. A veces tenemos que hacer "cocinitas" para dar con la dosis ideal para el niño: "tritura un comprimido y medio", o "diluye 2 sobres en 100ml de agua y coge 75ml".

También conviene priorizar a los más pequeños. Así por ejemplo, en el caso de montelukast, un fármaco empleado como tratamiento de mantenimiento del asma (previene las crisis), la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) recomienda pautar los sobres granulados sólo a los menores de 2 años y usar otras presentaciones para los más mayores. También se recomendó dejar los jarabes de amoxicilina para los más pequeños, menores de 6 meses, en los que la dosificación con otras presentaciones resulta especialmente difícil.

Si el medicamento no está disponible en ninguna forma farmacéutica, podemos tratar de sustituirlo por otro similar. En el caso de un antibiótico, solemos tener otros antibióticos que podemos usar como alternativa, aunque no sea lo ideal. Habitualmente, tenemos uno o varios antibióticos que son de primera elección para tratar algo; por ejemplo, las amigdalitis por Streptococo se tratan con penicilina o amoxicilina. Pero si no hay disponible ninguno de esos podemos darle otro que también ataque al Streptococo (aunque sea "más potente" y no nos guste "matar moscas a cañonazos").

Hay casos es lo que cambiar un medicamento es mucho más difícil. Especialmente grave me parece la comentada falta del antiepiléptico Depakine®, uno de los más empleados en pediatría, aunque parece que por el momento la falta es de comprimidos (usados también en niños más mayores). Esta medicación previene que pacientes con epilepsia convulsionen y requiere ser bastante estrictos con la administración para mantener siempre unos niveles adecuados del fármaco en sangre. De hecho, se suelen hacer controles periódicos para ver si la cantidad que está tomando el niño o la niña es la adecuada. Así que, en casos como este, es importante que la toma de medicamento no se interrumpa.

Otras opciones, para casos extremos, son conseguir un medicamento concreto a través del Servicio de Medicamentos en Situaciones Especiales, por ejemplo, medicamentos extranjeros.

¿Cuáles son los riesgos de tener que usar alternativas?

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En muchos casos, afortunadamente, no pasa nada. Por ejemplo, no tenemos Apiretal® pero disponemos de otro jarabe de Paracetamol de otra marca; tendrá un sabor diferente, le gustará más o menos a nuestro niño pero, en realidad, no pasa nada. O no tenemos jarabe de penicilina para tratar una amigdalitis por Streptococo pero tenemos un jarabe de Amoxicilina; tampoco hay problema.

Pero otras veces, sí puede tener sus consecuencias. Esto es especialmente importante en pediatría, por la complejidad de los niños y la necesidad de ajustar la dosis al peso. Por ejemplo, en el caso de no disponer de jarabe y tener que usar otras formas farmaceúticas en niños pequeños, como sobres o comprimidos puede conllevar que se tomen peor la medicación (el jarabe suele tener sabor dulce) y que la dosificación sea menos precisa.

En otros casos, necesitamos recurrir a antibióticos menos precisos para tratar la infección en cuestión; por ejemplo, antibióticos más potentes, que puedan tener mayores efectos adversos. Por ejemplo, ante la falta de Amoxicilina podemos usar Amoxicilna-clavulánico pero esto supone usar un antibiótico más potente cuando no es necesario y podemos tener efectos adversos más frecuentemente, como la diarrea.

Otras veces la dosificación no es la misma y hay que dar el fármaco más veces al día o durante más tiempo (algo complicado si nuestro/a hijo/a no se toma la medicación con facilidad).

¿Cómo no volver locos a los padres?

A veces, nos enteramos de la falta de suministro de un medicamento cuando viene un padre y nos cuenta que, después de recorrerse 5, 8 ó 10 farmacias, no hay manera de encontrar el fármaco que les hemos prescrito. En ese caso, no hay mucho que hacer.

En algunos casos, el farmacéutico puede sustituir el medicamento que hemos prescrito por otro similar. En otros, sin embargo, es necesaria otra receta.

En estos meses en los que sabemos que hay problema de algunos fármacos en concreto, algunos pediatras optan por hacer un par de recetas diferentes (por ejemplo, Amoxicilina en jarabe y Amoxicilina en sobres), para que tengan una segunda opción en el caso de que la primera no esté disponible.

A veces hemos hablado nosotros directamente con algunas de las farmacias del barrio para ver qué opciones y alternativas de tratamientos había disponibles y poner la más adecuada de la que hubiese stock.

La AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) publica en su web los fármacos con problema de suministro activo; sin embargo, a veces hay farmacias que aún dispone de unas pocas unidades del producto y merece la pena intentar encontrarlo si se trata de evitar triturar comprimidos o hacer "cocinitas" con sobres de dosis diferentes.

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