Nombres femeninos para bebés: personajes del Antiguo Testamento (II)

Nombres femeninos para bebés: personajes del Antiguo Testamento (II)
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Comenzamos la semana pasada con un paseo por el Antiguo Testamento recopilando los nombres femeninos que aparecen en la Biblia y vamos a continuar con ello, pues, sin duda, estos hermosos y sonoros nombres pueden ayudar a las familias que buscan un nombre para una hija que está por nacer.

Rebeca

Dejamos a Isaac empezando su vida adulta y, como el lógico, llegó el momento de que se casara. Su padre pensó que la esposa adecuada no debería venir de la zona donde estaban viviendo, sino de su propia familia, como era la tradición.

Por tanto habló con su criado de confianza, lo preparó con regalos de valor y unos cuantos camellos y lo mandó Jarán, la tierra donde habitaba su hermano Nacor, que no había viajado con él y con Job.

Nacor se había casado con su sobrina Melca (que significa “Reina”) y era abuelo de Labán y de Rebeca, la muchacha que está destinada a casarse con Isaac. El significado del nombre Rebeca parece proceder del hebreo “RIBQAH” (del verbo “atar”) y se le confiere el sentido de “la que crea lazos”, “la que ata”.

El criado estaba temeroso de como le irían las negociaciones pero Dios lo tranquilizó diciéndole que una muchacha le ofrecería agua y sería la indicada. Llegado a Jarán se encontró con un grupo de doncellas que recogían y acarreaban agua en sus cántaros para llevarla al poblado. Se acercó a ellas pidió de beber. Una, muy bonita, le ofreció agua para él y también para los camellos, con un gesto generoso que la hizo agradable a ojos del criado y rápidamente le preguntó.

Al descubrir que era de la familia de su señor le hizo regalos valiosos y ella lo llevó a la casa familiar, donde pronto se llegó al acuerdo matrimonial y Rebeca partió con el criado. Nada más conocer a su prometido el amor surgió entre ellos.

Rebeca resultó una buena esposa, pero, para pena de los esposos, no conseguía concebir un hijo. Sin embargo, al final, cuando llevaban ya 20 años de casados, ella se quedó embarazada.

Ya en el vientre empezaron los problemas entre sus hijos, que se peleaban dentro de ella dándole muchas molestias. Cuando nacieron lo hizo primero un niño robusto y rubio, Esaú. Y luego, el gemelo menor, Jacob.

Esaú crecía fuere, vigoroso, velludo, le encantaba la caza y tenía un carácter belicoso. Su padre lo adoraba. Jacob, por el contrario, era más callado aunque muy inteligente y se pasaba el tiempo con las mujeres en las tiendas y cultivaba. Su madre sentía debilidad por él.

Jabob engañó a su hermano, cambiándole la primogenitura y sus derechos por un guiso de lentejas, un día que el mayor llegaba desfallecido de la caza. Parece que esto no le sentaría muy bien a Esaú, pero no hubo un gran enfrentamiento.

Mientras los chicos crecíam Esaú, díscolo, eligió un par de esposas entre los habitantes de las ciudades cercanas y estas no hacían más que darles disgustos a sus padres, que ya eran ancianos.

La situación se hacía cada vez más tensa, y Rebeca tramó un plan para conseguir favorecer a su hijo predilecto. Isaac era ya viejecito y descansaba en su cama, y había perdido la vista, así que Rebeca alentó a Jacob para engañarlo y conseguir la bendición paterna que le conferiría poder y autoridad definitiva sobre toda la tribu y sus descendientes.

Esaú y Jacob

Rebeca escuchó que Isaac mandaba a Esaú a cazar para hacerle un buen estofado, pero, mientras el hijo cazaba ella mandó matar unos cabritos, preparó la comida e hizo que Jacob se la presentara a su padre, cubriéndole los brazos con las pieles de los animales para que el anciano lo confundiera con Esaú, que era muy velludo.

Recibida por Jacob la bendición, Esaú, enterado, montó en cólera y juró matar a su hermano si lo encontraba. Los padres, preocupados, lo mandaron fuera y no había mejor lugar que la casa de los familiares de los que provenía Rebeca. De paso, Jacob, recibió el encargo de volver convenientemente casado con una mujer de su parentela.

Rebeca es la que enlaza, que la ha atado con un dulce lazo el destino del pueblo hebreo y de ella descenderán todas las tribus de Israel. Como esposa y madre tuvo sus defectos, pero era, sin duda, generosa e inteligente. No es una mujer sumisa sino que toma las riendas cuando cree que es necesario para el bien de su familia.

Nos quedamos en ella. En el siguiente tema hablaremos de sus sobrinas y nueras, las esposas y concubinas que Jacob traerá finalmente cuando regrese del accidentado viaje al que Rebeca lo ha enviado.

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